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LÁZARO CABALLERO

Galopando en el canto




Por Washington


Bueno, Miguel. Tú sabes bien que yo soy un enamorado de todo lo que sea el hombre de campo, el caballo… Nuestro canto nace de a caballo, nuestro hacer americano nace de a caballo. Aún se le está debiendo el gran monumento a ese gran amigo del hombre, que es el caballo”. Unos días antes de emprender su último viaje a Yapeyú, Jorge Cafrune ofrecía estas declaraciones radiales al periodista Miguel Franco, en la última entrevista que daría en su vida, para el programa “Un alto en la huella”, de Radio Argentina. Corría el año 1978. “El Turco” tenía ya sus horas contadas.
Unos 25 años después, un joven Lázaro Caballero hacía su presentación para la televisión argentina, promocionando ya el tercer disco de estudio de su carrera, y ponderaba la figura de Jorge Cafrune como uno de sus principales referentes en la música.
Su enorme admiración por el artista jujeño lo convertiría así en una suerte de “estrella guía”, como supo decirnos, y marcaría su vida hasta el día de hoy, no sólo en el canto sino también en el amor por los caballos, por las tareas del campo y la puesta en valor de las tradiciones y costumbres de nuestro país.
Lázaro Caballero inicia su camino profesional en la música hace más de 20 años, cuando apenas era un niño, motivado por sus mayores, entre los que pasaba largas horas haciendo suyos los versos de la zamba “De mi esperanza”, cuya interpretación en el Festival de Cosquín 1978 le costaría la vida al cantor jujeño, por haberse aventurado a compartirla con su público, a pesar de estar en las listas negras de la última dictadura.
Ligado también a las tareas del campo desde hace muchos años, este joven formoseño supo alternarlas con su carrera musical, que fue creciendo a paso lento, pero sin desviar sus aspiraciones de lograr canalizar la cultura de su pueblo y traducirla en canciones de gran arraigo. Este 2020 lo encuentra promocionando lo que será su próximo trabajo discográfico, del que se desprende la zamba “Corazón blanco” como primer corte de difusión, una composición en tono laudatorio y emotivo en honor a uno de sus caballos. En este sentido, el próximo 12 de septiembre a las 21 horas, en transmisión vía streaming por las plataformas digitales, dará un show virtual acompañado de músicos notables en el que recorrerá un repertorio extenso de su carrera, repasando los éxitos que lo convirtieron en un artista de renombre y sumando nuevas canciones que serán parte del disco nuevo, cuya presentación se anticipa una vez que las condiciones sanitarias estén dadas.

En una amena charla con Cronopio, Lázaro asegura que todo debe darse a paso lento, sin quemar etapas. Y estas afirmaciones parecen guardar correspondencia con su notable progreso interpretativo y el crecimiento sostenido de su carrera, si consideramos aquella primera actuación profesional en la localidad formoseña de Pozo del Tigre, a sus siete años. Laureado y ampliamente reconocido sobre todo en el Noroeste Argentino, suele despertar gran devoción en su público, lo que le ha abierto las puertas de los principales escenarios del país y también fronteras afuera, incluida España.
Avezado en la ejecución de la guitarra, el bombo y el violín, ha sabido poner a consideración del público un repertorio sumamente variado de estilos. Zambas, chacareras, chamamés, carnavalitos y recitados criollos conviven en un artista que ha ido consolidándose con el paso de los años.
Su participación en todos los festivales locales y su consagración en el Festival de La Chaya (2003), Baradero (2008), Cosquín (2014) y Cafayate (2020), entre otras menciones importantes, lo convierten en un artista indiscutido que ha sabido ser lo que canta y pregona: la defensa de la identidad nacional, que lo tendrá por mucho tiempo más galopando en el canto.

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¿Con qué nos encontraremos este sábado 12 al sumarnos a Lázaro Caballero vía streaming?
- “Tendremos un show muy lindo, que reúne todas las condiciones, con todos los protocolos necesarios; con el distanciamiento social que se requiere, barbijos… Cumplimos con todo el protocolo para poder hacer un show de este tipo. Va­mos a presentar algunos temas nuevos, también algunos temas viejos que volvimos a poner en el repertorio. Es prácticamente como un show en vivo convencional pero sin público y con el distanciamiento que corresponde”.

