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El recuerdo a “Prosperí” luce intacto

Emotiva por donde se la mire es la nota que escribió la Dra. Norma Bouloc, hija de quien fuera una de las personas que más aporte hicieron al deporte formoseño y al fútbol en particular, como fue Próspero Benítez, de quien el pasado jueves se cumplieron nueve años de su fallecimiento, sin pasar por alto que entre otras tantas cosas fue columnista del diario La Mañana por más de 25 años



Mantenerse vigente más allá del tiempo y la distancia, incluso después de la dolorosa partida que resulta para los seres queridos el hecho de no poder ver más a esa persona especial que supo dar lo mejor de sí a lo largo de toda su vida para el bienestar de los suyos, es un indicio de que su paso por la vida terrenal no fue en vano.

Pasa con muchos y seguramente seguirá pasando, como sucede con Próspero Benítez, alguien que supo dejar bien marcado su paso por la historia del fútbol formoseño por todo lo que le supo dar desde diferentes lugares, siempre con una gran pasión.

Días atrás, se cumplió otro aniversario de su fallecimiento y para mantener bien vigente su obra, la Dra. Norma Bouloc, su hija, le dedicó un escrito que pinta de punta a punta todo lo que significó en lo personal como para un deporte que aún en este tiempo sigue luchando por ganar protagonismo a nivel nacional. El mismo dice lo siguiente:

“Una amiga querida, escritora formoseña, señora Nacha Ríos, me obsequió esta hermosa apreciación de mi persona, luego de muchos años de trabajo compartido en ámbitos académicos: ‘Doctora, usted es como una mujer universal y galáctica, con los pies en la tierra y el corazón en las estrellas’.

Es una descripción exacta de lo que significa ser la hija de un jugador de fútbol profesional, de un Director Técnico nacional, regional e internacional; sin darnos cuenta, nos convertimos en mujeres universales, viajamos por todos los países y continentes, educamos nuestros ojos para pasar de un paisaje a otro en cuestión de horas, estamos siempre preparando valijas y desempacando, no nos aferramos a nadie ni a nada, nos convencemos de que todo vínculo nos construye para ser mejor persona, pero esos vínculos no son eternos. ‘Nuestras raíces están en el viento…’.

Estamos siempre en la vía láctea (galáctica) del deporte, que algunos consideran la pasión de multitudes, en una adrenalina constante, que si no tenemos un verdadero equilibrio, nos afecta la salud emocional.

‘Con los pies en la tierra…’, se traduce en la necesidad que tiene la hija de un deportista de traspasar ese ‘Templo Sagrado’, donde la misma sociedad los ubica, con el objeto de conocer al jugador y Director Técnico, como hijo, como padre, como amigo. Ese ser que cada día se convierte en un verdadero ‘valiente’, para enfrentar los desafíos permanentes a los cuales lo expone este deporte, y en ese momento se vislumbra la resiliencia como valor, aprendemos a pronunciarla y a escribirla dentro del núcleo familiar y a entenderla como la capacidad de reponerse a la adversidad.

‘Con el corazón en las estrellas’. Sin dudas es la necesidad permanente de mirar hacia el cielo y apelar a la ‘buena voluntad’ de una bella y luminosa estrellita, no importa la nacionalidad que tenga ni el color de su piel, para pedirle que este domingo el equipo de papá gane el partido. Y le prometemos que el próximo domingo la vamos a tener en cuenta, les ponemos nombres, las personificamos, ‘sufrimos’ tanto como aquellos que están en el campo de juego, porque nuestra felicidad también depende de ese resultado.

Próspero Benítez, mi padre, nació un 29 de julio en la ciudad de Formosa, el universo sin dudas depositó a este ‘Ser Maravilloso’, justo en el mes en que se celebra el Día de la Amistad, un hombre que consideraba la amistad como un valor agregado en las relaciones interpersonales.

Próspero, a los 16 años, tuvo la oportunidad de salir de su provincia natal Formosa para jugar en las divisiones inferiores del Club de Estudiantes de La Plata, donde llegó a la categoría de jugador profesional; con la excelencia que lo destacaba, al poco tiempo fue a jugar al Santos de Brasil, cuadro de Pelé.

Su destino indiscutiblemente era Europa y llegó a su amado Os Belenenses de Lisboa (Portugal), se destacó sin dudas como el mejor jugador del equipo, a tal punto que tenían que lesionarlo para evitar sus goles, y es así que se lesionó una pierna de tal gravedad que lo dejó inhabilitado por un año. Sus directivos le ofrecieron destacarse como Director Técnico del equipo de divisiones inferiores del club, a quienes les otorgó la histórica alegría de dar la vuelta olímpica con él en sus hombros matizado por su imponente yeso blanco, con sólo 20 años de edad.

Su linda y querida Formosa llegó a distintos continentes y países a través de su ‘Embajador’ Próspero, en varios artículos se la nombró como ‘Formosa, tierra de Gentleman’, por lo exquisito del estilo de Próspero como jugador, DT y persona, voz pausada que instalaba su ideas y puntos de vista como un verdadero negociador, tenía ‘soberbia elegancia’ y pulcritud hasta en el vestir, zapatos impecables.

Se destacó como Director de Deportes de la provincia de Formosa, con acciones de verdadero innovador, periodista deportivo, columnista del Diario La Mañana por más de 25 años, docente de la Escuela de Técnicos de la AFA, recordado con honores tanto por sus alumnos como por sus referentes locales y nacionales, fue columnista político en un medio de prensa con el seudónimo ‘El Amigo’, tuvo su emprendimiento gastronómico, el Bar Belén, uno de los más exitosos del ambiente comercial por muchos años, Director Técnico de equipos locales e internacionales de mucho éxito, el recordado equipo de ‘Los Zorros Azules’, el equipo de Universitarios de la Universidad de San Andrés, Bolivia (UMSA).

Ocupó el cargo de Jefe de Contaduría de Agua y Energía Eléctrica, escribió dos libros: ‘Retazos’ y ‘20 años después’. Estuvo en la materialización de la construcción del estadio de fútbol de Formosa con su querido amigo Antonio Romero.

Consideré pertinente extraer una parte de la letra de la canción mexicana de Jorge Negrete ‘México lindo y querido’, para titular esta reseña sobre mi padre, porque por razones del destino, falleció en la ciudad de Corrientes el 21 de mayo del año 2011.

El día 29 de julio, fecha de su cumpleaños, del año siguiente, cuando pudimos depositar sus cenizas en su ciudad natal, les comento una anécdota: Salimos con lluvia torrencial de la ciudad de Corrientes y, luego de esparcir sus cenizas en lugares puntuales donde Próspero desde el cielo ‘subido en una estrella’, consideraba su última morada, el estadio de fútbol, su Escuela 31, donde fue inmensamente feliz, su Bar Belén, y el río Paraguay, donde pescaba con amigos queridos, salió un sol radiante, ¡Próspero regresó a su querida Formosa!

‘Si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y me traigan aquí, a mi Formosa linda y querida’”.



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