pixel facebook
Viernes 26 de Abril de 2024

29 ° C Clima

Logo Editorial


Premisa de la hora



A 213 años de aquel primer grito de libertad que inició el camino a la independencia, un repaso del tiempo transcurrido revela la carencia de dos elementos fundamentales para la consolidación de nuestro país como nación: la unidad y el respeto al pluralismo.

Lo que sí ha demostrado la Argentina a lo largo de estos dos siglos es la enorme vocación creadora y la resiliencia de sus habitantes, así como un esfuerzo denodado para superar cíclicas crisis políticas y económicas. La existencia de un amplio territorio, beneficiado con grandes riquezas de la naturaleza, coadyuvó a remontar las peores depresiones.

Ahora bien, en forma paralela se han manifestado, y siguen haciéndolo, otras características que condicionan nuestro desarrollo federal y que, por cierto, no forman parte del legado de los grandes héroes y de nuestros antepasados, quienes, viniendo incluso de la avanzada Europa, buscaron en este bendito suelo el lugar para concretar sus sueños.

“El año 2000 nos encontrará unidos o dominados”, dijo Juan Domingo Perón el 11 de noviembre de 1953, mientras buscaba una integración política y económica del Cono Sur. A 70 años de aquella histórica frase, no sólo los países sudamericanos siguen sin ponerse de acuerdo en el rumbo a seguir, sino que la Argentina misma exhibe la falta de un proyecto común.

La bicentenaria brecha entre las desmesuradas ambiciones del centralismo porteño y las lógicas expectativas del interior, aunque pueda haberse achicado en algunos momentos de la historia, nunca pudo cerrarse de modo definitivo. Esas diferencias fueron protagonizadas por caudillos, en la primera etapa, y por dirigentes políticos y sociales en las décadas posteriores; y aun en la actualidad siguen siendo alentadas.

Las luchas fratricidas, los enfrentamientos intestinos y las diferentes ópticas que subsisten en materia de política exterior, por ejemplo, impidieron delinear una relación estable del país con el mundo y tampoco permitieron fijar prioridades en la adquisición de conocimientos, en una estrategia de crecimiento regional y en la capacidad productiva. Todo está por plasmarse aún.

Como dato social positivo pueden resaltarse los avances en la compresión y tolerancia hacia la diversidad religiosa, cultural y sexual; sin embargo, la existencia de inconfesables prejuicios hacia tales manifestaciones todavía anida en el pensamiento de algunos sectores.

Más allá de la puja electoral, los conceptos de unidad y pluralismo, que suponen aceptar la diversidad en todas sus manifestaciones sin pretender un pensamiento nacional o provincial hegemónico, deben formar parte del corazón de los nuevos principios de la política. Sin esos atributos, será imposible terminar de construir el legado que soñaron nuestros antepasados/as.

La crisis educativa, la creciente exclusión social, la falta de inversiones, los reiterados fracasos económicos, la cultura del asistencialismo, así como la liviandad en la lucha contra la corrupción, son problemas que sólo podrán resolverse a partir de un nuevo entendimiento político y social. La premisa de la hora.



Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer