Mauricio Macri arribará a Osaka cerca de las 21 (hora de la Argentina) para participar de la Cumbre del G20 de Japón, un evento geopolítico que reúne a los principales líderes mundiales. El presidente tendrá bilaterales con Donald Trump, Xi Jinping, Emmanuel Macron y Ángela Merkel, pero su atención política estará repartida entre la agenda global por la "Guerra Comercial" y las negociaciones que contra reloj que se están haciendo en Bruselas (Bélgica) para lograr "un acuerdo político" entre el Mercosur y la Unión Europea.

Osaka-Bruselas

El Presidente argentino hizo una apuesta institucional para lograr que el Mercosur y la UE acordaran un tratado bilateral que uniera a los dos bloques económicos. Macri tiene el apoyó explícito de España, Alemania, Portugal y los Países Bajos, y enfrenta una solapada resistencia de Francia, Bélgica, Polonia e Irlanda. Si este bloque europeo no baja la guardia, todo quedará postergado hasta principios de 2021.

Los ministros Jorge Faurie y Dante Sica ya están en Bruselas para negociar junto a sus colegas de Brasil, Paraguay y Uruguay (Mercosur) una última minuta técnica que satisfaga a ambas partes. Se trata de una negociación compleja que corre por el filo de la navaja.

El jueves es un día clave. Ese día, Macri ya estará en Osaka monitoreando las negociaciones que emprenderán sus ministros de Relaciones Exteriores e Industria. La clave está en lograr un equilibrio entre los reclamos del lobby agroindustrial europeo y las necesidades económicas de Brasil y Uruguay.

El Presidente se alojará en una simple suite del hotel Sheraton, pese a las recomendaciones del protocolo japones que organiza la cumbre del G20. Le habían ofrecido una Suite Presidencial gigantesca que Macri rechazó con una sonrisa: esos gastos corren por la Argentina y se cotizaban en dólares. Desde esa suite, Macri recibirá las llamadas de sus ministros para conocer -minuto a minuto- que está sucediendo en la sede de la Unión Europea.

Faurie y Sica tienen la instrucción presidencial de hacer los gestos necesarios para obtener "el acuerdo político" con la UE. Sin embargo, Macron y sus aliados regionales dan vueltas sobre el asunto y juegan en distintos escenarios. Hace unos días, apalancados por Francia, cerca de 60 eurodiputados hicieron una presentación pública contra la agenda política de Jair Bolsonaro.

Esa presentación apuntaba a dinamitar el apoyó de Brasil al acuerdo bilateral, una circunstancia que no sucederá por la relación estratégica que une a Macri con Bolsonaro. Sin embargo, esa movida tensó la acuerda y las negociaciones prosperan por centímetros.

La intención de Macri es anunciar que hubo acuerdo entre la UE-Mercosur en la cumbre del G20, aunque se tratara de un gesto informal porque Paraguay y Uruguay no integran ese foro multilateral.

Con todo, es poco probable que eso suceda: Macri se encontrará con Macron cuando ya hayan terminado las deliberaciones en Bruselas, y ese encuentro no significa que el presidente francés acepte avalar un acuerdo que puede cambiar las relaciones entre América Latina y Europa.

Macron depende de los votos de la industria agro industrial y pretende liderar Europa cuando Merkel termine su mandato como canciller de Alemania. En este contexto, Macron fuerza la mise en scène (puesta en escena en francés) y promete gestos que tardan en llegar.

Cuando inicie la cumbre del G20 en Osaka, Macri recibirá una llamada telefónica del canciller argentino. Faurie estará en Bruselas junto al ministro Sica, y desde allí informará al presidente si finalmente se logro "el acuerdo político" entre la UE y el Mercosur.

Por ahora, no será una llamada que anuncie buenas noticias.