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¿Por qué cuesta tanto cambiar?

Una columna de Tona Galvaliz



Detrás de la resistencia al cambio se esconde un miedo a perder algo. No es fácil renunciar a lo que consideramos parte de nuestra identidad.

Nos cuesta soltar y nos aferramos a hábitos, actitudes, conductas con disonancias cognitivas que nos dañan, producen sufrimiento y ocasionan síntomas con malestar.

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? Sabemos que un minuto no es igual a otro, sabiendo que los cambios están sucediendo siempre.

¿Qué áreas de tu vida aún no tienen plenitud y necesitas cambiar? Para expandir tu conciencia y conocimientos, mejorando tus relaciones interpersonales e intrapersonales, tu negocio y finanzas, porque el mundo ya no es el mismo.

Como terapeuta logo-counselor; facilitador en coaching ontológico, biodecodificador, experta en procesos de transformación y desarrollo personal, acompaño a personas y organizaciones a: Identificar talentos, reconocer capacidades nuevas, hacer de la vida un buen negocio más contributivo hacia todos; un mejor y expansivo mundo en el cual vivir.

Mi trabajo es descubrir la raíz de las limitaciones, obstáculos, causas, emociones tóxicas o disfuncionales que afectan el desempeño, para introducir los cambios necesarios y conseguir esas nuevas posibilidades que colocan donde y como se desea estar.

Razón por la cual fundamento que es necesario recibir apoyo de especialistas que acompañen la transición de los procesos de cambio.

¿Por qué cuesta tanto cambiar?

Desde el punto de vista evolutivo, el cambio es un fenómeno muy delicado, sensible y complejo. No es solo un proceso cognitivo o racional, sino también es, en gran parte, un proceso emocional.

Para realizar cambios, se necesita transformar patrones de comportamiento y creencias. Y, nuestro cerebro es una computadora que decodifica todo tipo de información.

Al modificar (software) creencias, modelos de pensamiento expresados en conductas, manifestadas a través de diferentes maneras, nuestro cerebro (hardware) los interpreta como un ataque a nuestras acostumbradas creencias. Responde con mecanismos químicos y biológicos en idénticas regiones cerebrales como cuando experimentamos amenazas a nuestra integridad física.

Incorporar nuevas creencias con una visión diferente, supondría en la persona cambiar de identidad; teniendo que modificar esquemas, estructuras acerca de las concepciones adquiridas, generando muchísimo gasto energético: estrés y tensión, ocasionando “miedo a lo desconocido, a la incertidumbre, a no saber qué va a pasar, a perder algo, a los obstáculos con los que te podrías encontrar si realizas un cambio, o quedar atrapado en alguna situación producto de esos cambios”.

Las creencias son interpretaciones y valoraciones que hacemos de la realidad, teniendo en cuenta nuestras experiencias y lo aprendido a lo largo de nuestra vida. Y, las creencias limitantes son interpretaciones de la realidad que limitan el desarrollo de nuestras posibilidades y potencialidades.

Ej. No soy lo suficiente buena para…yo no sirvo para…No soy negativo, soy realista…Ya no tengo más oportunidades para…No lo voy a lograr, etc.

10 creencias que impiden cambiar:

  1. Miedo a perder lo que eres, lo que tienes. Por más insatisfecho que te encuentres, la sensación de seguridad a lo conocido ofrece una equivocada impresión de bienestar o tranquilidad.
  2. No percibir el beneficio o ganancia del cambio.
  3. No disponer de la información necesaria orientada al cambio, negarse a pedir ayuda o apoyo.
  4. Querer tener todo el tiempo, todo bajo control y querer tener todo claro, todo el tiempo.
  5. Baja tolerancia al período de adaptación. Un cambio requiere de un proceso de acomodación. Salir de la zona conocida desorienta, exige esfuerzo y dedicación hasta alcanzar ajustarse a lo nuevo y eso incomoda.
  6. Expectativas a las circunstancias inciertas, esto suele ocasionar frustración e impotencia porque no hay nada asegurado.
  7. Incapacidad de ver lo nuevo como nuevo, y la resistencia a abandonar los supuestos en los que se vive.
  8. No tener la capacidad de asombro y desaprender; expresiones tales como por ej. “Sí, ya lo sé; sé de qué se trata, yo sé todo”.
  9. Muchas veces no sabemos que no sabemos.
  10. La gran excusa que impide no hacerse cargo: No tengo tiempo.

Para que se produzca el aprendizaje es necesario la humildad, declarando ignorancia:“No sé”; abrirnos y librarnos de obsoletos supuestos, crear otros, ampliar conocimientos y lograr esos cambios que permiten evolucionar.

Confía en que vas a contar con lo necesario para realizar un satisfactorio proceso de transición y optimizar las posibilidades de éxito con actitud y autoconfianza.

Te mando un beso inmenso @tonagalvaliz



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