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Empleo de mala calidad



La conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores se concretó ayer en un contexto desfavorable para el mercado laboral argentino y para los asalariados en general, por el escenario de recesión económica con alta inflación y con despidos de personal en distintos ámbitos. Por ello, el país requiere una estrategia clara e integral no sólo para estabilizar la economía sino también para incrementar la creación de empleo de calidad en el país.

Diversos analistas vienen advirtiendo desde hace tiempo que el mercado laboral argentino tiene una alta predominancia de empleos de mala calidad, por el elevado número de puestos laborales no registrados y/o de muy baja productividad, en empresas que tienen escasa posibilidad de producir valor en relación con los recursos consumidos. Esto deriva en un mercado laboral “en blanco” que se redujo significativamente a lo largo del país.

En este marco, hay que recordar que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, correspondientes al año 2022 y difundidos el año pasado, el trabajo en negro alcanzó el récord de 5.613.000 empleos a lo largo del país, con lo cual llegó al 43,3% sobre un total de 12.955.000 puestos laborales. Estos números revelan el fuerte avance de la precarización laboral, proceso que se dio en paralelo a un profundo deterioro de los salarios.

Cabe mencionar que de acuerdo a algunos especialistas en el tema, el universo de asalariados registrados comenzó a caer a partir de la crisis cambiaria de 2018, mientras aumentaba proporcionalmente el peso de los asalariados no registrados en el total de empleos. Asimismo, durante la pandemia, el porcentaje de trabajadores registrados sobre el total aumentó y llegó a casi el 60%, pero no por un incremento de este tipo de puestos de trabajo (que se mantuvieron a raíz de la prohibición de despidos y del programa ATP) sino por una drástica caída de los puestos informales, los más afectados por las restricciones a la circulación. El escenario actual marca un limitado porcentaje de empleo “de calidad” y un número de puestos laborales “en negro” elevado, y que a su vez podría incrementarse.

Más allá de que ciertos rubros con niveles de informalidad superiores al resto deberían ser destinatarios de políticas específicas que den cuenta de sus particularidades, como fue el caso del régimen especial para el sector del personal de casas particulares, se requiere que tras el debate de la ley de Bases y de la reforma laboral que se incluye en esa normativa, se trabaje con mayor intensidad para lograr una pronta estabilización de las principales variables de la economía y luego dar lugar a un proceso de recuperación del empleo “en blanco” y del mercado interno.

Para lograr estos objetivos, las autoridades nacionales deberían tener en cuenta algunas ideas que vienen planteando determinados sectores, como una serie de políticas tendientes a fomentar las inversiones y la generación de empleo formal, con reducciones de impuestos y de contribuciones patronales; y se requiere una revisión de los contenidos que se brindan en el Nivel Secundario, para mejorar la formación de los jóvenes y conseguir que puedan insertarse en la educación superior y en los ámbitos laborales de manera exitosa, entre otras medidas que pueden ser debatidas y analizadas con el fin de revertir el preocupante escenario actual.



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