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ÚLTIMA FUNCIÓN DEL AÑO DE “CHAU MISTERIX”, HOY EN EL CINE-TEATRO “ITALIA”

La edad de la inocencia

* Por Héctor Washington



La era dorada de los cómics resplandeció en el país allá por los lejanos ‘50 y ‘60. “Misterix” fue un icono de ese resplandor que, al apagarse, se llevó entre sus páginas muchos mitos, sueños y paraísos creados por la explosión demográfica de posguerra de toda una generación conocida como “baby boomer”.

Unos veinte años más tarde, el dramaturgo argentino Mauricio Kartun marcaría a fuego la escena teatral nacional con el estreno de “Chau Misterix” (1980), cuyos infantiles personajes daban cuenta de la pérdida de la inocencia por medio de la teatralidad lúdica y disparatada.

La realidad y el universo ficticio se entremezclan en un mismo espacio escénico que tiene por misión desdoblar al espectador y retrotraerlo a los últimos estertores de su infancia, en una identificación inevitable a partir de los mitos y construcciones sociales de fines de los años cincuenta, que terminarían por hacerse trizas con el advenimiento de los sesenta y el despertar sexual que les sirvió de corolario.

Desde esa búsqueda de identificación con el universo de sus personajes, “STAMPA” Productora invita a la comunidad formoseña a la última función del año de “Chau Misterix”, adaptación de este clásico de Kartun, que dará sala hoy a partir de las 20.30 horas en el Cine-Teatro “Italia”. Desde la organización resaltan que las entradas aún están a la venta a través del 3705-059685, con beneficios del 20% de descuento para jubilados y trabajadores municipales.

Rubén Parra (Misterix), Laura Borrini (Sharon Stone), Florencia Sosa (Doctora Burque) y Martín Iza (Riley) conforman el elenco de esta adaptación contextualizada ya en los años ‘90, que retrata el típico “barrio de la infancia, los juegos, los amores desencontrados, el despertar sexual, las frustraciones, las rivalidades y las competencias”.

Dirigida por Tincho Iza y Nicolás Bareiro, la obra se caracteriza por su gran despliegue escénico de la mano de un talentoso equipo de trabajo: en Sonido y Musicalización, Ramiro Silva y Alejandro Bogado; en Iluminación, Omar Giménez; en Mapping y Audiovisuales, Santiago Minerva y Ayelén Álvez; y en la Producción, Regina Vitonti y Malén Del Basso.

“Chau Misterix” propone desde el principio un viaje por el duelo que deja la pureza infantil cuando se apaga, el paso del portafolio escolar, los pantalones cortos y los anteojos a lo que se espera socialmente de un hombre con todas las letras: “rico”, “lindo”, “rubio” e “inglés”, atlético y objeto de deseo de las mujeres.

Al clásico original de Kartun lo rodean un sinfín de elementos simbólicos: la pila atómica de Misterix como pistola y artefacto fálico por excelencia, la mujer como propiedad del varón una vez “marcada con la M de Misterix en la frente”, el “Yo, si quiero…” como demostración de supremacía, la “varonera” como objeto de deshonra que ha perdido su “telita”, el Geniol con Coca Cola y su “fiebre interina”, las sábanas y las ropas tendidas al sol, la lucha con el tigre como iniciación en la masturbación y las mujeres arquetipo de la época: Marilyn Monroe y Gina Lollobrigida.

En diálogo con Cronopio, Martín Iza repasa el proceso de adaptación que atravesó la obra original para lograr la identificación a partir de experiencias vividas en los ‘90, la lectura social de una puesta siempre vigente, los imaginarios que aún perduran normalizados en el inconsciente colectivo y la necesidad de revisar los clásicos del teatro universal que nos interpelen más allá del paso del tiempo. Así también, sus protagonistas en escena refieren la experiencia personal de haber participado en este proyecto teatral y humano que sondea los recovecos más profundos de nuestra niñez, que afloran de repente para recrear nuestra propia era dorada que atesoramos siempre como un talismán sagrado: la edad de la inocencia.

