El Vía Crucis Formoseño continúa hoy su camino “por la Cruz a la Luz”, tal como planteó monseñor Pacífico Scozzina y, en este sentido, el padre Ponciano Acosta, párroco en Pozo del Tigre, recordó que el itinerario “es la historia de sangre y de dolor del pueblo formoseño para escribir una nueva historia”. En este sentido, coincidió en que la situación del interior de la provincia “no sólo es preocupante, sino dolorosa”, y afirmó que la contemplación del Camino de la Cruz “nos tiene que llevar a comprometernos con un futuro mejor”.
En una entrevista realizada ayer, en primer lugar La Mañana lo consultó sobre el estado de los cicloperegrinos -quienes ya pasaron por la localidad en la que desempeña su tarea pastoral- teniendo en cuenta el calor extremo que pesa sobre la provincia y la exigencia física.
“Los encontré superentusiasmados, es increíble realmente, y ese fue un poco el mensaje que me di a mí mismo y hablaba con los demás: el espíritu de sacrificio que a veces todavía nos cuesta volver a retomar, en el sentido de que no por la adversidad nos vamos a quedar y buscar la comodidad. Estos hermanos y hermanas realmente están andando por estas situaciones así tan difíciles, aunque intentan reacomodar sus horarios. Ayer salieron mucho más temprano de Ibarreta; ya estuvieron para las 9.60 en Pozo del Tigre y se quedaron hasta las 18.00”.
Ayer por la tarde estaba previsto que el grupo procesional del Vía Crucis Formoseño tradicional, en vehículos, arribe a esa localidad. En este sentido, el sacerdote comentó que el arribo, “para los pueblos es una fuerza muy grande, hay mucho entusiasmo”.
“Yo veo en eso la gran sabiduría de monseñor Scozzina, en poder unir los pueblos de Formosa con el camino de la Cruz de Jesús, pero sin olvidar lo que él decía: el Vía Crucis Formoseño es la historia de sangre y de dolor del pueblo formoseño para escribir una nueva historia. Es decir, el Vía Crucis en sí mismo nos tiene que llevar a comprometernos con un futuro mejor”.
La Mañana planteó que esta historia todavía se escribe en la actualidad con sacrificio y mucho sufrimiento en ciertos casos, sobre todo en varias comunidades del interior provincial. ¿Cómo los vive usted acompañando y pastoreando la iglesia en esa zona de la provincia? “La situación en el interior de Formosa no solo es preocupante, sino dolorosa”, subrayó.
Agregó que se está viviendo un contexto nacional, pero advirtió que “no tenemos que ser tan simplistas de creer que esto es sólo hoy. Venimos arrastrando esta situación. Me ha tocado acompañar siempre de cerca a los pueblos campesinos e indígenas, y veo cómo se ha vuelto atrás en muchas cosas”. Por ejemplo, mencionó que “no hay producción aquí alrededor de Pozo del Tigre, no hay de fuentes de trabajo genuino de producción. ¿De qué vive la gente? A veces me pregunto qué sería de estos pueblos si no hubiera habido estos planes”.
Añadió que todo esto se va agudizando en el último tiempo, por lo que destacó que equipos de fieles “están poniendo los ojos y el corazón en los que más sufren, tratando de que sufran menos con acciones concretas, ayudando a quienes pueden necesitar un medicamento o no tiene el pan de cada día. “La cuestión de la enfermedad es una de las cosas más duras en el interior”, advirtió al respecto.
Originarios
El padre Ponciano alertó que hay comunidades originarias que están abandonadas, algo que “lo reafirmo con más fuerza después de haber estado el domingo pasado en El Potrillo Viejo, en la tumba del padre Francisco Nazar, y luego recorriendo un poquito la zona de Ingeniero Juárez y de todo el Oeste”.
“Hay que ver lo que son esos montes, esas picadas… ¿quién llega? Y muchas veces, los que llegan son con una llegada clientelista”.
Al ahondar en el reciente homenaje al padre Francisco Nazar, dijo que se dio “como a él le hubiera gustado, con su gente, que son los indígenas, y con sus amigos, que estuvimos ahí debajo de los árboles. Con palabras de los mismos aborígenes, porque ellos fueron los que se expresaron de distintas maneras, con la poesía, el canto, en la celebración interreligiosa, en la comida”.