Un día como hoy, hace diez años, esta casa perdía su faro. El 23 de julio de 2011 falleció Quique Read, director de este diario durante casi 30 años.

Su partida fue intempestiva como él mismo, y La Mañana se sintió huérfana, como un hijo más.

Sería absurdo negar que los primeros años fueron confusos, llenos de miedo, oscuridad y de dolor necesario. Es que contrario a lo que muchas personas piensan, “La Mañana” no es un ente vacío, es su gente, sus familias, sus humores, sus pérdidas y sus victorias, eso se ve reflejado en nuestro trabajo. Adolecimos y crecimos.

En mi caso, también perdí a mi Papá, y con él, un refugio, mi lugar seguro en la vida. Hasta hoy, diez años después, tanto nuestra casa como el diario tienen cada rincón marcado por su ausencia pero también por su guía, que es mucho más fuerte.

Muchas veces todavía nos preguntamos ¿qué hubiera hecho Quique?, ¿estará orgulloso?, ¿habría tomado tal o cual camino? y no nos da vergüenza admitirlo, como tampoco a veces alejarnos de él y tratar de marcar nuestro propio rumbo.

Creo que a menudo podemos encontrar en nuestros grandes referentes las respuestas a los dilemas actuales, porque, a pesar de la tiranía del tiempo, su esencia permanece.

¿Acaso los proyectos, las ideas, mueren con quienes las gestan? Entendemos que no. El espíritu de La Mañana, que nació con el abuelo Enrique y se consolidó con Quique, continúa firme como el compromiso de mi familia con ella. Por eso, seguimos sosteniendo su obra.

Bárbara Read