Desde ayer, las preguntas al Consejo de Atención a la Emergencia COVID-19 serán sólo cuatro por medios de comunicación de capital y 2 por medios del interior provincial; y deberán presentarse por escrito. Las elegidas serán votadas entre los periodistas que asistan. La situación raya en el límite de la censura. Se ve que las preguntas molestan. Y es que es el rol que tienen que cumplir: explicar, cuestionar, incomodar, conectar ideas, ayudar a pensar. Si no, no sirven. Si no, es una fiesta a la que no invitaron al periodismo. El problema no son las preguntas. El problema es que no pueden contestarlas.
El “timing” del Consejo, que -se sabe- nunca fue uno de sus fuertes (si es que en algún momento tuvieron alguno, comunicativamente hablando), decide esta modificación en la metodología ayer: Día del Reportero Gráfico en honor a José Luis Cabezas, quien fue asesinado tras fotografiar al empresario Alfredo Yabrán, convirtiéndose así en un signo de lucha de la labor periodística contra la censura, incluso a expensas de la propia vida.
La cuestión es la misma de siempre. El respeto al trabajo del otro. Desde ahora, se “votarán” las preguntas. ¿Qué van a hacer? ¿Una piñata con preguntas y de ahí, la revuelven un poco y sacan las sorteadas? ¿Quién le da el derecho a alguien a elegir qué puede o no preguntar el compañero de otro medio? ¿Quién decide que una pregunta importa o tiene más valor que otra?
Una vida democrática no puede -ni debe- ser cercenada. Tampoco una pregunta. No son ni buenas ni malas. No deben tener límites. Hacen a la posibilidad de pluralidad de voces y sientan las bases de la libertad de expresión. Prohibirlas habla sólo de la incapacidad para responderlas. Y si no pueden, cedan el lugar a quién sí.
Las conferencias de prensa, como clarifica su nombre, tienen como protagonista principal el trabajo del periodismo; si no, es sólo comunicación institucional. Una conferencia de prensa debe ser una conferencia de prensa. Cualquier otra cosa es una falta de respeto. Una burla. Un destrato. Cualquier otra cosa es una vergüenza.
Yamile González
Licenciada en Comunicación Social y coordinadora de redacción del Diario La Mañana