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¿Qué hago frente a un narcisista?

Una columna de Bernardo Stamateas



Te invito a reflexionar sobre el narcisismo. Aquellas personas que tienen un “yo” inflado (de nada), necesitan mostrar que son superiores, que son especiales, y exigen un trato preferencial. Cuando la gente no los reconoce, dicen: “¡Qué mal está el mundo para no reconocer tanta perfección!”. No se creen la mejor obra de Dios… ¡se creen Dios mismo!

Esta sobredimensión de su yo inflado hace que la persona narcisista necesite exhibir lo que tiene, lo que sabe, lo que puede; y que los demás sean solo un público que debe admirar y aplaudir tanta grandeza. En el fondo, tiene un bajo nivel de empatía. Cuando forma pareja, ese compañero o compañera siente soledad porque el narcisista arma pareja consigo mismo. El otro es un espejo que debe devolverle la imagen de grandiosidad que tiene.

El narcisista es demandante, exigente; los demás tienen la obligación de atenderlo, de hacer lo que él o ella quiere. Y nunca reconoce sus errores. Cuando alguien le marca un error, lo niega. El error siempre está fuera y pertenece a los demás. En ocasiones, mordiéndose la lengua, acepta el error; pero luego descargará su bronca a través de una lengua filosa que descuartiza irónica y violentamente a los demás con palabras hirientes.

El narcisista es una persona que compite. Cuando alguien es reconocido, felicitado, siente envidia porque todo es motivo de comparación. Como resultado, buscará descalificar a quien es motivo de su envidia con chismes que llevará y traerá. Dirá frases como: “Son todos unos tontos, yo soy el único que sabe, que puede, que tiene”. Esto es así porque, en el fondo, tiene la necesidad de colocarse siempre arriba de los demás.

¿Cuál es la diferencia entre narcisismo y buena estima? La buena estima nos hace decir: “Yo valgo, yo puedo; y vos también podés”. Aquel que tiene una estima sana se ubica al lado de la gente, ni arriba ni abajo; tampoco coloca a nadie por encima ni por debajo de él o ella. En cambio, el narcisista siempre está arriba porque se percibe lo mejor de lo mejor. Vive permanentemente practicando la autorreferencia: yo, a mí, mío. Por ese motivo, cuando es ignorado o considerado como “uno más del montón”, sufre.

En un primer momento, el narcisista atrae, seduce, porque se muestra firme, seguro, imponente. Sin embargo, con el correr del tiempo, termina quedándose solo. Es muy difícil convivir con alguien lleno de narcisismo porque la persona centra todo en su propia exigencia. En realidad, lo que está buscando es ser el centro de cuanta situación acontece porque necesita la mirada de los demás por la falta de mirada interna o introspección.

¿Qué deberíamos hacer frente a alguien que solo piensa en sí mismo? Saber que hay en su interior un vacío, un agujero emocional, una carencia, que busca llenar, ocultar, sanar, mediante la mirada de la gente. Podemos escuchar su discurso, si está en el trabajo o es un familiar, pero minimizando su impacto y considerándolo como alguien más, no como alguien especial.

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