¿Estos temas nuevos que me decías son del próximo disco?
- “Sí, así es. ‘Corazón blanco’, por ejemplo, lo vamos a hacer, vamos a hacer otro tema que se llama ‘Desde un ayer a un mañana’, que también está en este último disco, que vamos a lanzar más adelante, que ya lo tenemos preparado pero no lo estamos lanzando por esta cuestión de la pandemia. ‘Corazón blanco’ es uno de los primeros cortes que lanzamos y el segundo va a ser ‘Desde un ayer a un mañana’, que lo vamos a dar a conocer en vivo desde este nuevo show”.

Cafrune decía que su canto nacía de a caballo, como una suerte de estampa indivisible. ¿Cuál es el concepto que manejás en “Cora­zón blanco” en torno de este compañero de andanzas?
- “Bueno, aparte de que amo los caballos y de que me gustan mucho, me crié en el campo. Mi música prácticamente está basada y reflejada en las vivencias y costumbres del campo, lo que no­sotros hacemos allí día a día. Este ‘Corazón blanco’ es el regalo de un amigo muy querido de la in­fancia, de mi pueblo. Él lo amansó y me lo regaló. Es un caballo muy bueno; para el quehacer del campo es mi crédito, como digo yo. Y le tomé mu­cho aprecio, es un animal muy noble conmigo. Y así nació esta zamba. Un día me preguntaban los nombres de mis caballos y comencé a decírselos… ‘Serafín’, ‘Chancho’… y ‘Corazón blanco’, le dije a un amigo. Y me dijo: ‘Qué lindo nombre para escribirle una canción a tu caballo’. Y comentando esto con otro amigo, también compositor, Beto Vi­llalba, decíamos: ‘Es de buena rienda… en el co­rral es un capo… para correr…’. Y entonces ahí sa­lió la música y escribimos conjuntamente la zam­ba. Yo pienso que por esto también lo tomé a Ca­frune como mi estrella guía, porque él era un hombre de a caballo, viajaba mucho a caballo. El día que falleció, él llevaba un cofre con tierra de Bou­logne-sur-Mer a Yapeyú, donde nació San Martín, y fue algo confuso su muerte. Quedó inconclusa. Ha de ser por eso también que lo tomé como referente”.

Hay elementos líricos en tu obra propios de la vida de campo que dan una viva imagen de este universo. ¿Qué tanto de mencho genuino tiene Lázaro en su día a día?
- “Justamente hoy estuve haciendo unas publicaciones en Instagram y resaltaba que hace dos semanas que no ando por el campo. Por este tema de los ensayos y preparar el show para el otro fin de semana, no me pude ir mucho. Pero si no estoy metido en un trabajo así, tan fino como este -estamos ensayando todos los días-, yo estoy más allá que acá, prácticamente toda la semana; estoy más en el campo que en la ciudad. El campo es mi vida, es mi pasión, lo que amo y también es mi trabajo”.

Tu reconocimiento artístico se dio primero fronteras afuera de Formosa y luego creció hasta conquistarla también. ¿A que creés que se debió este fenómeno del profeta y su tierra?
- “Sí, tal cual. Antes recibía muchas críticas en Formosa. Y hasta hoy en día también. Pero ahora mucho menos. Ahora es más la gente que me escucha, que me quiere y que le gusta lo que hago. Antes, cuando era chiquito, era muy cuestionado, porque yo cantaba y ‘era el hijo de’. Entonces, empecé a salir más y a tocar más afuera que acá. Yo prácticamente seis o siete años no toqué acá en la provincia. Y comencé a girar para el lado de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Bolivia, La Pampa, Provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba… Y fuimos ganando de a poquito nuestro lugar. Creo que la gente de Formosa también se dio cuenta de eso, cuando yo ya me largué también un poquito más solo y tomé un camino más independiente de mis padres. En un momento dado, yo le dije a mi padre: ‘Hasta acá, Papá, ustedes me acompañaron, me dieron todo, me apoyaron siempre. Acá sigo solo’. Y yo creo que ahí la gente se dio cuenta de que no era así, como pensaban antes. Mucha gente me lo reconoció: ‘Mirá, Lázaro, yo antes no te escuchaba cuando eras chiquito; para mí, cantabas horrible. Pero hoy en día te escucho todos los días’. Y me gusta la gente que es sincera de esa manera. Me parece buenísimo. Fue así como vos decís: primero, donde nos empezaron a escuchar muchísimo fue para el lado de Salta, Jujuy, Bolivia, Tucumán… y después a la gente de Formosa también le empezó a gustar. Y así pasó”.

