John Kennedy Toole (1937 – 1969), escritor y novelista estadounidense, ganó el Pulitzer póstumo en 1981 con “La conjura de los necios”, que lo consagró como uno de los más grandes novelistas norteamericanos de todos los tiempos. Se trata de una crítica social profunda a través de un personaje tragicómico que vive situaciones desproporcionadas, en medio de una sociedad que experimenta una fuerte repulsión hacia personas de la calle, en este caso “Ignatius”, quien vaga en busca de trabajo para sufragar los gastos que le demanda la atención de su madre enferma.
Es imposible no hacer un paralelismo entre una sociedad como la describe Toole y la sociedad argentina, donde la miseria se esconde bajo la alfombra de la riqueza, se mira hacia otro lado como si con eso desapareciera el drama de los que menos tienen, los más vulnerables, los que viven en situación de calle, los que han sucumbido al alcohol o las drogas, los que han perdido todo y nada reciben de una sociedad viciada de vanidad y prejuicios.
Pareciera que algunos sectores, grupos y colectivos sociales, dirigentes políticos, hoy opositores al Gobierno, algunos medios de comunicación y algunos otros que profesan el arte de la crítica, se conjuran para restarles credibilidad a todas las políticas, herramientas e instrumentos económicos y sociales, volcando en el Gobierno nacional la responsabilidad por la situación económica y social actual.
En primer lugar, y lo digo desde una PyME, durante los años 2018 y 2019, cerraron 28.000 empresas y se perdieron 200.000 puestos de trabajo; además, nos endeudaron por cien años, tomando una deuda externa impagable; destrozaron el aparato productivo industrial, en su intento fallido de primarizar la economía. Luego, para colmo de males, la pandemia paralizó al país, provocando una caída abrupta del PBI que llegará, sin dudas, por encima del 12%. Sin recursos suficientes, el Gobierno hizo malabares, emisión mediante, para apoyar a las PyMEs con los ATP, los IFE, además de créditos subsidiados, etc, etc.
No es la misma situación que muchos países europeos, como Alemania y Francia, por ejemplo, que dispusieron de billones de euros para sostener sus economías. Estados Unidos utilizó la misma mecánica para activar sus sectores estratégicos.
Hay que tener claridad conceptual sobre lo que nos ha sucedido, con la serenidad necesaria para un análisis objetivo de las circunstancias y poder así proyectar con certezas el futuro inmediato. De lo contrario, cometeremos el error de no justipreciar el contexto actual.
En estos días, se anuncia con mucha expectativa la pronta disponibilidad de vacunas que -aseguran- son efectivas contra el coronavirus, una muy buena noticia sin dudas. Pero los necios se conjuran para despotricar, desmerecer y opacar una medida esperada, que significa nada más y nada menos que la esperanza de un mañana mejor, sin pandemia y con cuidado de la salud desde otra perspectiva, donde la preocupación por el medio ambiente alcanza una concientización general en todo el mundo.
Cuando todos entendamos que es una crisis profunda, que las soluciones deben salir del consenso, de la discusión objetiva, de la mirada puesta en los que necesitan más atención y dedicación por parte del conjunto de la sociedad, que tenemos que mirar al país como un todo y no centrarnos en los intereses particulares y/o sectoriales, entonces podremos transitar al futuro con la firmeza de las convicciones del hombre de bien.