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Llegar y sentir



El flamante director médico del Hospital Interdistrital Evita, Raúl Ledesma, dijo, al asumir, que el objetivo principal de su gestión será “humanizar la atención médica y profesional de la salud; que la persona que venga encuentre acá no solamente una respuesta a su problema sanitario, sino también una contención afectiva”. Pero admitió que se trata de algo “muy difícil de lograr en este mundo muy complejo”.

Decía el fallecido actor Robin Williams, en su memorable interpretación del médico Patch Adams, que si hay que luchar contra alguna enfermedad, que la lucha sea contra la indiferencia. Tal vez allí esté la clave de una nueva tendencia que busca “humanizar” a las y los médicos en la relación con sus pacientes.

En Argentina, es memorable la prédica pionera de René Favoloro en este sentido. “La medicina sin humanismo no merece ser ejercida”, disparaba sin contemplación por sus colegas “mercantilizados”.

El tema ya no pasa desapercibido en las facultades de Medicina del país, donde gana terreno la aspiración de que los/as profesionales de la salud tengan una formación más integral, más centrada en los/as pacientes; conducta que cada vez tiene mayor auge en el mundo.

Especialistas que este diario sigue regularmente sostienen que médicos y enfermeros deben tomar conciencia de que están frente a una persona y no a un enfermo. De ahí que en los últimos años algunas casas de altos estudios hayan incorporado la materia Relación Médico-Paciente. Gracias a ella estudiantes aprenden a comunicarse con los pacientes respecto de cómo deben dar una mala noticia. A veces todas estas cosas deben enseñarse, porque se dan por sobreentendidas y no es así. Los y las profesionales necesitan esta preparación también.

Como dicen quienes trabajan la temática con seriedad, “lo importante es la capacidad de empatía”. Reconocen que muchos estudiantes ya vienen con esa empatía, pero aunque con el paso de los años no la pierden, tampoco la mejoran.

Volviendo a quien fuera uno de los máximos exponentes de esta filosofía orientada a sostener, antes que nada, la estrecha relación entre las y los médicos y quienes los consultan en busca de ayuda, Favaloro resumía todo en la siguiente frase: “Hay que sentir al paciente”.

La importancia de hacer sentir bien a los/as pacientes se evidencia con los payamédicos, que trabajan en los hospitales con el objetivo de mejorar la estadía de las personas internadas. Resaltan que las materias humanísticas son muy importantes porque consideran al ser humano de forma integral, no sólo en lo físico sino también en lo emocional.

Por eso, además de saludable, es reconfortante que comience a priorizarse este aspecto en la medicina local. Por supuesto que es un objetivo “muy complejo” de alcanzar en un mundo deshumanizado como el actual. Pero la única batalla que se pierde es la que no se da, o la que se abandona.

Es crucial para la salud en general que la medicina considere no sólo la manera en que trabaja con los pacientes, sino además la forma en que llega y siente a cada uno de ellos.



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