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Detrás de una comedia tan divertida y disparatada como “Chau Misterix” se deja entrever una lectura social muy elocuente. ¿Hubo un tratamiento particular en la adaptación para esta puesta o más bien sigue el parlamento original?
- “Hay un poco de las dos cosas. La verdad es que el proceso de adaptación fue muy particular y cambiante. En un principio, mi idea era montar la obra tal cual la escribió Kartun porque, por un lado, es una comedia perfectamente escrita, en donde si te arriesgás a modificar algo, eso condiciona todo el texto; y, por otro lado, me parecía un sacrilegio echar mano a un texto escrito por el dramaturgo más importante que tiene nuestro país. El tema fue que a medida que lo iba releyendo al texto, sentía que algo me faltaba y por eso me puse a indagar más en el ‘Universo Kartun’, cosa que fue esclarecedora porque él decía que no podía escribir nada sin basarse en su propia experiencia. Asi que tomé eso y decidí trasladar la historia, que sucede en un verano de 1958, a la década de los 80 y me pasó lo mismo, me faltaba algo más y me di cuenta que era la identificación. Ninguno de los que estábamos en el equipo vivió esa década; obviamente que todos la conocíamos por las referencias históricas a nivel social y, sobre todo, cultural que dejaron una huella imborrable. Entonces, sabiendo que faltaba ese factor de la experiencia vivida y la identificación, fue que decidí que la historia transcurra en la década de los 90, que sí la pasamos -y vaya que la pasamos-. Esa decisión fue fundamental porque logró abrir la puerta del recuerdo de cada uno y poder trabajar con las vivencias para lograr conectar con la esencia que Kartun manifiesta en sus textos. Y eso es lo que la hace disfrutable tanto para el espectador como para nosotros, que la hacemos, porque es viajar un ratito hacia esas cosas que nos construyeron el hoy”.

El Misterix formoseño… ¿busca una bajada de línea a nivel social o apunta a hacer reír libremente desde un viaje al fin de la niñez?
- “También, un poco y un poco, y creo que ambas se complementan para que tenga el efecto deseado de la comedia. Soy partidario de un concepto que una vez escuché acerca de la definición de ‘humor’, que era poner algo en donde no va y en ‘Chau Misterix’ sucede eso. Se tocan varias inquietudes que todos teníamos a los 12 años, como por ejemplo el despertar sexual; y ahí no causa risa el acto en sí sino la poca o nula información que tiene el personaje de Rubén y los malabares que hace para manifestar lo que le sucede. Porque para el mundo adulto era un tabú hablar abiertamente de algo tan natural como la sexualidad, y todo lo que podías tomar venía de la televisión. Recordemos que todos crecimos con programas como ‘Brigada Cola’, que apuntaban a un público infantil, en horario central, en un canal ‘para la familia’ y se cosificaba a varios de los personajes femeninos. Claro, nosotros no captábamos claramente esa información, pero la tomábamos sin explicación alguna”.

En “Chau Misterix”, Kartun muestra una radiografía muy clara de la pérdida de la inocencia de una generación en cierto período histórico. ¿Qué aspectos de la sociedad de aquel entonces siguen aún vigentes en estos tiempos que la convierten en una obra tan actual?
- “Creo que la vigencia de la obra responde a que muchos aspectos de aquella sociedad siguen estando, en lo bueno y en lo malo, y es justamente en lo malo donde la comedia aparece para hacer su crítica. Si bien hemos avanzado en muchos aspectos que han logrado mayor apertura en muchas cuentas pendientes, hay otras tantas que siguen esperando. En ‘Chau Misterix’, por ejemplo, se manifiesta una crítica al sistema educativo, que basa sus reglas en una suerte de ‘premios y castigos’, que llevan a los alumnos a la rebeldía de resistirse al orden establecido y, por ende, ver al docente como ‘enemigo’. Pero en este caso en particular, el problema es más profundo y persiste desde hace muchos años, porque los gobiernos siguen precarizando y llevándose puestos a los docentes, quienes tienen que llevar una tarea tan enorme para una sociedad, como es la de educar, sin saber si llegan a fin de mes; y como humanos, la frustración y el enojo no tardan en hacerse carne, y eso llega a los chicos. Es una cadena que desde arriba viene oxidada. Te hablo de la educación sólo por darte un ejemplo, pero sucede en otros ámbitos y es una charla que podría llevarnos horas y nos daría más material para nuevas comedias y muchos dramas”.

