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“MICROALMAS: MÚSICA Y DISTANCIA”, EL SÁBADO 4 DE MAYO EN “LA MANDINGA”

Revisar ciertas lógicas editoriales

* Por Héctor Washington



"Microalmas: Música y distancia" es el espectáculo de lectura de textos y canciones que el escritor Juan Solá y la cantante Neyen Morra presentarán en “La Mandinga” (Don Segundo Sombra 175 del barrio Fleming) el próximo 4 de mayo a partir de las 21 horas. Las entradas anticipadas están disponibles comunicándose al 3704-653839.

En el marco de actividades que el centro cultural desarrolla a lo largo del Mes del Trabajador, poniendo de resalto que la idea irrefutable de que “Arte es Trabajo”, la visita de los artistas se encuentra organizada por el espacio de lectura y escritura que las talleristas Nelly Mendoza, Andrea Pérez, Aldana Machado y Agostina Roque llevan adelante, coordinadas por la narradora oral Marina Silveri.

Previo a su arribo a Formosa, Juan Solá dialogó con Cronopio y explicó que “este espectáculo recorre con canciones y textos el amor y el desamor, la justicia social y el arte como trinchera. La idea es convocar a un espectáculo que sea apto para todo público, para toda la familia. Pueden ir con sus hijos, con su pareja… los temas que va a tocar Neyen son la mayoría conocidos, como algunos temas de ella. Y los textos que yo leo son míos en su mayoría, los que están en mis libros”, graficó para enfatizar: “Sobre todo me interesa generar lazos con la gente y los centros culturales, más en estos tiempos que están corriendo, donde la cultura está como en el patio de atrás”.

Así también, se permitió reflexionar acerca de la dinámica de la industria editorial y las lógicas en torno a la profesionalización de la escritura que -a su criterio- habría que revisar. En este sentido, aseguró: “Hay muchos artistas que están trabajando de otras cosas o vendiendo -en realidad, alquilando- su tiempo para poder cambiarlo por dinero que les sirva para poder dedicarse al arte. Y muchas veces, esa escritura no llega a ningún lado, se duerme en un cajón. En nuestra profesión, nosotros no tenemos ni jubilación. Y vos, cuando editás y publicás un libro, hay impuestos que se pagan, estás comprando papel a precio dólar y hay un montón de beneficios que no se obtienen. Y la escritura es la única materia prima gratuita”.

Para ejemplificar su afirmación, recurrió a un caso concreto: “Vos querés poner una fábrica de quesos y yo vendo leche. Y vos me decís: ‘Dame 100 litros de leche, yo voy a hacer queso. Si vendo el queso, te pago la leche’. Eso le hacen a los escritores: ‘Vos dame tu novela, yo la imprimo, hago cien ejemplares. Si los vendo, yo te pago el 10% de cada ejemplar’. Mientras tanto, la gratuidad de tu trabajo es tremenda. Si vos te abrís una editorial mañana y hacés un concurso, con la impresión de la novela que gane como premio, vas a obtener por lo menos 100 originales, porque hay mucha gente escribiendo que quiere publicar y no tiene un mango o no sabe el proceso. Entonces te llenás de originales y después ves. Incluso, fijate cómo son los certámenes, que si vos perdés, ni siquiera te devuelven tu original, lo destruyen. Como si no valiera nada imprimir originales. Siempre fue así”, analizó.

En cuanto a la adquisición de textos por parte del público, explicó que la gente consume mucha ficción, “como si fuera falopa”. Además, recordó el panorama de hace unos años atrás, con las restricciones a propósito de la pandemia: “Era tremenda la exigencia de ficción, todo el tiempo. La gente quería consumir películas, teatro y un montón de producciones artísticas, que empiezan con un guion que escribe un chabón, pidiendo por favor al universo que alguien le dé pelota, a ver si puede sacar unos mangos para pagar el alquiler o un medicamento o lo que sea. Entonces, hay que revisar la gratuidad de la producción artística, que recién cuando entra en las lógicas del capitalismo, parece adquirir valor. Por suerte, tenemos la posibilidad de dialogar entre nosotros cada vez más, la posibilidad de la autoedición y de utilizar las plataformas para difundir nuestro trabajo, para hacer PDFs; y también tenemos mucha complicidad del lado de los lectores”, finalizó.

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Música y narrativa amalgamadas... ¿De qué se trata la experiencia “Microalmas: música y distancia”?
- “Es una experiencia que armamos junto a Neyen Morra, cantante de Resistencia. La idea de es hacer un cruce entre la música y los textos. Es un espacio de fusión entre la experiencia musical y narrativa, un espectáculo profundo, reflexivo y al mismo tiempo lleno de humor, complicidad y momentos memorables. Se compone de un conjunto de textos atravesados por la música, así como un conjunto de canciones atravesado de fragmentos de diferentes libros. Básicamente es lectura con música o un recital con textos. Y también habrá como interludios de charlas, diálogos… poder intercambiar también con el público. Y al final, va a haber firma de ejemplares y venta de libros. No fuimos nunca a Formosa. Y tenemos la idea de hacer una gira por el NEA. Neyen viene de Rosario, vive allá. Y vamos a hacer una fecha en Resistencia, una en Corrientes y la que más estamos agitando es la de Formosa, justamente porque no fuimos nunca y la verdad es que hace rato tengo que ganas de conocer”.

