Los mercenarios mediáticos del macrismo recorren los canales de TV y aprovechan el caso Vicentin para sembrar el temor en cada argentino a que Alberto y su gobierno se lancen a expropiar todos los bienes de los ciudadanos.

He visto a comunicadores como Debora Plagger plantear que el dueño de un departamento en cualquier ciudad deberá ahora en adelante, preocuparse porque será objeto de expropiación futura.

Naturalmente se repite el vacío eslogan…vamos a convertirnos en Venezuela.

Estos disparates son parte del relato neoliberal, la visión de un modelo de sociedad para pocos, y si bien se basan en conceptos y categorías poco serias que no resisten mucho análisis, sin embargo prende en sectores de clase media, que ya ha sido malformada por un discurso de odio con la famosa 125 que dio origen a la grieta social.

Mucha buena gente cree en verdad estos dislates y es una cuestión que debe preocuparnos.

Lo dijo Perón: ni yanquis ni marxistas…peronistas.

La historia debería ser suficiente para demostrar la falacia de estas afirmaciones.

Catalogar a un gobierno peronista de “comunismo” es pecar de ignorancia y malicia.

Desde su primer gobierno Perón fue el motor de la formación de una industria de capitales nacionales. En los años 50 al 70 fue modelo envidiado en América; con el fomento a la industria liviana y mediana, sentando las bases de la industria pesada.

Jamás antes, ni después la industria vivió en este país un ciclo de crecimiento similar.

Sí debo decir que Perón puso una exigencia de base a esa industria: garantizar a sus obreros los derechos laborales y sociales. Y pagando salarios dignos, blanqueando al pueblo trabajador, esos industriales se hicieron ricos, pero su riqueza derramaba de verdad en la sociedad porque había un Estado que garantizaba sus derechos a los trabajadores.

Perón exigió legalmente que las ganancias de las industrias extranjeras se reinvirtieran parcialmente en el país; hasta que Menem y su experimento neoliberal borraron la ley y permitieron la transferencia de ganancias sin límites.

Y cuando asocian a los Kirchner como socialismo chavista, pretenden negar la realidad: Néstor fomentó el desarrollo de esa burguesía nacional y le hizo ganar dinero en grandes volúmenes.

Basta analizar los indicadores económicos de los años de Néstor y Cristina para refutar los disparates que dicen estos mercenarios.

Y cuando atravesamos las crisis internacionales como la del Tequila, de las hipotecas sub prime etc; fue ese modelo que hoy critican el que auxilió con fondos públicos a esas empresas para que sobrevivan.

La prueba más concreta es que hasta hoy el Estado, vía ANSeS, posee parte del paquete accionario de las mayores empresas argentinas en forma de acciones, incluidos Clarin, como contrapartida a los cuantiosos préstamos estatales que recibieron y que forman parte del Fondo de Sustentabilidad.

En esos momentos de crisis, ninguna de estas empresas líderes de nuestra economía parecía temer por la propiedad privada cuando pedían cuantiosos fondos del Estado para no desaparecer.

Y el Estado al que hoy califican de comunista los salvó, y la propiedad de sus empresas no corrió peligro ni entonces ni ahora.

Es el caso de la vaca empantanada

Parecen olvidar que el origen de la deuda externa fue durante la dictadura de Videla cuando un joven Cavallo estatizó la deuda privada de las empresas nacionales, deuda que aún seguimos tratando de pagar 40 años después. Recordemos cuando asumió Alfonsín lo que padecía nuestro pueblo por ese experimento.

La única verdad es la realidad

Lo más gracioso, al punto de ser ridículo, es que cuando el macrismo al cual pertenecen todos estos opinólogos rentados (como descubrimos con Milei y la corporación América) gobernó el país, en solo 4 años las empresas nacionales fruto del desastre económico de Mauricio, perdieron su valor en hasta un 60%.

Lo cierto es que el modelo peronista es una copia del estado de bienestar que aplicó el presidente Rossevelt en EEUU tras la crisis de 1929/30, a la que se llegó por los abusos del capitalismo sin control o capitalismo salvaje. Y ese estado de bienestar nació en el país modélico del capitalismo moderno y se expandió al mundo.

Podrá decirse que es un capitalismo regulado por el estado activo, vía control de los monopolios para evitar abusos contra los consumidores (recuérdese que se aplicó a una corporación de medios tecnológicos una multa multimillonaria por esas prácticas) y que se aplica aún en varios países de Europa, y no creo que nadie en su sano juicio pueda negar su utilidad y eficacia. Pero de allí a llamar al peronismo “socialismo o comunismo” solo es posible por la locura del fanatismo en el que muchos han caído.

Nuestro modelo económico cree en la fuerza del capital productivo en lo posible en manos de empresarios nacionales, y rechaza el capitalismo financiero que solo depreda la economía generando desocupación, usando la globalización para maximizar ganancias y evadir los impuestos en los países en desarrollo debilitando seriamente la economía del mundo. Justamente la aparición de fenómenos como Trump o el Brexit de Inglaterra demuestran como una minoría de ricos ha depredado la economía mundial sin generar verdadera riqueza ni producción.

La primera economía mundial, EEUU padece los efectos de estas prácticas predatorias, ya que las empresas globales llevan el trabajo a factorías en Asia y dejan a los obreros norteamericanos sin trabajo y excluidos del sistema.

Como también decía Perón, la única verdad es la realidad.