La promoción de la obra apunta especialmente a un público millennial, con reminiscencias a los años ‘90. ¿Qué aspectos de aquellos años se reflejan con mayor fuerza en esta puesta?
- “Nuestra puesta tiene un fuerte anclaje en los hits musicales que hicieron furor en aquella década y que teatralmente es un recurso que viene a reforzar o subrayar las situaciones que los personajes viven. Hay un trabajo muy meticuloso en ese aspecto, porque personalmente hay canciones o melodías que me llevan directamente a un sitio en particular, y eso es lo que se busca que pase con el espectador, que se genere esa identificación. Y la música es un lenguaje muy poderoso para lograrlo. Y otro punto alto es que dentro de los diálogos hay muchas referencias de modismos y formas de hablar que se usaban y que hoy pareciera que vuelven cada tanto a ponerse de moda, como el término ‘chapar’ o ‘tranzar’ para describir un beso. Es una producción integral que en cada lenguaje que converge para su realización hay referencias que hacen que el público viaje hacia su propia experiencia sin importar la edad”.

Como director que apuesta por adaptaciones de obras del teatro universal, ¿cuál es la importancia que tiene -a tu criterio- la reposición de estos clásicos, más allá de creaciones colectivas locales?
- “Creo que su importancia radica en que de alguna manera u otra hablan de nuestra condición humana y todo lo que nos rodea, ya sea de una manera elevada como Shakespeare o terrenal/barrial como lo hace Mauricio Kartun. Particularmente, hago obras que manifiestan lo que quiero decir, hablan de mis inquietudes, de mis pensamientos. Es por eso que me sería muy difícil dirigir a pedido algo que no me interpele”.

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LAURA BORRINI (SHARON STONE)

“‘Misterix’ es una propuesta que va más allá del teatro, es una propuesta muy original que no sólo va a hacer que uno se divierta -porque es una comedia que desde que inicia hasta que finaliza, te hace reír-, sino que es un gran espectáculo que combina el teatro y los audiovisuales. No tenemos nosotros una escenografía convencional, tenemos proyecciones, y toda la obra en sí se combina con estas proyecciones, con las luces, los sonidos… y se crea un ambiente que recrea un verdadero espectáculo, más allá de una obra de teatro. Sé que les va a gustar porque es una obra de muy buena calidad en la que se trabajó muy meticulosamente en combinar muchas áreas técnicas para que las personas realmente puedan disfrutar de la función. Los esperamos para que la puedan vivenciar y también volver a vivir esas situaciones de la infancia que nos quedaron marcadas, esos amores de niños que recordamos hasta el día de hoy, y poder disfrutarla y poder reírse a carcajadas, que es la finalidad de esta obra”.

RUBÉN PARRA (MISTERIX)

“Desde el primer momento fue un lindo reto, donde leí el texto y me identifiqué con el personaje. Fue un reto complicado porque se trata de hacer de un niño, de un superhéroe, desdoblarse todo el tiempo y además tratar de hacer humor. Eso también es lo más lindo: pasar letra cada día y ensayar cada función. Es una experiencia única porque es lúdica, es jugar todo el tiempo. Además, tiene mucho de la carga histórica nuestra, de lo que vivimos en la infancia. Y mucha gente que creció en los ‘90 se representa en la infancia también porque fueron años muy icónicos. Uno empieza a jugar desde que llega hasta que termina. Es hermoso revivir eso y ponerse en la piel de ese niño: jugar, divertirse, pasarla bien. Aparte, tenemos un equipo que, además del talento, le pone mucha garra y entrega. No se la pierdan, porque todos los que estamos arriba del escenario y afuera entregamos todo. Estamos dando lo mejor y queremos que la gente la pase bien, que se divierta y se identifique con los personajes, empatice y recuerde algunas cosas de su infancia y de su juventud. Se van a divertir y emocionar también”.

MARÍA FLORENCIA SOSA (DRA. BURQUE)

“Fue todo un proceso tratar de encontrarlas a Titi y a la Doctora Burque, porque hago dos personajes en donde se tiene que notar la diferencia entre uno y otro. Fue largo y me costó bastante porque tuve que hurgar un poquito en los rincones de mi niñez, ver cómo era yo de niña y qué podía aportar desde ahí. Fue muy introspectivo ir hacia mi niñez, que poco y nada recuerdo. Un trabajo psicológico bastante pesado para poder lograr que Titi tenga vida. Pero la experiencia fue hermosa, porque ella es muy inocente, muy niña todavía en un grupo donde ya casi todos están entrando en la pubertad, ya saben de otras cosas, ya ven la vida con otros ojos. Me gustó un montón aprender a diferenciar un personaje y otro, a la niña de la superheroína. Es un laburazo y es una comedia muy divertida que hicimos durante todo este año y el año pasado. Fue todo un año de preparación y el resultado es maravilloso. Deberían ir a verlo para que puedan vivenciar el producto de este proceso tan largo y tan enriquecedor que fue para nosotros”.



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