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El dólar comenzó el año costando $ 38,74, y antes del nuevo “cepo cambiario” llegó a $ 65

La licenciada Eugenia Aruguete, magíster en Historia Económica, señaló que en tres meses el BCRA perdió cerca del 30% de su stock de reservas



En diálogo exclusivo con La Mañana, Eugenia Aruguete, magíster en Historia Económica y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se refirió a la evolución que tuvo el dólar minorista desde el primer día hábil de 2019 hasta el establecimiento de los nuevos controles cambiarios, afirmando que los diversos incrementos que tuvo la cotización de la divisa norteamericana expresan la debilidad externa y financiera que experimentó la economía argentina durante este año.

Cabe destacar que el 2 de enero de este año, el dólar minorista costó $ 38,74, para luego tener diversos picos de crecimiento ($ 40,71 el 20 de febrero y $ 45,06 el 30 de julio, por sólo mencionar algunos), hasta llegar a la devaluación posterior a las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 11 de agosto (que llevó a la divisa a costar $ 62,18 en la jornada del 14 de agosto) y $ 65 el viernes 25 de octubre (último día hábil antes de las Elecciones Generales), el punto máximo registrado hasta el momento para el valor del dólar. La cotización del tipo de cambio oficial del último día de octubre fue de $ 63,23.

“El año 2019 fue complejo para nuestra economía, en especial en los últimos meses. El inesperado resultado de los comicios de agosto, que adelantó el final de la actual gestión de gobierno y alargó los plazos de la transición, precipitó un rápido deterioro en las principales variables de la economía”, comentó la licenciada.

“No es para sorprendernos. Cierta volatilidad macrofinanciera es típica de los períodos de transición, sobre todo cuando incluyen un cambio de signo político en la gestión de gobierno. Pero la crítica situación actual tiene sus raíces más allá en el tiempo y está asociada a la mayor fragilidad externa y financiera que hoy enfrenta nuestro país”, remarcó la experta.

“Desde agosto, Argentina atravesó una nueva corrida, esta vez seguida de una acelerada fuga de depósitos en dólares. En tres meses, las reservas en poder del Banco Central cayeron en 23.000 millones de dólares, una pérdida cercana al 30% de su stock. El dólar pegó un salto de más del 30% en su valor en apenas días. Fruto de la devaluación, la inflación minorista se aceleró y se ubicó arriba del 55% anual”, explicó Aruguete a este diario.

A su vez, la profesional indicó que a fin de atender una nueva crisis cambiaria, el Central subió la tasa de interés de las Letras de Liquidez arriba del 75% e intervino en el mercado vendiendo dólares de manera directa. “Con escaso éxito para contener la situación, a principios de septiembre recurrió al control de cambios, inicialmente en una versión ‘soft’ y, desde fines de octubre, en una más restrictiva”, relató.

“Hasta ahora, el control de cambios fue el instrumento más eficaz para frenar la caída vertiginosa de reservas y evitar una nueva disparada el dólar que acelere aún más la inflación y agudice los problemas de sostenibilidad de la deuda que hoy enfrenta el Estado argentino”, agregó.

“Se trata de un sistema imperfecto. Como es habitual, los agentes buscan sortear las restricciones impuestas a ciertas operaciones demandando dólares por otros canales. Es lo que ocurrió en septiembre, primer mes de los controles. Empresas a las que se les prohibió comprar divisas para atesoramiento, demandaron dólares para anticipar pagos de importaciones y para cancelar deudas, una forma alternativa de acceder a divisas”, definió la licenciada.

“Un efecto no deseado, pero derivado de los controles, fue la emergencia de la brecha entre el dólar oficial y los dólares MEP o Contado con Liquidación. Incluso con el dólar informal, el blue. Empresas y particulares operaron en estos mercados para realizar ganancias aprovechando el diferencial de precios entre el dólar oficial y los dólares alternativos”, advirtió.

Con este nuevo nicho, la demanda de divisas se volvió a acelerar, esta vez para aprovechar el arbitraje. Fue allí que el gobierno aplicó, a partir de octubre, un nuevo ‘ajuste’ al control cambiario. “El freno fue inmediato: la caída de reservas se detuvo y el tipo de cambio se estabilizó”, añadió.

“La brecha, en cambio, continúa y amenaza con ampliarse. El principal problema es que alimenta las expectativas de devaluación e incide en el comportamiento de los agentes que buscan anticiparse al ‘ajuste’ cambiario. Algo que sucede, por ejemplo, con los exportadores: difieren la liquidación de divisas provenientes de exportación a la espera de un dólar más alto. Cuando se generalizan, estos comportamientos erosionan el nivel de reservas, lo que genera presiones sobre el dólar y puede llevar al BCRA a validar una nueva devaluación”, aseveró.

“Los controles se quedarán por un tiempo, al menos hasta que exista un horizonte claro en torno a la renegociación de la deuda. Además, en cuanto se reactive la economía y crezcan otra vez las importaciones, se requerirán dólares para financiarlas. Mientras tanto, deberán protegerse las reservas y apuntar a una estabilización del tipo de cambio”, señaló.

Para finalizar, Aruguete alertó que las condiciones macroeconómicas que esperan al futuro gobierno son “difíciles”; y manifestó: “Alcanzar la estabilidad cambiaria y financiera requerirá de un abordaje riguroso y un gran esfuerzo de coordinación de la política económica”.



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