El adolescente le había prometido a su abuelo que “un día iría en bici hasta Güemes”, dijo su madre. “Cuando nos enteramos que estaba grave, parte de la familia viajó a Güemes. En el camino nos avisan que mi papá falleció. En Castelli quedaron mi hija de 19 y él, de 16. Al saber de la muerte de su abuelo, salió a las 5 de la mañana y llegó pasadas las 21”, narró entre lágrimas Celia Villalba
GENERAL GÜEMES - Armando Ezequiel Ramírez, de 16 años, recorrió unos 186 km entre Castelli, Chaco, y Villa General Güemes, Formosa, para despedir a su abuelo materno que acababa de fallecer, y cumplir con la palabra empeñada ya que le había prometido que “un día haría ese recorrido en bici y ahora lo cumplió para darle el último adiós a su abuelo”, narró entre lágrimas Celia Villalba, madre de Armando.
En diálogo con La Mañana, Celia Villalba, madre de Armando Ezequiel Ramírez, relató cómo se dio todo: “Recibí un llamado de mi hermana avisándome que mi papá se puso mal y que lo internaban, por lo que salí para Güemes. Vine con mis tres hijos más chicos y mi esposo y quedaron en Castelli mi hija de 19 y mi nene de 16. Cuando estábamos cerca de la rotonda de Villa Río Bermejito, me llama mi hermana y me dice que papá falleció. Mi hija se vino en moto con su novio y Armando le dijo que vaya nomas, que él se quedaba, pero había sido que él le prometió a su abuelo que iba a ir un día en bicicleta hasta Güemes”.
Tras el velorio, cuando la familia se disponía a llevar los restos de don Máximo Villalba, productor ladrillero de Güemes, hacia su última morada, llegó a la casa un móvil policial y “ahí me enteré de lo que mi hijo hizo”, dijo Celia. Si bien Armando “no alcanzó a despedirse de su abuelo, pudo cumplir la promesa que le hizo y me siento muy orgullosa de mi hijo”, destacó la emocionada mujer.
En otro tramo de la entrevista refirió que el adolescente salió de Castelli a las cinco de la mañana del miércoles 25 y arribó a Güemes pasadas las 21. “Agradezco a todas las personas que le dieron un pedazo de pan y picadillo por la calle, que le dieron un vaso de agua a mi hijo”, dijo entre lágrimas, para enfatizar: “hay mucha gente solidaria”. Don Máximo Villalba era ladrillero y, según narró Celia, “siempre nos inculcó el valor de la palabra. Nos decía que cuando uno da su palabra tenemos que cumplirla”.