Sos un artista que despierta una gran devoción en el público y te lo hacen saber permanentemente. ¿Te llevás bien con esta imagen de “folkstar” -si se quiere- o más bien preferís que hable tu obra?
- “Me llevo bien con eso. Es parte de la música también, de lo que me pasa. Primero me costó, mucho. Pero ahora lo llevo bien, me llevo bien con las redes. Esta pandemia me ayudó muchísimo a mejorar la comunicación desde las redes sociales y a incursionar un poco. Porque yo era cero antes; lo manejaba otra gente. Y ahora empecé a manejar un poquito yo este tema. La verdad es que los clubes de fans me ayudaron muchísimo a mí. Fueron un puntal para este crecimiento que tuve, porque ellos trabajaron desde su lugar también. Ahora cumple tres años el club de fans más grande que tengo en Facebook, que tiene cerca de 77.000 seguidores. Me llevo súper bien con ellos. Y siempre están generando contenido y me ayudan muchísimo”.

Con más de 20 años de carrera, seguís con un estilo que pone en valor lo tradicional, con un fuerte anclaje en lo autóctono. ¿Tenés una mirada purista de la música folklórica o les das lugar a ciertos tratos con otros géneros y estilos?
- “Soy más tradicionalista, pero no estoy en contra de lo otro. Es la línea que elegí desde chiquito. Pero también a veces le metemos algunas cositas, no fuera de lugar, dentro de lo que es tradicional pero con algunos acordes melódicos, lo que atrae mucho al público joven. Pero en general sí, sigo una línea tradicional”.

Te solemos ver activo en redes con algunas transmisiones en vivo… ¿Qué tanto extrañás los escenarios en este tiempo de restricciones por la pandemia?
- “Se extraña muchísimo. Los escenarios, la calidez del público, la energía que transmite… Yo sobre todo extraño dar también mi energía al público. Se extraña mucho el cariño de la gente, el afecto, los viajes, estar con los músicos, ir de gira, sufrir las giras -porque se sufren un poco también las giras-. Y los escenarios, ni te cuento. Yo no puedo ver un show en las redes porque ya me pongo triste”.

Desde aquel primer show en Pozo del Tigre, hace unos 20 años atrás, hasta hoy, ¿cómo definís tu crecimiento artístico?
- “Creo que fuimos sembrando de a poquito en tierra buena. Y hoy en día, todo lo que cosechamos en estos veinte o veintiún años que estamos en la música va dando sus frutos. Vamos cosechando de a poquito lo que fuimos sembrando. Seguimos sembrando igualmente hasta hoy en día. Yo no quiero parar. Quiero seguir, no tengo un tope. No digo: ‘Voy a llegar hasta acá’. No. Yo quiero seguir dando todo, mi música y mi energía al público. Pienso que fue un crecimiento que se dio de a poco. Y seguimos yendo de a poco, no dimos un salto, de comenzar e ir hasta arriba. No. Yo pienso que vamos elevándonos de a poquito. Había un viejo refrán que me decía mi abuelo: ‘Acordate, hijo, que despacito, se va lejos siempre’. Y yo pienso que eso es fundamental para una carrera. Hay que ir lentamente, no hay que quemar etapas, porque ahí podemos cometer muchos errores”.



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