Como ocurre indefectiblemente todos los años y más aun en estos tiempos de pandemia, este 1 de agosto, la mayoría de los formoseños se tentará con un sorbo de caña con ruda en ayunas: un ritual que forma parte de la galería folklórica formoseña. Los abuelos aseguran que prolonga la vida, espanta la mala suerte, promueve alegrías y despoja a la gente de la “mala onda” y la “mufa”.
Se trata de un mejunje, mezcla de caña blanca paraguaya o ginebra, con hojas de ruda, una hierba calificada como medicinal por sus excelentes efectos en el aparato digestivo y también en el circulatorio.

Al amanecer e inclusive antes de la higiene bucal, se suele beber tres sorbos de este elixir que para los creyentes es la salvación a todos los males. Otros simplemente se ajustan a las costumbres y la toman como un acto de prevención, por si las dudas.

Es una tradición antigua con orígenes guaraníes y el dato sobre las propiedades "medicinales" se va transmitiendo de generación en generación y cada vez crece más la cantidad de adeptos. El consumo es aun mayor en el caso de los abuelos o de los enfermos.

No faltan los que se autoproclaman como "especialistas" en preparar el brebaje en vasos o botellas de todos los tamaños y capacidades.
Hay amigos que en los lugares de trabajo se encargan siempre de la "provisión" anual como una demostración de afecto permanente.

Se suele conseguir comúnmente en el tradicional Mercadito, donde desde los últimos días de julio la caña con ruda ya está en exposición.