¿Quién puede a estas alturas poner en duda lo que ha demostrado la historia reciente con el auge del neoliberalismo en Argentina? Pensarlo como un mero proyecto económico es por lo menos rayano a la ingenuidad, cuando ya ha dado muestras infinitas de que se funda en un plan siniestro que clava sus fauces más tenebrosas en el nervio cultural y político de las sociedades, que opera a tiempo completo para desalmarnos, alienarnos, deshumanizarnos y empaquetar nuestra independencia crítica como un producto enajenable y caprichosamente mercantilizable al mejor postor. De ahí en más, todo deviene en estupor y el sálvese quien pueda de un país librado a la regulación económica del poder real: sus grandes empresarios.
Así lo entendió el Gobierno nacional al ocuparse de inmediato -luego de ganar las elecciones por casi el 54% de los votos del ballotage (que no del total del país)- de arbitrar los medios que creyó necesarios para disciplinar a la sociedad toda: una devaluación del 100% de la moneda, un protocolo que criminaliza y reprime ferozmente la protesta social y un sinfín de medidas inconstitucionales contenidas en un DNU, lanzadas como dardos en caída libre imposibles de focalizar y atacar en conjunto. La doctrina del shock estaba en marcha: aprovechar el escenario de crisis para desmembrar el aparato productivo nacional y rematarlo como vieja mercancía.
Sacando rédito a la efervescencia por el triunfo y el apoyo casi patológico de aquel 54% que aún no atina a salir de una suerte de disonancia cognitiva, muchos de esos dardos disparados a mansalva fueron directo al corazón del sistema cultural nacional, con el cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA), del Instituto Nacional del Teatro (INT), la derogación de la Ley de Precio Único del Libro, la desfinanciación a la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), del Instituto Nacional de la Música (INAMU), del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC).
En medio de este escenario, como un retrato de época de lo más cínico, las devastadoras medidas en contra de los trabajadores culturales contenidas en el proyecto de ley Ómnibus ingresaban al Congreso Nacional para su votación el próximo 25 de enero. Casi en simultáneo, el Presidente asistía a una función teatral de su pareja en el Radio City de la ciudad de Mar del Plata. “Van a venir meses muy duros, pero nos vamos a poner de pie”, había dicho. Verdad difícil de imaginar cuando a contraluz de sus medidas antipopulares, descubrimos a una casta regodeándose cada vez más en la angustia de cada trabajador argentino.
Los días aciagos que anticiparon el fin del año 2023 encontraron al pueblo en las calles, entre marchas, cacerolazos y organizaciones de artistas defendiendo la soberanía cultural del país. Formosa tuvo su parte también en esta lucha, agrupándose en la Asamblea de Artistas Independientes, que luego de una reunión virtual preliminar, convocó a todos los trabajadores de la cultura en el teatrino de la Plaza San Marín este viernes 5 de enero, donde delinearon acciones en torno a las futuras movilizaciones que van a decantar en la marcha y paro nacional convocados por la CGT el próximo 24 de enero, previo a la votación en el Congreso de este paquete de medidas descabelladas.
La consigna es clara: el repudio enérgico al DNU y al proyecto de ley Ómnibus. “Por eso, como artistas, nos ponemos en alerta y declaramos la Emergencia Cultural para defender lo que vienen a eliminar, que son nuestras culturas. Todos tenemos la convicción de por qué estamos hoy en esta asamblea y ojalá podamos sumar a más compañeros en esta lucha”, sostuvieron.
A su vez, al calor de la tarde formoseña del viernes, los artistas -portando carteles que reproducían consignas como “No al cierre del FNA y del INT”, “Que el teatro sea trinchera”, “Abajo el DNU”, “No a la ley Ómnibus” y “Encendamos la lucha; no al apagón cultural”- señalaron la “necesidad de romper con el pacto que hay entre ciertos sectores de la política -que van a actuar como traidores a la Patria- con el Gobierno. Es necesario poner un plan de acción desde los sectores y apoyar masivamente el paro del 24 de enero”, así como también lograr “quebrar el pacto social que todavía existe entre el Gobierno y un sector de la sociedad que sigue apoyándolo”, por desconocimiento a lo que implica este ataque en contra de los trabajadores del arte de la Argentina.
Así también, se resaltó la necesidad de que más representantes locales de la cultura se sumen a la lucha colectiva, de manera tal de conquistar el espacio público y dar a conocer a la sociedad la problemática medular que implica el cierre y el desfinanciamiento de estos organismos de fomento, apoyo y difusión, ya que en Formosa “tenemos la desventaja de ser pocos y que el consumo cultural tenga un carácter de prescindencia muchas veces. Tenemos que salir a hacer esa presencia en otros espacios, más de lo que estamos haciendo ahora, y extender puentes con otras agrupaciones para ser más fuertes”, proyectaron.
