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Laxitud aduanera



Por todo lo que sabemos, el narcotráfico es el más grave y aflictivo de los delitos transnacionales. Pero hay otro, el contrabando, que en la Argentina no es solamente un problema de índole aduanera, evasión fiscal o actividades marginales fronterizas; se trata de un síntoma más serio que involucra también la integridad territorial de nuestro país, la consistencia del proceso de integración regional del Mercosur y la cohesión social en provincias con economías deprimidas o relegadas como la de Formosa y sus hermanas del norte.

El contrabando representa una competencia desleal que alcanza enormes volúmenes y atenta directamente contra los productos que se fabrican en el país.

La Mañana, con sus 62 años de trayectoria, ha sido testigo de incontables anuncios de endurecimiento de la política contra el contrabando y la economía negra en general, y también ha cubierto numerosos operativos en ese sentido a lo largo de todo este tiempo. Pero a la vista está lo poco que se ha logrado avanzar, por no decir nada.

Si una conclusión indubitable puede sacarse de lo inútiles que han resultado hasta aquí tantos procedimientos, así como de la esterilidad de los controles que hoy se llevan a cabo, es que hace falta una acción más enérgica y una revisión exhaustiva de todos los mecanismos de vigilancia, porque ahí reside una de las claves para la verdadera reactivación productiva. Un país que no logra poner freno al contrabando, atenta contra su propia confiabilidad interna y externa.

Muchas veces, a lo largo de las últimas décadas, el gobierno nacional aumentó los aranceles para la importación de determinados productos. Una medida reclamada de manera permanente por los sectores industriales que se ven perjudicados por bienes que ingresan a precios bajísimos, en general desde el sudeste asiático donde existe, entre otras cosas, una mano de obra casi esclava.

Sin embargo, hay otros problemas graves que afectan a la producción nacional. Y acá aparecen el contrabando, la subfacturación, el mercado negro y la evasión. Tan fuerte es el perjuicio que ocasionan estas irregularidades que, si no se las combate, no hay suba de aranceles que valga.

Muchos pequeños y medianos empresarios/as de la región, y en particular las y los comerciantes formoseños legalmente constituidos, saben que si no se combate seriamente el contrabando, seguirán teniendo una espantosa competencia desleal que les impide crecer y que atenta contra la actividad económica formal.

El fenómeno muestra matices. Desde el ingreso liso y llano de bultos completos de mercadería que esquivan todo control aduanero, hasta la subfacturación del contenido real de muchos containers que sí formalizan su entrada por las aduanas.

Desde luego que no es una tarea sencilla desmontar los mecanismos de corrupción y corruptela que se han extendido como telarañas. Pero debe concentrarse en ese desafío la mayor energía posible y procurar avances inmediatos.

En esa búsqueda, deben aceitarse todos los controles fronterizos y se debe trazar una estrategia para dotar al sistema aduanero de una transparencia muchísimo mayor.



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