Las inclemencias de un tiempo cada vez más hostil obligan a los gobiernos, -en especial a aquellos que no adoptan los recaudos necesarios- a actuar muchas veces sobre la leche derramada.

De indudable valor y, desde luego, de candente actualidad son las sugerencias -relacionadas a las medidas preventivas y otros resguardos- que deberían brindarse a las y los vecinos ante la inminencia de fenómenos meteorológicos, como pueden ser tormentas o inundaciones.

Nuestra región y la ciudad de Formosa en particular vienen siendo azotadas últimamente por lluvias que se presentan cada vez más intensas y copiosas; ráfagas de viento y granizadas capaces de causar grandes destrozos. Anegamientos que en minutos obligan a evacuar viviendas -casi siempre en los mismos barrios-, son situaciones que alteran dramáticamente la vida de la población, frente a las cuales no han existido hasta ahora mecanismos rápidos de prevención y defensa, al menos para disminuir los riesgos y mitigar sus devastadores efectos.

Representantes de organismos municipales competentes, personal de Bomberos y, sobre todo, agentes de Defensa Civil debidamente capacitados/as, deberían redoblar esfuerzos y estar más en contacto con la vecindad, instruyéndola sobre los cuidados esenciales y los mínimos preparativos ante la inminencia de una contingencia climática desfavorable.

No somos especialistas en la materia, pero se nos ocurre que debe haber una lista detallada de recomendaciones. Por ejemplo, de especial interés parecieran ser las referidas a las precauciones que deben adoptar los peatones/as y automovilistas (no circular por calles inundadas, no intentar rescatar a personas en peligro sin antes avisarle a los Bomberos, para que sean éstos quienes se hagan cargo de los salvatajes), así como las prevenciones vinculadas al sistema eléctrico, en el sentido de no tocar cables caídos en la vía pública, no tomar contacto con alambrados ni columnas, desconectar de la red los electrodomésticos si la tormenta es eléctrica, dejar secar por completo el sistema domiciliario antes de reponer la energía en una casa que haya estado inundada.

Se ha encarecido muchas veces en esta columna sobre la importancia de divulgar en la población todas aquellas medidas que sirvan para inculcar principios que hagan a la mejor preservación de su salud y de sus bienes. Pero a la vista está que hace falta seguir trabajando en la generación de conciencia.

Además de ello, y aunque a los libertarios/as pueda disgustarles, debe recordarse que es obligación irrenunciable del Estado asegurar la presencia de un sistema destinado a procurar evitar, anular o disminuir los riesgos que, tanto los agentes de la Naturaleza o cualquier desastre de otro origen, puedan provocar sobre una comunidad.

Resulta trascendente, pues, visto el alcance de recientes emergencias meteorológicas en la región, no sólo que se divulguen los mecanismos de prevención que pueden adoptar las y los pobladores de un lugar, sino que, además, los poderes públicos consoliden un sistema específico para actuar con celeridad y eficacia en estos casos.