Desde la más profunda convicción de que “la cultura no se negocia”, argumentaron que en el proyecto de ley Ómnibus, “a veces con hasta pequeños cambios en terminología, nos terminan sacando un montón de derechos; por eso hay que revisar la ley a fondo”, contribuyendo también al esclarecimiento de la comunidad respecto de que “no se trata de que la política nos estaba sirviendo como si fuese una canilla abierta de financiamiento de subsidios, sino que esas políticas están protegiendo un patrimonio cultural, hay leyes internacionales de la UNESCO que tienen carácter constitucional y que avalan el desarrollo y el apoyo de los Estados a la cultura y de la ciencia sobre la cultura”.
Seguidamente, dejaron en claro en la asamblea que “para este Gobierno actual, la cultura se trata de un gasto; para las políticas federales inclusivas, son una inversión. La cultura no es solamente la expresión; la cultura es la memoria activa y colectiva. ¿Qué pasa si un día nos despertamos sin memoria? Que no nos duerman la memoria, que no nos callen la voz y que no nos vengan a decir que somos un gasto, porque invertir en la cultura es invertir en el futuro, porque cultura es soberanía”.
En un amplio consenso entre trabajadores culturales de distintos sectores, como el teatro, el cine, la danza, la música y la literatura, se definió la necesidad y la urgencia de llevar a cabo intervenciones públicas abiertas a la comunidad, para lo cual se invita también a todos los sectores culturales a apoyar y sumarse a esta lucha colectiva, con radios abiertas, reposición de obras teatrales, lecturas y shows musicales, a fin de “socializar y dar a conocer esta problemática que nos involucra a todos, porque la cultura nos compete a todos”.
Se recordó también y puso de resalto en este sentido “la dificultad de los artistas de Formosa para estar organizados porque aún no hemos podido confluir en una unidad de lucha. Y hay muchos motivos para luchar. Hicimos un gran avance en la pandemia cuando nos organizamos. Y eso también es nuestra historia de lucha, porque define también lo que se viene. Si estamos desorganizados y escondidos, vienen a arrasar con todo”.
Por otra parte, se instó a los representantes de Formosa en el Congreso Nacional a ponerse en conocimiento del enorme perjuicio que implica para el sector trabajador la aprobación de este proyecto de ley. “Este Gobierno llegó al poder democráticamente, pero sus votantes no van a aceptar que han sido engañados, porque entran en una cuestión futbolística donde lo importante es ganar. Más allá de las medidas que tome el Gobierno, importa ‘que el otro se joda’. Ahí es donde nosotros tenemos que hacer hincapié, en el debate”, resaltaron, así como también la urgencia de empezar a disentir “con los compañeros de cada sector, porque hay muchos trabajadores de la cultura que están contentos con todo esto. Y eso es lo loco, beneficiarios de estos organismos de Cultura que no están aquí y que militan este avasallamiento por las redes sociales”.
En otro tramo de la asamblea, se aseguró: “La situación en la que estamos hoy es excepcional. Nunca la clase trabajadora, en ningún Gobierno de estos 40 años de democracia, fue tan atacada duramente como ahora. Nos quieren borrar lisa y llanamente derechos conquistados en 150 años. Como trabajadores de la cultura, estamos ante una bisagra”. Para lo cual se puso en valor la movilización callejera: “Es evidente que la presencia en las calles es lo que les asusta. Por eso el protocolo antipiquetes represivo de Bullrich fue lo primero que anunciaron después de la devaluación de Caputo”, arguyeron.
Finalmente adelantaron que la próxima movilización tendrá lugar el miércoles 10 de enero a partir de las 18 horas, desde la Plaza San Martín a la Peatonal Rivadavia, para lo cual reiteraron la convocatoria a todos los trabajadores de la cultura y a la comunidad en general que quiera sumarse a apoyar la lucha y sumar información fehaciente acerca de la importancia de los organismos que están en la mira del proyecto de ley Ómnibus. Por eso recordaron la necesidad imperiosa de comunicar a la sociedad el objetivo de la lucha: “Hay mucha desinformación, no sólo dentro del sector artístico sino también en las familias, en la comunidad. Es necesario informar a la gente sobre, por ejemplo, qué es la Ley de Fomento, qué representa, a qué organismos respalda…”.
Previo a levantar la sesión de la asamblea, aseguraron acerca del Gobierno, como cara visible del poder real: “No van solamente por el presupuesto, por lo económico, sino por lo simbólico, por las identidades, por las pluriculturalidades. Van por definir quiénes son cultura y quiénes no son cultura”.