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VIOLENCIA Y DELITO

Raid delictivo y enfrentamiento con la Policía en Juárez

Fue un domingo violento en Ingeniero Juárez. Personas residentes en un barrio de aborígenes concretaron una seguidilla de robos, seguido de disturbios y una batalla campal con la Policía. Los vecinos dijeron estar hartos de este tipo de episodios



Un grupo de originarios desató el domingo a la noche en Ingeniero Juárez una escalada de violencia que alarmó a los vecinos del pueblo, que volvieron a pedir a las autoridades que pongan freno a este tipo de tropelías cometidas por residentes de barrios de originarios de la ciudad.

El raid delictivo comenzó minutos después de las 19, cuando cuatro originarios interceptaron a un hombre que caminaba por calles internas del barrio Nueva Esperanza y le robaron su teléfono celular. No conforme con esto, avanzaron varios metros y se metieron dentro de una vivienda del mismo sector, donde robaron un motor elevador de agua. El dueño de casa vio cuando los aborígenes estaban llevando el artefacto eléctrico y les salió al cruce increpándolos a viva voz. En respuesta, los ladrones y otro grupo de originarios que llegó hasta el lugar comenzaron a arrojar escombros contra la vivienda, lo que obligó al damnificado a meterse dentro de su inmueble buscando un refugio seguro, luego de lo cual llamó a la Policía pidiendo ayuda.

Los delincuentes siguieron caminando por el barrio y decidieron consumar un tercer robo: esta vez tomaron una motocicleta que estaba dentro de otra casa y dos de ellos escaparon a bordo del rodado con rumbo desconocido.

En ese momento llegaron al lugar varios móviles con efectivos de la Comisaría del pueblo, alertados por todo lo que estaba pasando en ese barrio. Al ingresar al sector, se toparon con los originarios que estaban huyendo con la moto robada. Uno de ellos, de 13 años de edad, fue retenido en ese momento, en tanto su socio logró escapar corriendo, dejando tirada en el suelo la moto que momentos antes habían sustraído.

Desmanes

La situación volvió a recrudecerse pasadas las 21.30, cuando un grupo de 30 originarios fue hasta el frente de la casa de uno de los damnificados en el barrio Nueva Esperanza, y enojados por la denuncia policial que había realizado comenzaron a lanzar escombros contra la vivienda y golpear con palos y otros elementos contundentes las puertas y ventanas del inmueble.

Desesperado, el hombre llamó nuevamente a la Policía temiendo por su vida, y esta vez concurrió al lugar un numeroso grupo de efectivos conformados por hombres de la Comisaría local, Comando Radioléctrico, Unidad Regional Seis, Montada y DDR.

Cuando los policías llegaron al lugar de los hechos, fueron recibidos de manera violenta y hostil. Una lluvia de escombros comenzó a caer sobre los escudos de los uniformados, luego de lo cual se desató un descomunal enfrentamiento que se prolongó durante varios minutos y se extendió por varias cuadras del barrio. Los policías tuvieron que efectuar disparos al aire con las escopetas con postas de gomas para poder disuadir a los originarios, que terminaron replegándose en distintas direcciones hasta perderse en la oscuridad de la noche.

Como consecuencia de la embestida sufrida, tres policías resultaron con heridas en la cabeza y en otras partes del cuerpo, en tanto varios escudos y un casco protector fueron destruidos por acción de los escombros.

El operativo finalizó con un adolescente detenido, en tanto el resto de los atacantes se dieron a la fuga.

Por este nuevo hecho de violencia ocurrido en el extremo oeste de la provincia se abrió una causa judicial por los delitos de robo, hurto, atentado y resistencia contra la autoridad, intimidación pública, lesiones, daños e infracción al artículo 205 del Código Penal.

Hartos

Vecinos del lugar dijeron a La Mañana que están hartos de vivir episodios de esta naturaleza donde los protagonistas son integrantes de comunidades aborígenes, razón por la cual pidieron a las autoridades que pongan freno a este tipo de tropelías que generan tanto miedo e inseguridad entre los vecinos del barrio.

“Estamos cansados de esta gente que sale a la calle a robar, a insultar, agredir y apedrear viviendas con las más absoluta impunidad”, contó a este Diario un comerciante de la zona.

“Ellos hacen uso y abuso de la cierta protección y los privilegios que tienen por parte de determinados organismos del Estado y entidades de Derechos Humanos, por eso cuando les conviene se victimizan y cuando no se convierten en bárbaros incontrolables, capaz de todo”, agregó una mujer, antigua residente en el barrio Nueva Esperanza.

Otro vecino acotó que los hechos de violencia se dan con mucha frecuencia, con una espiral de violencia inusitada. “Salen armados con boleadoras, cuchillos, escombros y botellas y no reparan en nadie, ni siquiera en la Policía, con quien mantienen continuos enfrentamientos, donde la mayoría de las veces son las autoridades las que llevan la de perder”, enfatizó.



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