pixel facebook
Jueves 25 de Abril de 2024

26 ° C Clima

Logo Editorial


Quema de barbijos: un símbolo de la decadencia de nuestras élites

Por Mario Brígnole



Llegué muy pequeño a El Colorado, en los años 60. Era una comunidad multirracial que había aprendido a convivir con sus diferencias raciales, culturales y religiosas. Se respetaba al otro, y se valoraba la diversidad porque enriquecía al colectivo. Eran familias humildes, con una enorme cultura del trabajo.

Era el apogeo del algodón y el pueblo hervía de actividad comercial. Los colonos gringos y criollos llevaban su producto a la desmotadora y luego pasaban a los comercios para abonar sus deudas de meses, y se proveían para el año siguiente.

Los niños y los jóvenes íbamos al campo a cosechar para comprar los útiles y ropas, por lo que las escuelas empezaban sus clases con pocos alumnos.

Esas familias trabajadoras apostaban todo a que sus hijos estudiaran. Entendían que para tener futuro, la llave era la educación.

Tuvimos instituciones educativas muy respetadas por el nivel pedagógico y el fruto fueron cientos de profesionales universitarios en todos los campos, de los cuales muchos residimos en nuestra ciudad: nuestro lugar en el mundo.

Toda nuestra generación creció con la cultura del trabajo y el ansia de superación personal a través de la educación; y nuestros educadores eran guías sociales de la comunidad.

No sólo enseñaban en las aulas: promovían las cooperativas, las comisiones vecinales, eran faros de progreso que nos ayudaron a ser lo que hoy somos.

Nuestra clase dirigente nos impulsó por el camino del progreso y el desarrollo.

¿Qué nos pasó para involucionar así?

Cuando veo la quema de barbijos y escucho a personas con educación terciaria negar la pandemia y hablar de conspiraciones, me parece increíble asistir a tan triste espectáculo.

Para mi generación, los intelectuales y profesionales, y los mismos periodistas, eran faros de referencia. Allí se acunó…lo dijeron en la radio o la tele…como verdad revelada.

Cuando mis compatriotas que han tenido el privilegio de acceder a educación terciaria afirman en público que la tierra es plana, como dicen los chicos… estamos en el horno.

Cuando niegan la evidencia de una pandemia que se llevó la vida de más de 10 mil argentinos, me aterro.

Cuando una periodista en vivo incita a tomar lavandina, cuando uno de los intelectuales más reputados como Sebrelli habla de infectadura y luego se contagia; cuando resulta que periodistas de los más conocidos eran operadores del espionaje ilegal en los años pasados, usando la publicación en medios históricos como arma extorsiva; creo que tenemos una pandemia más seria y profunda que el coronavirus.

Toda sociedad necesita cosas más relevantes que los indicadores económicos. Necesita ejemplos, necesita utopías.

Necesitamos marcos de referencia teórico, que le den sentido a nuestras acciones cotidianas.

No es sólo comer, tener vivienda, trabajo y familia.-

Una sociedad necesita un modelo compartido. Así como esperamos que el sol salga por el este, así necesitamos referencias sociales.

Si algunos de nuestros referentes históricos han perdido la brújula de la racionalidad y del pensamiento crítico y reflexivo, ¿qué nos queda?

Nuestro Presidente debe saber que no alcanzará con refinanciar la deuda externa; ni poner en marcha la producción y estabilizar la economía, no alcanzará esta vez con ni con un pacto social de todas las fuerzas políticas.

Urge reformular el paradigma social

Debemos refutar públicamente a los negadores de la ciencia y la razón. No podemos regalar extensos espacios en los medios sociales de comunicación social, para que ignorantes con título nieguen ligeramente hechos básicos que la humanidad ha aprendido.

Tras más de 2.000 años de desarrollo del pensamiento científico no podemos ser pasivos ante quien afirma que la tierra es plana; ante quienes incitan a no usar las vacunas que tanto sacrificio e inversión de tiempo, saber y recursos nos costaron desarrollar y evitaron millones de muertes o la misma extinción de la especie humana.

Y aun peor, somos conscientes que no es fenómeno de nuestra sufrida patria.

Es global, tal vez nacida y financiada generosamente por organizaciones que las promueven como hemos visto en España, Italia, Alemania, y EEUU.

Es una muestra de decadencia de la humanidad que personajes como Trump o Bolsonaro digan ligeramente los disparates que dicen, porque esa visión negacionista tiene dolorosas consecuencias para la especie humana. Lo que se agrava cuando millones los votan para dirigir los destinos de sus naciones. El cambalache de Discépolo al infinito.

Y no se trata del ejercicio de la libertad, sino de la ausencia de criterio y sentido común; porque de hecho todos asumimos que nadie tiene en ninguna sociedad una libertad irrestricta: todo derecho se ejerce de acuerdo a las leyes que la reglamentan como reza nuestra constitución.

Y no se agota en el terraplanismo ni los antivacunas; se enlaza con la negación de la igualdad de la mujer, con el racismo más extremo, con la prédica de la mano dura contra los pobres, con la negación de la teoría de la evolución de Darwin.

Basta de darle vueltas… una barbaridad es una barbaridad.

Cuando callamos ante estos personajes; nos hacemos menos libres como sociedad. Y nuestro silencio nos convierte en cómplices.

Un modelo de educadores en mi región me explicó una vez la diferencia entre educar e instruir. Instruye quien brinda herramientas técnicas, información y métodos. Educar es más complejo porque implica contribuir a formar al sujeto en base al modelo de persona que es multidimensional. Implica formar en valores y requiere ser espejo de los mismos para los alumnos. Mis maestras de primaria me enseñaron la puntualidad, para lo cual eran las primeras en llegar al aula. Me enseñaron el respeto, a partir de su propio ejemplo. Algo estamos haciendo mal en el proceso formativo para que nos pase esto como sociedad.

Que resulta evidente que el paso por las universidades sólo forma técnicos, no personas; y que no hay cosa más peligrosa para una sociedad que un ignorante con poder y que se ufana de su ignorancia.



Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer