Por Washington (enviado especial)
Uno de los puntos más polémicos de esta edición del “Cosquín Rock” lo constituyó sin duda la incorporación a gran escala de la denominada música urbana, que reclamó su espacio acorde con el enorme crecimiento que ha experimentado en el último tiempo. Esta polémica puso sobre tablas las eternas discusiones sobre el line up del festival y sus límites con los demás géneros que -se supone- nada tienen que ver con el rock. Los tradicionalistas echaron por tierra cuanta razón justificara esta mixtura en la grilla y en muchos casos fustigaron no sólo a los artistas de rap y trap sino también a la organización, por “atentar contra el folklore rockero y su música”.
Spinetta continuaba su manifiesto: “El Rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía. Es el impulso natural de dilucidar a través de una liberación total los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso”. Siguiendo esta línea de pensamiento, cabe preguntarse a estas alturas qué elementos conforman la cultura rock, más allá de los ribetes netamente musicales: ¿el trabajo lírico exhaustivo?, ¿la actitud heterodoxa?, ¿la conformación de un espacio de resistencia contra el sistema?, ¿la respuesta a inquietudes que la sociedad demanda? La lista puede extenderse con una gran cantidad de elementos. Sin embargo, estas particularidades no distan demasiado de las que embandera la cultura urbana. Entonces, ¿desde qué lugar afronterarse y cerrar las puertas a otras expresiones que también luchan por sus espacios de expresión? Probablemente estas nuevas generaciones de artistas están tomando como estandarte las banderas que antes les eran exclusivas para el rock y hallaron un canal de conexión efectivo para responder a lo que la sociedad está demandando.
“Denuncio a otros grupos musicales por repetitivos y parasitarios, por atentar contra la música amplia y desprejuiciada, estableciendo mitos con imágenes calcadas de otras músicas que son tan importantes como las que ellos no se atreven a crear ni sentir”. Casi como un manifiesto profético, Spinetta sentaba su naturaleza visionaria y coherente con la carrera que construyó con los años.
Una larga fila de artistas convocaron a sus seguidores en un exclusivo escenario para el género urbano. Aunque, por su enorme crecimiento a lo largo de las últimas ediciones, algunos rompieron la grieta y se infiltraron por la permeable frontera del rock en los escenarios principales, como Wos, Ca7riel & Paco Amoroso, Duki o Cazzu.
Dante Spinetta dio una muestra clara de que la frontera entre el género urbano y el rock es cada vez más estrecha. Julieta Rada fue su invitada de lujo para cantar a dúo “Olvídalo”, aquel éxito que inmortalizara junto a Julieta Venegas. Haciendo gala de su versatilidad como guitarrista que desnudó su lado más rockero, hizo también un recorrido por los éxitos de “Illya Kuryaki and the Valderramas” en el escenario “Urbano”, antes ocupado por su compañero Emmanuel Horvilleur, que trajo a escena toda su naturaleza glam, poniendo a bailar a todos los asistentes.
La dinastía Spinetta también acaparó con el trap el mismo escenario. “Flu Os”, el proyecto musical de los hermanos Ángelo y Benicio Mutti Spinetta, hizo estallar a los presentes, con un sonido potente y profundo en determinados pasajes. Con un look muy particular y sus atuendos barrocos, pusieron sobre tablas un gran despliegue escénico.
Ca7riel y Paco Amoroso fueron el plato fuerte del género en el escenario “Sur”. Con guiños musicales a Charly García y un saludo a Skay Beilinson, que se encontraba en simultáneo al otro extremo, en el escenario “Norte”, una energía desbordante y el acompañamiento de una banda poderosa y precisa, la calidad de showmen de ambos traperos dejó en claro con “Ola mina XD”, “Todo el día”, “A mí no” y “OUKE” por qué son los nuevos dueños de las consolas.
Replik se aventuró al freestyle ante sus fans durante la tarde del sábado, en una lluvia de rimas sobre el beat de suma creatividad, agilidad y perspicacia en el manejo de la palabra improvisada. Los shows de Neo Pistea e YSY A tuvieron lugar en el escenario “Sur”. “Messi”, “Tumbando el club”, “Medusa” y “C90” fueron parte de la lista de Neo, secundado por YSY A, fundador de “El Quinto Escalón”, la competencia de freestyle más importante de Hispanoamérica, que se aventuró alguna vez a echar mano a la voz de Julio Cortazar en la intro de “Vamo’ a darle”, con el poema “Los Amantes”. “¡Bienvenidos al ‘Cosquín Trap!’”, lanzó desde el escenario.
Ecko resonó en la carpa “Urbana” con una puesta imponente y provocadora, fiel a su estilo y a su propuesta estética; y Emanero brindó un espectáculo discreto en el escenario “Sur”, con público reducido en las primeras horas de la tarde del domingo, que concentraría una verdadera marea pasada la medianoche para el show de Duki, que entró a escena con una suerte de gorra siberiana de Iron Maiden. “Hoy es un día especial. El ‘Cosquín Rock’ le abrió las puertas al trap argentino, wacho, y estamos todos acá”, celebró y agradeció al público que los sigue por haberlo permitido.
Pero si hablamos de performers, Louta se lleva las mejores calificaciones. Con una fuerte conexión con el público, que seguía cada una de sus consignas, puso a bailar, a rockear y a corear cada uno de sus números. En un escenario “Sur” especialmente ambientado con asientos de plaza, farolas y girasoles gigantes, compartió performance con Ángela Torres y cantaron a dúo el hit “Ayer te vi”. Además fueron parte de la lista “Palmeras”, “Todos con el celu” y “Chocolate”, entre otros. Hijo de Diqui James, creador de la compañía teatral “Fuerza Bruta”, y la bailarina Ana Frenkel, hermana del músico Diego Frenkel, su linaje artístico da cuenta de su condición de showman por excelencia, con el acompañamiento de un enérgico cuerpo de baile.