¿Quién no ha tenido alguna vez un albañil trabajando en su casa? Entre sus herramientas habrán visto en su balde de albañil: la cuchara, la plomada y la manguera transparente, indispensables para la construcción. Pero veamos el uso que de ellas hace: levanta la pared siguiendo la guía de la plomada (acompaño con una gráfica, por si acaso algún lector no está familiarizado con ella).

Luego de alcanzar una determinada altura, debe construir la viga de cintura, para lo cual utiliza la manguera transparente con agua en su interior (también lo ilustro por si acaso).

Ahora bien, ¿existe alguna relación entre estos dos procedimientos tan usuales en la construcción? Lo veremos...

La importancia del ángulo recto, omnipresente en las obras humanas, tiene que ver sobre todo con dos cosas: una puramente geométrica y la otra física. Por una parte, los objetos ortogonales, tanto planos como voluminosos, se agrupan o apilan con más facilidad y eficacia. Por eso los ladrillos son ortoedros, y también casi todas las cajas y envases; y por eso las cartas, las hojas de papel y la mayoría de las baldosas son rectangulares (o cuadradas; pero un cuadrado también es un rectángulo). Por otra parte, el hecho de estar sometidos a la fuerza de gravedad hace de la vertical y la horizontal las dos principales referencias espaciales; y una línea vertical y otra horizontal forman un ángulo recto (los egipcios ya lo utilizaban en sus construcciones). Por ambas razones, la geometría y la física, la inmensa mayoría de nuestras habitaciones son ortoedros con dos caras horizontales (el suelo y el techo) y cuatro verticales (las paredes). No sabemos si los que lo utilizan, conocen estas explicaciones… pero saben que les funciona muy bien para sus construcciones.

En la naturaleza no hay muchos ángulos rectos evidentes; pero en la interacción de los seres vivos con el entorno, el binomio horizontal-vertical (o sea, la perpendicularidad) está siempre presente. El gran arquitecto suizo Le Corbusier, uno de los más importantes renovadores de la arquitectura del s. XX, lo expresó magistralmente en su “Poema del ángulo recto”:

Erguido sobre el plano terrestre

de las cosas comprensibles

contraes con la naturaleza

un pacto de solidaridad:

es el ángulo recto.

De pie, vertical ante el mar,

ahí estás sobre tus piernas…

Efectivamente, el ángulo recto es un “pacto de solidaridad” de la cultura con la naturaleza. Pues si bien las materializaciones de la ortogonalidad son casi siempre obras humanas, es la naturaleza quien las dicta.

¡HASTA EL PRÓXIMO DOMINGO!