El fervor de los fieles católicos por la Madre de Dios fue protagonista de la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, que como todos los años, se realizó en el Anfiteatro de la Juventud. Este año sirvió de inicio del Año Mariano para la Argentina, que tendrá su IV Congreso Mariano Nacional en abril.

Rompiendo una costumbre, el obispo diocesano, José Vicente Conejero, no presentó el lema pastoral de la Diócesis para 2020 al final de la misa, sino que lo hizo al inicio de su homilía. Esta consigna, que animará toda la vida de la Iglesia de Formosa, es “La vida de Jesús, el Señor, y la de María, Su Madre, se manifiesten en nosotros”. En este sentido, monseñor instó a esforzarse para que esto se cumpla en cada uno.

Desde las 18 comenzaron a llegar en procesión las comunidades y cada imagen patronal fue recibida con júbilo por la feligresía y por los animadores. Ya más cerca de las 20, hizo su ingreso la imagen de Nuestra Señora del Carmen, en medio de aplausos, anunciando el inminente inicio de la celebración.

“Junto a la figura de Jesús, que es nuestro único Redentor, hemos querido introducir en nuestro lema pastoral, por motivo del Año Mariano Nacional, a María, Madre de Jesús, de la Iglesia y de toda la humanidad. Pero antes que nada, nos preguntamos: ¿quién es Jesús? Y sin titubeos respondemos con la misma confesión de Pedro y de la Iglesia: es el Mesías, el Hijo de Dios Vivo. El Santo de Dios que tiene palabras de Vida Eterna”, expresó al inicio de su homilía el obispo diocesano.

Tras un fragmento del mensaje centrado en la figura de Cristo, dijo que los cristianos quieren conocer, imitar y reflejarlo en su vida, a lo cual propuso contemplar tres dimensiones de su ser divino: Jesucristo Luz, Vida y Paz.

Nuevo Gobierno

“Cuánta luz y claridad estamos necesitando los hombres, particularmente en este momento histórico de nuestra Nación, que está a punto de iniciar un nuevo período. Sabemos que corremos el riesgo de que los hombres, seguros de sí mismos, presten mayor atención a ideologías que atentan contra la verdad, prescindiendo de Dios y de las leyes naturales que rigen nuestra vida, las cuales obedecen constantemente a la voluntad divina”, advirtió.

Aquí hizo mención a que este accionar pone en riesgo la vidas, “especialmente de los más vulnerables e indefensos, como son los niños por nacer”. En este sentido, recordó que la doctrina y la enseñanza de la Iglesia “son una garantía para caminar en la verdad”.

“Precisamente –continuó- una de las intenciones del Episcopado argentino dice así: ‘por la vida, para que nuestra defensa de la dignidad de toda vida humana sea clara, firme y apasionada’”. Entonces, instó a que en la vida cristiana se busque la luz y la verdad en todo; no caminar “en las tinieblas del error, la ignorancia o la maldad”.

María

Conejero destacó a “María Santísima”, que según el dogma de la Inmaculada Concepción, fue preservada de toda mancha de pecado original, “ha dado a luz la Luz del mundo y la Vida: Jesucristo, el Señor”.

“Este Jesús es nuestra paz, quien verdaderamente nos reconcilia, también a los pueblos entre sí y nos reconcilia con Dios, con la entrega de Su Vida en la Cruz. Esta es la vida, queridos hermanos, que debe manifestarse en nosotros, en nuestras familias y nuestras comunidades”, invitó en el tramo final de su mensaje.

Los feligreses se mostraron alegres de poder vivir esta misa, dado que los pronósticos hablaban de una tormenta que, de haberse concretado, iba a impedir que una de las fiestas más convocantes e importantes para la Iglesia se realizara en el Anfiteatro de la Juventud con todas las comunidades.