pixel facebook
Viernes 26 de Abril de 2024

26 ° C Clima

Logo Editorial


Desidia higiénica



Uno de los problemas más graves que la mayoría de los conglomerados urbanos del país no puede resolver gira alrededor de las toneladas de desechos comunitarios que van a parar a lugares prohibidos o son recogidos de manera ineficiente por los servicios competentes.

Tres factores han contribuido en casi todos los casos -ciudades y pueblos de nuestra provincia incluidos- a la extensión durante décadas de esa degradante postal de los basurales que ganan espacio por fuera del sistema formal establecido para la higiene urbana.

Ciñendo la mirada a lo que ha venido pasando en Formosa capital, debemos resaltar, en primer lugar, la cantidad de años perdidos por la inestable e ineficiente prestación a cargo de empresas privadas que fueron mutando de nombres y de dueños sin que ello redundara en una mejor calidad del servicio.

Luego, cabe puntualizar el fracaso de sucesivas gestiones municipales, que cerraron contratos con distintas firmas concesionarias pero que luego no ejercieron como corresponde el poder de control en bien de encauzar un sistema en deterioro constante.

Ahora bien, no sería justo y equilibrado cargar todas las responsabilidades sobre ineficientes prestadores y peores controladores sin poner en foco la parte que les toca a las y los vecinos. Cualquier funcionario/a que haya tenido a cargo la higiene de esta ciudad puede dar fe de la generalizada falta de conciencia social.

De hecho, alguien sostuvo una vez: “Todos los basurales de la ciudad están intervenidos y bajo control”; aunque terminó admitiendo el problema recurrente: “Una vez limpiados, las máquinas deben volver a los pocos días porque los terrenos que habían sido despejados aparecen repletos de basura, de restos de poda y de escombros”.

Podría alegarse que tales desenfrenos se dan en sectores ubicados en la periferia, donde los camiones recolectores brillan por su ausencia o pasan muy de tanto en tanto. Pero no es así. Vaya como ejemplo la cabecera del viejo puente sobre el riacho El Pucú -a centímetros de la Autovía 11 en construcción-, convertida en un “cementerio” de chatarra y depósito clandestino de residuos de todo tipo.

Basta asomarse a la baranda de dicho puente para encontrar un paisaje desolador: cientos de bolsas y botellas de plástico, restos de electrodomésticos y mobiliario en desuso, y hasta animales muertos regados desde la orilla hasta el fondo del cauce.

Este lugar, entre otros, es la contracara de lo que pudo lograr en los últimos años la Municipalidad de Formosa en un deslucido sector de la costanera, donde borró del mapa un gigantesco basural a cielo abierto y lo reemplazó por un hermoso y recreativo espacio verde.

Lamentablemente, muchos formoseños/as no acompañan los esfuerzos oficiales y siguen cayendo en la insana costumbre de complotar contra el trabajo de las cuadrillas de operarios abocadas a mantener la higiene urbana, y tornarlo infructuoso.

El problema sigue estando a la vista y no habrá remediación posible en tanto nuestra sociedad no tome conciencia de los males que trae aparejados la contaminación ambiental que produce la basura arrojada con desidia.



Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer