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EL SÉPTIMO ARTE

Evolución de la proyección y del consumo del cine en la provincia de Formosa

El doctor Marcos Molares adelantó a este Suplemento de manera exclusiva algunos de los contenidos que formarán parte de los Tomos IV, V y VI de su “Historia General de Formosa”



Para conocer la historia de las salas cinematográficas de Formosa, Cronopio consultó al abogado e investigador Marcos Raúl Molares, quien informó sobre el desarrollo de los espacios de exhibición en la provincia y la recepción que tuvieron entre los espectadores. En este sentido, el autor brindó de manera exclusiva algunos de los textos que integrarán los Tomos IV, V y VI de su “Historia General de Formosa”, y en los cuales se desarrolla un relato que comienza en la primera década del siglo pasado, para luego llegar hasta la actualidad.
“En la etapa correspondiente a la exhibición del Cine mudo en Formosa, que abarca desde primera década del siglo XX hasta mediados de la década del ‘30 y comienzos del ‘40 apro­ximadamente, según se haga referencia a nuestra capital o al interior, las películas generalmente se proyectaban al aire libre”, describió Molares.
Asimismo, el letrado relató que los espectáculos cinema­tográficos se montaban en espacios públicos de esta ciudad, especialmente en la avenida de 25 de Mayo esquina Bel­gra­no, durante los fines de semana o en días feriados. También, se organizaban en la intersección de la misma avenida con calle Rivadavia, frente al tradicional negocio “Casa Bibolini”.
“Se cree que uno de los primeros empresarios del rubro fue don Juan F. Linzio, quien el 25 de mayo de 1910, ocasión de los festejos del Centenario de la Revolución, brindó una función para el pueblo, patrocinada por la Gobernación y la In­tendencia. El evento se efectuó en la Plazoleta de la Ave­nida 25 de Mayo, ubicada entre Belgrano y Rivadavia. Para el escritor Fernando Casals, Linzio pasó a ser, de este modo, ‘el iniciador de esta clase de negocio’. Así se inauguró el primer cine al aire libre”, explicó.
“En verdad, los proyectores mudos ya se habían introducido en Formosa mucho antes, y fueron varios los vecinos que se dedicaron a exhibir películas. Inclusive, hubo distribuidoras de Corrientes, ligadas a empresas de Buenos Aires, que ha­bían intentado ejercer este negocio en la ciudad”, agregó.
“En 1918, funcionaban el Cine Teatro Formosa -sobre calle Belgrano, entre España y Saavedra-, donde se exhibían pelí­culas ‘a puertas cerradas’. Luego, ocurrirá lo mismo en el sa­lón principal del Hotel Palace, donde se instaló otro Cine, re­genteado por E. Rodríguez y Cía. En la tercera década, el Palace pasó a denominarse Cine Teatro Social, y pasó a manos de don José Corradi”, detalló.

CINE SONORO

Por otra parte, en 1943, cuando ya se había iniciado el período del Cine sonoro, funcionaban en la ciudad al menos cuatro salas más. Las del Cine Fontana, el Cine Savoia y dos salas del Cine Colón: una cerrada, para 700 personas, y otra al aire libre para 400 personas (para 1947, tenía una sala ce-rrada, con capacidad para 500 personas).
A continuación, Molares comentó: “Precisamente el Colón, propiedad de Mariano Minguito, fue inaugurado el 24 de ma­yo de 1939 en la esquina de José M. Uriburu y Moreno. Se­guidamente, pasó a ser administrado por Raúl Facciotti. Dos décadas después, fue trasladado a la esquina de Fontana y Uriburu. Esta sala fue la antecesora del Cine Argentino”.
Por otro lado, el escritor mencionó que con el inicio de la década del 50, comienza el período de mayor auge de la ex­hibición cinematográfica en Formosa. “El cine González Le­long estaba ubicado sobre esa avenida (donde luego se ubicaría un supermercado); luego había otro al aire libre en Es­paña y Moreno, perteneciente a la familia Mussano; y el Ave­nida en el barrio San Francisco (en la década del ‘60), propie­dad de Juan Cáceres.
“En paralelo, se estableció el Cine Teatro Español, de la Sociedad Española, situado en el edificio de esta entidad, en Moreno, entre España y Saavedra. También, se abrió el Cine Fontana, perteneciente al Club del mismo nombre; el Belgrano, de Justo Bóveda y el San Mi­guel, de la familia Rigonatto, sobre Lelong y Deán Funes”, aña­dió.
“El Cine Savoia, inaugurado por la familia de Raúl Faccio-tti en 1939, se transformaría, décadas más tarde, en el tradicio­nal Cine Teatro Italia. En la década del ‘70, este Cine se integró con el Cine Argentino. A partir de entonces, fueron administrados por la familia Di Biase, convirtiéndose, además, en una empresa distribuidora de películas para la capital y el interior de Formosa, y para una zona del Chaco. Con la irrupción del VHS, el Cine Italia tuvo una debacle a partir de los años ‘90, y fue reinaugurado en mayo de 2009”, puntualizó. Seguidamente, Molares dijo que en la ciudad de Formosa, en la década del ‘50, funcionaba un Cine parroquial (con sus matinés) y que don José Ramón Deolas fue un aficionado que disfrutó brindando Cine gratis ambulante a las familias en los barrios formoseños, tal como lo refiere, en una remembranza histórica, el profesor Rodolfo Benítez.
Por último, Marcos Molares señaló que hoy, en nuestra ciudad, funcionan solamente dos Cines: el Avenida, en un conocido Hipermercado, compuesto por tres salas, y el Cine Teatro Italia, ubicado sobre la avenida 25 de Mayo. “Este último, gracias al apoyo del Gobierno provincial, fue remodelado y cuenta con un proyector digitalizado”, acotó.
En la actualidad, las funciones del Cine Teatro Italia se encuentran suspendidas, por tareas de refacción de las instalaciones y cambio del sistema de refrigeración. Las proyecciones regresarán una vez que hayan finalizado los trabajos.


EN EL INTERIOR

Marcos Molares expresó que en el interior provincial, recién a partir de mediados de la década del ‘40 -e inclusive al promediar los ‘50 y aún después- se contó con salas de proyección de películas. “Salvo en Pozo del Tigre -en la década del ‘30-, donde se abrió camino el Moderno Cine de González Cevallos, para después irrumpir el Cine 25 de Mayo durante los ‘40”, rememoró. “Entre el ‘46 y el ‘47, se explotaba en Clorinda el San Martín; con posterioridad vendría el Cine-Terraza Crossa, el Victoria (de la familia Villalba), el Libertador (de Eloy Cañiza), y el Cine Teatro Corrientes (propiedad de Manuel Pérez) con sus dos opciones. En 1950, se abrió el Cine Corrientes, con sala cerrada, y el Terraza Corrientes, con espacio abierto”, contó.
“En Pirané se instaló el Cine Pirané, y después el Victoria, de Félix Saade; en tanto que en Palo Santo se inauguraba el Bariloche. En Fontana funcionó el Cine homónimo, y luego el San Martín (del Club de Subofi­ciales de Gendarmería). En Las Lomitas se lanzaron los Cines Argentino y 25 de Mayo, en los años ‘40, y lue­go el Yunká (este último, también, perteneciente al Círculo de Gendarmería); en esta ciudad progresista, los pioneros en el ru­bro fueron los vecinos Carmo Herrera y Ramón Sánchez Ceballos. En Estanislao del Campo, por esos años, ya se había inaugurado el Cine Sevilla; uno de los promotores del Cine campeño fue don Fer­nando Britos”, especificó. “En Ibarreta, se comenzaron a proyectar películas a través del Cine que llevaba el nombre del pueblo, y posteriormente se abrió el Cine Astral, de la familia Trachta. En El Colorado funcionaba el Colón, del legendario em­prendedor Cirilo Luis Pourcel, que luego dio paso al Cine Ambassador”, dijo el in­vestigador.


DEL CINE MUDO AL CINE SONORO EN FORMOSA - Por Marcos Raúl Molares

El gran espaldarazo para el cine formoseño fueron los proyectores sonoros, que llegaron a algunas salas locales finalizando la década del ‘30. De todas formas, el reemplazo fue lento y paulatino. Los antiguos proyectores Gaumont, del cine mudo que en Formosa se exhibió desde 1910, se obstinaban en permanecer en muchos pueblos del interior. Pero, de todos modos, era imperativo saltar del Cine mudo al Cine sonoro. Esto posibilitó, por otra parte, que los nuevos proyectores se llevaran a los barrios.
Posteriormente, desde fines de los ‘60, los exhibidores locales tuvieron que soportar la competencia de la televisión, en sus distintos formatos: con circuito cerrado formoseño, al principio, y luego, a fines de los ‘70, con un canal de aire. Recordemos que la TV nacional ya llegaba al interior del país. Pero aún así, los Cines habían resistido, logrando conservar el interés del público, sobre todo recurriendo a sistemas alternativos como el Cinerama o el Cinemascope. El cine en color, traído por algunas salas de Formosa, despertó mayor interés de los espectadores. La TV en Formosa no era todavía de consumo popular, obviamente.
El éxito y la afluencia del público en los Cines de la ciudad de Formosa se mantuvieron hasta la década del 90, cuando comenzó a ampliarse la Televisión por Cable y causaron furor las ofertas de alquiler de películas en VHS para que los cinéfilos las disfrutaran en sus propios domicilios.
Luego, el VHS es reemplazado por el DVD, al mismo tiempo que se registra un auge de películas “truchas”. Después de 1995, se produce la difusión de Internet y de las Computadoras Personales. En las mejores salas del país se instalan los proyectores digitales; y en mayo de 2014, se digitaliza el 50% de las salas de la Pampa Húmeda. El Cine Italia, luego de su caída en la década del ‘90, recién sería reinaugurado en el 2009.
Para desaliento de los antiguos propietarios de los Cines tradicionales, se vigoriza la concatenación entre la TV, Internet y los productores de Cine. En estos diez últimos años, desaparecen la mayoría de los videoclubes de la ciudad, siguiendo el derrotero fatal que transitaron los Cines del centro y de los barrios formoseños.
En Formosa, se registró para el primer semestre del año 2016, la cantidad de 29.600 espectadores, sobre un total de población de 584.614 en toda la provincia. Eso significó un porcentaje de participación, respecto del total de espectadores del país, de solamente 0,11%. Lo recaudado apenas cubre algunos costos para mantener abiertas las salas. Hoy, el cine clásico está herido de gravedad, pero el Estado y el empresariado con sensibilidad social y cultural, siguen apostando al maravilloso Séptimo Arte, para que no desfallezca.
De todas maneras, se debe recurrir a otras estrategias para atraer al cinéfilo: el cine-móvil, ómnibus, dispositivos portátiles, etc. La tecnología se muestra amenazante ante el añorado sistema de exhibición tradicional de películas. Es que, en estos últimos años, se multiplicaron, en los hogares, las opciones para ver cine. Dentro de esos ho-gares se acrecientan las “ventanas” desde las cuales se puede acceder a las películas. Existe un predominante control por parte de los espectadores respecto a qué ver, dónde y cuándo, con la difusión de las PCs y los ordenadores de bolsillo, además de Internet. De esa manera, van aflorando demasiadas perspectivas, por demás cómodas, para ver películas en el domicilio (Pay-per-view y similares).



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