Hace muchos años venís trabajando con Neyen Morra. ¿Cuál es la sintonía en la que ambos convergen? ¿Qué los une?
- “Neyen y yo fuimos compañeros de colegio. Nos conocimos ahí y tenemos ideas políticas muy parecidas; eso quizás es lo que más nos une, nuestro pensamiento político y nuestra certeza de que el arte es un motor para mejorar la calidad de vida de muchas personas, para defendernos un poco o hacer de escudo en estos tiempos hostiles que están corriendo, en los que la cultura está siendo puesta en el patio de atrás o en el último cajón. Ella es muy profesional para trabajar y eso para mí es muy bueno, poder trabajar con alguien que lo está dando todo. Es docente de canto, sabe lo que hace y te da mucha seguridad en el escenario. Yo estoy como arrancando con esto de la narración oral, llevo hace un par de años pero siempre es lindo tener a tu lado a alguien que te genera confianza. Me pone muy contento poder compartir este espacio juntos”.

Hay en el prólogo de “Microalmas” una definición de vos que me quedó grabada: “Es un albañil de las palabras”. ¿Cómo construís tus historias?
- “Por ejemplo, lo que estoy escribiendo ahora se construye a partir de una idea de cómo puede llegar a ser el mundo de acá a 100 años. Son cuentos que hablan del mundo después del mundo. Lo que vos leés en ‘Microalmas’ son microrrelatos que vienen a partir del desamor. Entonces, por ahí el relato se construye bastante a partir no sólo de mi experiencia. Yo creo que en todo relato hay algo de biográfico, pero no sólo desde la experiencia sino también desde la idea que yo tengo del mundo y lo que yo estoy buscando decir. Muchas veces pienso que trato de escribir los cuentos que hubiese querido leer yo cuando era pibe. Y también nutriéndome constantemente de otros poetas, de otros autores. Creo que la parte o el contrapeso necesario en la escritura es que tenés que leer mucho o lo más posible por lo menos”.

Hay en tus narraciones un componente lírico muy importante que a veces incluso se come la historia misma. Y también el costado emocional de los personajes, que muchas veces nos permiten empatizar con ellos, desde su infancia y sus vivencias, recuerdos, reflexiones…
- “Yo creo que tiene que ver con esta idea mía de que la poesía está en todos lados y que la gente en general habla en poesía pero no estamos prestando atención. Creo en la poesía como una energía superadora de nuestra existencia, algo que existe por fuera de nosotros, algo que nosotros simplemente podemos captar, no producir. Uno cree que produce poesía porque hay un residuo, que es el poema. Pero el hecho artístico tiene que ver con el encuentro, con maravillarse y recuperar el asombro, la imaginación. Con permitirse un poco correrse de los parámetros que exige la cordura para poder ver un poquito más allá. Es muy interesante lo que pasa cuando empezamos a vivir en sintonía con este decir poético, con este entender que la poesía está en todos lados, que nos excede, que no depende de nosotros para existir. Yo siempre digo que la poesía se salva sola, no necesita el salvavidas de la humanidad, rescatándola en forma de versos. El verso es residuo del hecho artístico. Y el hecho artístico es el encuentro con la poesía”.

Hay lugar para incomodar, sin embargo, y plantarse ante la realidad… Pienso en “Negra de mierda” o “Porque son negros”, por ejemplo…
- “Es también una forma de decir: ‘Che, esto también pasa’. Ese es el aspecto político del texto. Hay gente que sostiene que el artista tiene que producir arte y no meterse en temas políticos, como si el arte mismo no fuera un hecho político, como si el mismo acto creativo no fuera en sí mismo político y como si esa posibilidad de decir no fuera política. Me parece tonto creer que un artista y su obra están separados del contexto de producción. Yo creo que se puede separar el artista de la obra, siempre y cuando el artista ya no esté entre nosotros. Entonces sólo nos queda la obra. Pero si yo tengo un artista vivo produciendo en este momento, el artista va acompañado, va de la mano de su obra, el contexto no le es ajeno. Me pasa que leo a escritores como Andahazi, por ejemplo, que es muy talentoso pero tiene un pensamiento político muy retorcido. Y me cuesta consumir su trabajo, porque sabés el trasfondo que tiene y es un autor vivo. Me pasa con varios autores. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo la obra poética de Borges. Y Borges no es la persona que más simpatía me genera en el mundo, por supuesto. Pero trato de recuperar ese espacio, que es la obra poética de Borges, elementos que me sirvan a mí para seguir adelante con mi trabajo. Y lo que no te sirve, no te sirve. Pero es tonto creer que un artista no escribe a partir de su experiencia política, es bastante inocente”.

Leí por ahí que habías abandonado la escritura por un tiempo por la presión que te generaba de chico cargar con una mochila de expectativas de los mayores… hasta que te rompieron el corazón. ¿Qué lugar ocupa la desdicha en tu actividad como escritor?
- “Ser escritor ya es una desdicha (risas). En un país como este, donde no se toma en serio nuestra profesión, es muy difícil. Yo creo que el 95% de mis colegas no puede comprarse una casa con su trabajo. Y no porque no venda o porque no produzcan y vendan un montón, sino porque simplemente es un espacio bastante bastardeado y mal pago. Se cree que uno trabaja por amor al arte, pero yo con el amor al arte no puedo pagar el alquiler, no puedo pagar un boleto de colectivo. Necesito vender un libro, necesito vender un texto, necesito que me paguen por mi trabajo. Es bastante difícil apuntar al arte en este contexto, porque aparte del hecho de que ya es un trabajo mal pago, no está revisado el tema de los aranceles. Recién ahora la Unión de Escritores está tratando de armar un tarifario y trabajando para que el arte autoral sea reconocido como un trabajo más. A eso vos sumale que la gente no se puede comprar una casa en general. Eso es un poco lo que pasa con los artistas. Y cada 4 años, los cambios de gobierno te dan un simbronazo, que decís: ‘¿Para dónde corro?’. Como artista, yo creo que es imposible el exilio porque uno no se puede exiliar del arte; vayas a donde vayas, el arte te va a acompañar”.

¿Cómo ves la virtualidad como medio alternativo de difusión de textos de escritores nóveles?
- “Es medio falaz la virtualidad, porque es un medio de difusión donde si vos pagás publicidad por tu producto, te lo van a difundir. Pero si no, lo van a ver las mismas 50 o 100 personas a tu trabajo, por más seguidores que tengas. Si vos no te hacés amigo de las personas correctas o de los medios de comunicación o de la tarjeta de crédito y pagás una difusión en redes sociales, es lo mismo que nada. León Ferrari sostiene que las élites cambian su dinero por estatus cultural. Entonces, vos sos un pobre infeliz que produce arte, va y vende por monedas, por dos mangos, su trabajo, para formar parte. A veces incluso regalan su trabajo para que los inviten a estar en algún lugar. No hay nada más triste que escuchar a alguien que regala su trabajo a cambio de que estar en un lugar le sirva: ‘Sí, lo voy a hacer gratis, pero a mí me sirve ir a la Feria del Libro’; ‘Sí, lo voy a hacer gratis porque a mí me sirve estar en la Feria de Editores’. Necesitamos poder decir: ‘Me pagan por mi trabajo, porque es un trabajo como cualquier otro’. Lleva tiempo, dedicación, conlleva mucha frustración. Muchas veces es un trabajo que se produce constantemente, casi como el trabajo docente, diría yo, porque no se limita a las 4 horas donde uno se pueda sentar a escribir. Vos estás con eso todo el tiempo en la cabeza, es una producción integral y cons-tante, interdisciplinaria. Para producir un buen relato, vos tenés que leer mucho. No es simplemente fantasear. Y aunque lo fuera, también merece su pago justo si ese producto es consumido y es bien adquirido. Una editorial te dice que firmes un contrato y capaz que a tu libro lo sacan de acá a tres años. Y vos tenés tu libro parado en la editorial porque tienen que ver cuál es el momento adecuado, porque lamentablemente las editoriales responden a una lógica capitalista y están manejadas -en el 70% u 80%- por empresarios que no son escritores. Es muy difícil llegar a un diálogo sensato y genuino con una persona que a todo lo que vos le decís lo va traduciendo constantemente en signo pesos, en dinero”.

¿Qué les dirías a tantos jóvenes que escriben y buscan espacios donde dar a conocer sus textos?
- “Que no imiten a nadie, que lean mucho, que no tengan vergüenza de lo que escribieron antes, que todo es un proceso que te va formando y que no intenten separarse de su obra. Yo personalmente no me separo de mi obra, mi obra es mi vida, mi contexto. Incluso hay veces que en mis propias obras guardo secretos míos para no olvidarme, porque tengo muy mala memoria. Les diría que usen la escritura como la herramienta que es, como un martillo: yo con el martillo te puedo cons-truir una casa o romperte la cabeza. Y que entiendan que la obra no te pertenece, la obra que queda es un residuo de tu encuentro con el hecho artístico, con el arte en sí, con la escritura. Y ese residuo le pertenece a otra persona, a otra gente que está esperando eso. Es la manera en que yo trato de vivir: no cagués a nadie, que no te caguen los editores. Mirá lo que firmás, fijate si te alcanza la plata y te autoeditás. Porque en vez de ganar el 10% de tu libro, vas a ganar el 60 o el 70. Que conversen entre ellos siempre, porque pasa mucho que los editores nos separan y nos hacen creer que hay celos entre autores. Mi consejo es que lean el diario, varios diarios distintos, que sigan a periodistas en vez de a influencers o tiktokers, que usen las redes con conciencia y que no se comparen con nadie”.



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