pixel facebook
Viernes 26 de Abril de 2024

35 ° C Clima

Logo Editorial


Una mujer que, con amor y vocación, dedicó su vida al servicio en la Hostería del Niño Jesús

Se trata de Gladys Romero de Romay, una persona muy querida en la provincia que, por otra parte, también educó y formó a generaciones de formoseños



La docencia es un acto de amor a la humanidad. Ser docente no es sólo dar clases a un montón de niños, sino tener las palabras precisas y en el momento justo, saber que es más enriquecedor el dar que el recibir. Ser docente es amar a los alumnos como a sus propios hijos. Ser docente es tener la plena seguridad de que cada niño que pase por sus manos será un ser humano formado con los valores del amor, el respeto y sobre todo la humildad. Ser docente es enseñar a los alumnos que la mayor riqueza no es la material, sino la espiritual.

La protagonista de Historias de Vida de esta semana es la docente Gladys Mabel Romero de Romay, una mujer muy instruida, correcta, respetuosa, servicial y querida en Formosa. A pesar de todas esas virtudes tiene un trato sencillo y conserva la humildad. 

Nació en esta capital el 9 de diciembre de 1938, tiene 78 años. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Nº 31, sin imaginar que años después sería docente en esa misma institución.

Realizó los tres años del Ciclo Básico en el colegio Nacional y el Magisterio en el colegio Santa María de Diamante, en Entre Ríos, que estaba adscripto a la Escuela Normal "Osvaldo Magnasco de Victoria".

Su mamá era Blanca Cristanchi de Romero y su papá: Rogelio Romero.

Tuvo dos hermanos: Rogelio Néstor (Chely) y Eduardo Francisco (Quiquí). De la rama materna derivan dos de las doce primeras familias que vinieron a Formosa con Luis Jorge Fontana: los Cristanchi y los Parola. 

"Tal es así que la hermana de mi abuela, fue la primera mujer hija de inmigrantes nacida en Formosa, se llamaba Luisa Formosa Parola", contó.

El 13 de marzo de 1959 se casó con Hugo Manuel Romay. En 1997, luego de 38 años de matrimonio, quedó viuda cuando su esposo falleció en un accidente de tránsito, en rutas del interior provincial. Jamás se volvió a casar. Gladys Mabel y Hugo Manuel se enamoraron a temprana edad, tenían 14 años. Ese afecto se consolidó y creció con el paso de los años.

Fruto de ese amor nacieron sus cuatro hijos: Patricia Mabel (57 años); Hugo Néstor (55 años); Gustavo Alberto (52 años) y Sergio Edgardo (45 años). Tiene 11 nietos y 1 bisnieto.

Inició su trabajo como docente el 2 abril de 1957, en la Escuela Nº 19 "Benjamín Zorrilla", que en ese entonces funcionaba donde hoy está el Instituto de Formación Docente. Cuando terminó la suplencia continuó en la Escuela Nº 166 "La Teutonia", que estaba ubicada en Rivadavia entre Paraguay y Napoleón Uriburu. "Era un ranchito, solamente la dirección era de material, pero a mí me encantaba, tenía una enramada de jazmines y el patio en desnivel con una gramilla verde, era preciosa". También prestó servicios en la Escuela Nº 66, hasta el año 1957. En el año 1958 pasó a la Escuela Nº 31 "General Manuel Belgrano", de ahí regresó a la Escuela Nº 66, en otra suplencia. Ese mismo año terminó en la Escuela Nº 19.

En coincidencia con el año en que se casó, fue llamada a trabajar como docente en la Escuela Nº 74, de Tres Lagunas, hasta el año 1971. Llegó a ser la primera vicedirectora titular de la institución. Inició como maestra interina, luego fue titular y accedió a la vicedirección por concurso. 

En paralelo, su esposo abrió un negocio de ramos generales y acopios de frutos del país, conocido como "Casa Romay". "A pesar de que mi esposo no tenía nada que ver, él siempre colaboró muchísimo con la escuela", recordó. Varios años más tarde, una de las calles lindantes a lo que era ese comercio recibió el nombre de "Hugo Manuel Romay".

En el año 1971 regresó a capital, trasladada a la Escuela Nº 18 "Fray Mamerto Esquiú", donde fue directora titular hasta el año 1986, cuando se jubiló.

La Hostería

Coincidiendo plenamente con la frase de Aristóteles: "Allí donde se cruzan tus talentos y las necesidades del mundo, está tu vocación", dos años después de que se jubiló, en el año 1988, comenzó a servir en la Hostería como secretaria, respondiendo a un pedido de la Hermana Julia. Anteriormente le habían ofrecido trabajo en la Liga de Madres de Familia y en la Maternidad, sin embargo, la señora Gladys sintió que la Hostería del Niño Jesús era el lugar donde mejor podría servir.

A la fecha, transcurridos 29 años, allí trabaja de forma ininterrumpida. Desde sus inicios estuvo cuatro años como secretaria, 12 años como presidenta y desde el 2003 se desempeña como vicepresidenta.

Consideró propicio resaltar que la Hermana Julia fue el pilar fundamental de la Hostería, que se fundó en el año 1967. A modo de homenaje, recordó los inicios de la institución: el 2 de noviembre de ese año se constituye la primera comisión directiva y se funda, por inspiración de la señora Nora de Sosa Laprida, cuyo esposo en ese entonces era gobernador de Formosa. "Dicen que una noche, estaban sentados en Ser San y ella siente que alguien le tira del ruedo de la pollera, entonces se agacha, levanta el mantel y ve un niño que con mirada triste y suplicante le pedía un pedazo de lo que estaba comiendo", relató. 

Romero de Romay relató que en ese entonces ya se sentía la problemática de los niños "de y en la calle", sobre todo, lustrabotas y canillitas. "Esa mujer fue una persona muy piadosa, que le pidió a la señora Sosa Laprida que reúna un grupo de señoras para formar una asociación sin fines de lucro donde funcionara un comedor infantil para que además se diera apoyatura espiritual y contención a los niños".

A menos de 20 días abre sus puertas la Hostería en la calle España 242. "Se cocinaba en un improvisado fogón. Durante más de 25 años estuvieron cuatro serviciales señoras en la comisión directiva: la señora Ilda Gertrudis Fran de Gandini, quien fue la primera presidenta, la señora Graciela Meitin de Bernard, Elba Rosa Gladich de Romea y la señora María Elena González de Lietti", contó.

A poco de la fundación de la Hostería ven la necesidad de contar con una religiosa que estuviera a cargo de la parte espiritual. Es así que se pide a la congregación de las Hermanas Franciscanas Educacionistas de Cristo Rey y ellas elevan ese pedido a la casa que funciona en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. Como resultado, envían en febrero a la Hermana Julia, que estuvo desde los inicios en la Hostería. Como anécdota comentó que al poco tiempo de que la Hermana Julia se jubiló, la abnegada religiosa falleció, por lo cual quienes la conocieron concluyen en que su misión en la vida era servir en la Hostería junto a los niños. "Dejó girones de su vida en la Hostería, junto a su sello inconfundible de amor, disciplina, trabajo, era una persona muy especial, sabía escuchar y orientar. Para todos tenía el consejo sereno, la palabra justa y trataba de dejar a todos contentos y solucionar sus problemas", expresó. 

Gladys comentó que en la Hostería no sólo se trata al niño, sino a todo su entorno familiar. Con respecto a su tarea allí, manifestó que desde el lugar que le tocó desempeñar dio lo mejor de sí. "Trabajé todos los años en forma efectiva y ahora dentro de lo que puedo estoy presente colaborando con los té, vendiendo las tarjetas, los bonos y preparando la comida dulce para los té", dijo.

A pocos meses de cumplir 30 años en la Hostería, la señora Gladys piensa que "ya es el tiempo", que tiene que dar lugar a otra generación. "Una vez leí, me gustó y entonces hice mías esas palabras que decían: 'Quien no vive para servir, no sirve para vivir'. Una cosa es existir pero hay que ver quiénes vivimos. Yo pienso que vivo plenamente", expresó.

Hablar de la Hostería y de sus años de docente la emocionan profundamente. Con respecto a las recientes Bodas de Oro de ese lugar, comentó que fue "un festejo compartido", considerando a todas las personas solidarias que los ayudaron. Quienes integran esa institución siempre trabajaron silenciosamente y con transparencia.

Llegaron a tener hasta 150 chicos que recibían la apoyatura escolar, las principales comidas y contención espiritual, que ahora está a cargo de la hermana Daisy, una religiosa que se destaca por su alegría.

Hoy en día, Gladys Mabel Romero de Romay, pese al anhelo de la ausencia terrenal de su esposo, transcurre sus días rodeada de su familia, de sus amigos, excolegas y de su perra Canela, la mimada de la casa.























Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer