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CUENTOS Y POEMAS DEL NORDESTE ARGENTINO

Formosa, en los confines de la literatura



Por Héctor Washington


La editorial “Desde la Gente”, del IMFC (Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos), presentó de manera virtual la Colección “Confines de la Patria”, una selección de textos narrativos y poemas de escritores del Nordeste Argentino, entre los que se destacan -por Formosa- Orlando Van Bredam, Humberto Hauff, Sandro Centurión y Adriana Helbling. Con un gran trabajo compilatorio por parte del escritor chaqueño Francisco “Tete” Romero, esta apuesta editorial, más allá de dar cuenta de un rico ecosistema literario en la región, pone de manifiesto en dos tomos la gran proyección nacional e internacional de algunos de los escritores que la componen. A modo de presentación, Romero escribe: “El radar de esta antología (…) orienta su brújula hacia la literatura de las últimas décadas, la de los últimos años del siglo veinte, la de estos años del nuevo milenio”.

En este sentido, “Confines de la Patria” conforma un corpus de textos regionales que dan cuenta de la necesidad de descentralizar la literatura nacional canonizada, pretendidamente circunscripta a los límites que traza el Río de la Plata: “El canon nacional, concebido como mapa abierto, flexible y provisorio, sirve entonces como memoria cultural de una Nación, como rastros y huellas identitarios, a partir de los cuales leemos la realidad y sus culturas, y también, desde luego, el libro del universo. Como si fuese una hoja de ruta para orientarse, para no extraviarse ante los lenguajes y mensajes uniformes/homogeneizadores de la cultura de la globalización”, reflexiona el escritor chaqueño.

Cronopio dialogó con cada uno de los cuatro escritores formoseños que componen la antología, quienes ahondaron acerca de los textos presentados, su manera de crearlos, sus prácticas de escritura, su universo discursivo y el rol del lector, entre otros aspectos, resaltando el papel fundamental de Formosa como eje vertebrador de un sinfín de escrituras desde el Norte Argentino, desde los confines de la literatura, mucho más cercanos de lo que habitualmente se concibe desde fuera.


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ORLANDO VAN BREDAM

"Fotos" - "Sinforiano"

"Confines de la Patria’ es una antología valiosa y representativa de la producción literaria de nuestra región, aunque no agote el número de escritores y escritoras referentes posibles. Surge como iniciativa chaqueña y no me extraña, porque Resistencia ha liderado siempre esta clase de convocatorias del Nordeste. En 1972 aparece ‘Narradores actuales del Nordeste’, recopilación de Osvaldo Pérez Chávez, con una edición auspiciada por Lotería Chaqueña. Más tarde, Mempo Giardinelli publica ‘Pertenencia’ (2006), antología de narradores del Nordeste editado por ‘Desde la Gente’, como ahora sucede con ‘Confines de la Patria’, realizada por Francisco Romero. Para mí es un hecho importante que cuatro autores locales estén ahí representando un buen momento de nuestra literatura provinciana”.

"Fotos" es un relato narrado en un presente que da la sensación de la inmediatez, de lo instantáneo, todo el tiempo. ¿Cómo concibe la historia a contar y la técnica narrativa adecuada? ¿Cómo lo va definiendo?
- “‘Fotos’ está basado en un hecho que me perturbó tanto, que decidí escribirlo. Desde luego, hay otros personajes y situaciones que alejan el relato del acontecimiento real y lo deslizan hacia la ficción. Opté para narrar este cuento por el recurso de una visita a fotos familiares que todos solemos hacer cada tanto y lo que provoca ese encuentro ante los rostros de quienes ya no están. Pensé que esto le daría más verosimilitud al relato y me permitiría jugar con las emociones de los que contemplan esas fotos. Hay un evidente afán de romper con la linealidad del relato y jugar con las palabras, tensionar el discurso”.

El texto está también despojado de marcas (comillas, rayas, cursiva) que definan los diálogos y las intervenciones del narrador. ¿Cómo decidió apelar a este recurso?
- “No soy de experimentar tanto con el discurso lite-rario porque no olvido nunca las posibilidades del lector, pero aquí me solté, me dejé llevar también por las emociones y me permitió romper con los compromisos de la sintaxis en el afán de obtener un clima propicio. Cuando lo leí en voz alta, como suelo hacer con mis producciones ya concluidas, advertí que la voz del narrador había alcanzado el tono buscado”.

Hay algunas locaciones precisas en la historia, como “Baires”, “Entre Ríos”, “Concordia”, e incluso está dedicado a la memoria de alguien. ¿Tiene algún anclaje en la realidad?
- “Desde luego, ‘Fotos’ tiene un fuerte anclaje en la realidad. Está basado en un hecho real que sucedió en Gualeguaychú a fines de los noventa y está dedicado a Michela Ferrari, una vecinita de mi infancia que, tal como allí se narra, murió de esa manera. El narrador soy yo y los escenarios son reconocibles porque era la intención rememorar este episodio”.

“Sinforiano” ya tiene un tratamiento más desde la ironía e incluso el humor. ¿Qué tratamiento le resulta más complejo en la narrativa?
- “Los textos ya nacen en sus primeras líneas con el tono y los procedimientos que van a necesitar, al menos así me sucede cuando se genera de pronto un relato. De modo que no hay dificultades a la vista. Uno escribe y, si el tono está, no resulta muy complicado”.

HUMBERTO HAUFF

"Ursulina Garay se quería morir"

"Los grandes amigos siempre agasajan. La inclusión de ‘Ursulina Garay se quería morir’ en la antología se debe, seguramente, a la sugerencia, elección y decisión de dos enormes intelectuales de nuestra región: Orlando Van Bredam y Francisco ‘Tete’ Romero. Esa circunstancia, y el hecho de compartir el espacio de un libro con narradores de excelencia, es para mí un honor, un sentimiento que me inclina a la más genuina gratitud. Iniciativas de este tipo contribuyen, sin dudas, a la divulgación de las producciones literarias de las regiones profundas del país y, por consiguiente, del enriquecimiento y fortalecimiento de la literatura nacional”.

“Ursulina Garay se quería morir” no da precisiones de marco alguno, aunque brinda evidentes marcas de época y lugar: los australes, la libreta cívica, la urna de madera, las bolsas con mercadería... ¿Cómo se logra un retrato de época en tan pocas líneas?
- “El cuento aparece en mi primer libro de cuentos, ‘Los milagros del rocío’ (editado en 1995) y fue escrito en los últimos años de la década de 1980. Su redacción tuvo el propósito de dejar constancia anecdótica de un hecho real que me llegó de manera oral, a través de noticias dadas por personas que conocía y merecían mi confianza. Se sabe: los comentarios del pueblo se limitan, casi siempre, a unas pocas palabras para referir un acontecimiento llamativo, principalmente cuando no provienen de testigos directos. Me tocó, entonces, construir el marco narrativo (entendido por el conjunto dado por tres elementos: tiempo, espacio y personajes), que no fue complicado, puesto que fui contemporáneo a los hechos narrados. La moneda en circulación, el tipo de documento nacional de identidad, la urna de madera, las bolsas con mercaderías, la escena del acto electoral, las actitudes de los personajes, sus vestimentas, etcétera, sólo son eso, elementos tomados de la realidad circundante”.

Hay en la historia un enfoque desde lo social que moviliza a los lectores por su realismo. Nadie puede sentirse ajeno a las prácticas sociales en época electoral que relata...
- “Es un cuento de contenido realista que aborda un tema social, unas costumbres proselitistas deshonestas que parecen estar muy arraigadas en nuestra cultura y que no han desaparecido. La compra de votos, a través de dinero efectivo o mercaderías, sigue vigente, lo sabemos todos. Y quizá sea ese el motivo por el cual el cuento gustó a los lectores desde su primera publicación en un diario de la ciudad de Formosa, poco después de su escritura. Pero quiero dejar en claro una cuestión: cuando yo escribí el cuento, no tuve la intención de que el texto fuera una denuncia formal en la que cultivadores y cultivados de la irregularidad (si la consideramos desde una mirada ética) queden expuestos a la justicia popular y quizá así reciban una condena. Yo simplemente escribí un texto de ficción, mostré mi versión de la realidad, me apropié de un tema o contenido para construir una historia atractiva a cualquier ocasional lector. Y parece que la intención alcanzó el objetivo, por eso la trascendencia”.

La construcción del personaje es otro de los desafíos desde la brevedad: Ursulina Garay, su desesperación, su bronca, su vergüenza, sus hi­jos descalzos y rotosos… hasta podemos verla esperando esas seis o siete horas. Hay Ursulinas por todos lados que esperan aun más tiempo algo de esas urnas…
- “Es cierto, hay muchas Ursulinas esperando épocas electorales para satisfacer alguna necesidad material, suyas o de sus familias. Y muchos Ursulinos… pero, insisto, el reflejo de esa realidad, en la práctica de la escritura de textos de ficción, es apenas un accidente. En aquellos tiempos de la escritura del cuento, hace ya una treintena de años, yo andaba ocupado en conseguir el relato de una historia, cualquier historia, según los preceptos teóricos vigentes para el cuento: brevedad, intensidad, suceso original, final abierto. A esa búsqueda se deben las características de ‘Ursulina Garay se quería morir’. Nótese, por ejemplo, que no hay relato de un final de la historia que sí se sugiere o que el lector presupone a partir de lo que ha leído. No hizo, no hace falta. La caracterización del personaje es el resultado, apenas, de la observación directa y atenta. Después sólo queda realizar la descripción de una persona tal como nos enseñaron los profesores de Lengua en la escuela secundaria”.

El texto comienza narrando un episodio aparentemente cotidiano y va tornándose cada vez más dramático. ¿Qué tanto decide el escritor y qué tanto las circunstancias del relato en este sentido?
- “Yo me alegro que el cuento produzca esa experiencia en el lector, eso de vivenciar las peripecias del personaje. Me alegra, y alimenta mi vanidad, saber que el relato alcanza suficiente dramatismo para hacerlo inolvidable. En la composición de una novela, que es una extensa narración de unos hechos o acontecimientos, es posible que el escritor se vea llevado por las circunstancias de la historia o por las necesidades de la trama. Pero creo que, en la escritura de un cuento, el autor es el protagonista necesario y responsable de lo que dice, de lo que cuenta. Si quiere lograr un efecto inmediato y perdurable en el lector, las decisiones narrativas que tome son fundamentales. No obstante, insisto con lo incidental de estas cuestiones, en el cuento o en la novela el escritor es siempre el responsable principal de lo que dicen y hacen sus personajes”.

ADRIANA HELBLING

"Los ojos del viejo"

"Creo que el objetivo de la antología es valioso y necesario. A pesar de todos los cambios paradigmáticos y discursivos, la hegemonía de los centros es algo palpable y violento que hay que desnaturalizar. En todos los rincones del país hay saberes, lenguas y formas de decir diversos y valiosos. No hay un ‘ser nacional’ con características y atributos de los centros. Hay infinidad de seres situados en infinidad de contextos; tener eso en cuenta es indispensable para democratizar la cultura. Celebro esta propuesta y estoy muy feliz de ser parte”.

Estás marcando impronta en la antología no sólo como una gran narradora sino también representando la narrativa formoseña femenina en el volumen...
- “A las mujeres se nos fue negada durante mucho tiempo la posibilidad de escribir, no sólo literatura sino también nuestra propia historia. Ya sea de forma tácita o explicita, estábamos predestinadas a cumplir con mandatos sociales impuestos para garantizar un orden social en donde lo importante no eran nuestras voces sino nuestro rol de cuidado abnegado y silencioso. Aún hoy hay mujeres que tienen que pedir permiso primero a su padre, luego a su marido y por último a sus hijos para tomar decisiones. Las que podemos ir liberándonos tratamos de abrir camino para las que vienen. Durante siglos, aun silenciadas, ayudamos a escribir la historia del mundo. Hoy estamos habitando esa historia de manera diferente, levantando la voz, rompiendo mandatos y siendo protagonistas; cada una como puede y como le sale, pero sin detenernos. Cualquier espacio en donde podamos meternos para marcar presencia es un paso más hacia delante”.

¿Cómo nace en tu cabeza una historia para ser contada? ¿Desde qué intereses surge?
- “Casi en cualquier lugar puede aparecer el embrión de una historia. Lugares simples que despiertan algo que moviliza y necesita tejerse en un texto. Una lectura académica, por ejemplo, que trata sobre temas aparentemente distantes de la literatura pero deriva en imágenes e inquietudes que mutan en otra cosa. La mirada de un desconocido, como en el caso de ‘Los ojos del viejo’, una fotografía como en ‘El curandero de pájaros’, la historia de una amiga como en ‘El tejido’. Algo se activa y se convierte en una necesidad de ser construido y contado. Disfruto mucho encontrando lo mágico y extraordinario en cosas aparentemente muy simples”.

"Los ojos del viejo" es un texto con una gran apuesta al mensaje entre líneas, al igual que otros textos tuyos, como "El patriarca su­premo", "La boluda" o "El curandero de pájaros". ¿Qué importancia le atribuís a lo simbólico en tus narraciones?
- “Lo simbólico y lo ambiguo sin dudas tienen un lugar privilegiado en lo que intento contar. Trato conscientemente de jugar con los significados y no contar todo para que la historia pueda seguir creciendo con cada lector o despertar más preguntas que certezas. En textos que, según entiendo, utilizan un lenguaje simple y accesible, se esconden temas complejos que pueden derivar en otras inquietudes, más allá de la literalidad. Me gusta mucho cuando un texto no ‘cierra’ del todo, cuando genera esa incomodidad o ese conflicto interno que invita a seguir pensando. Entonces se sigue escribiendo en la cabeza de cada lector y ya no me pertenece”.

La unidad de efecto en "Los ojos del viejo" está dada en las últimas líneas de la historia. ¿Qué tanto pensás en el lector a la hora de narrar? ¿Lo tenés en cuenta?
- “Al escribir, pienso en mí misma como lectora y en las cosas que no me gustan, ya que en primera instancia, escribo para mí. No me gusta que me cuenten y me expliquen todo, por ejemplo. Entonces trato de no hacerlo. Necesito márgenes de libertad cuando abordo la lectura de un texto, del tipo que sea. Eso intento tener en cuenta. Vivimos en un mundo donde la vorágine de información y estímulos de todo tipo hacen que detenerse a leer un texto con atención e interés sea todo un desafío. Por eso cuando termino un texto, se lo leo a mis hijas Clara y Paula. Ellas son adolescentes y no usan caretas; las emociones todavía se les notan y eso hace que sean mis mejores críticas. Si veo que enseguida ponen cara de asombro y actitud de seguir escuchando, sé que voy por buen camino. Si veo que se aburren, tiro todo y empiezo de nuevo. Ese tipo de crítica es la que me importa y tengo en cuenta”.

SANDRO CENTURIÓN

"Un cuento no policial" - "Julieta tiene un revólver"

"Ser parte de una antología de autores y obras de la región es en sí mismo un reconocimiento importante. Para hacer una analogía con el fútbol, sería como que de pronto te convoquen para jugar en la selección. Ahora bien, si además el objetivo de la antología es descentralizar el canon de la literatura argentina contemporánea, entonces ocurre una coincidencia no sólo estética sino también ideológica”.

"Un cuento no policial" es una suerte de “contrateoría” del relato policial, precisamente, se adentra a repensar el hecho de la escritura como ejercicio dentro del género. ¿Qué te llevó a plantear esta idea?
- “Creo que, como todo cuento, el punto de partida es una historia, un algo que le pasó a alguien. La tradición del cuento policial, que en nuestro país tiene una extensa producción, sobre todo el policial negro, construye la historia sobre un crimen y el intento de develar el enigma que encierra. Ahora bien, mi cuento parte de la premisa de qué pasa cuando el crimen es moneda cotidiana, cuando no hay investigación, cuando aquellos que conviven con el crimen como parte ineludible de la vida no son irrelevantes para la sociedad. Entonces, se me planteó la imposibilidad de contar la historia que quería como un cuento policial y me pareció que esa imposibilidad, como tantas otras, se podía definir por la negación. La negación es también ausencia, abandono, desamparo”.

“Julieta tiene un revólver” -como también otros textos de tu autoría- invita a profundas reflexiones acerca del lenguaje y al trabajo con los estudiantes, sobre todo de Secundaria. ¿Qué importancia le das a tu arte en este sentido, no sólo desde lo estético sino también desde lo pedagógico? ¿Te lo planteás así?
- “He tenido la suerte de que muchos de mis cuentos han llegado a las aulas. Seguramente llevados por los muchos docentes lectores que habitan las escuelas de nuestro país. La escuela siempre ha sido y seguirá siendo el sitio más amable para la literatura. Sin embargo, cuando escribo no pienso en un destinatario concreto. En ‘Julieta tiene un revolver’ está la necesidad de contar una historia sobre la violencia de género, desde una perspectiva particular y con un tono trágico. Desde allí habilitar todas las lecturas posibles”.

Tus textos suelen proponer un tratamiento lúdico con la literatura desde el lugar del lector, fuera de la mirada pretendidamente austera que a veces se le imprime. ¿Te disponés también a ese juego a la hora de escribirlos?
- “Me divierto bastante escribiendo. Hay mucho de juego con los sentidos posibles del lenguaje. Y desde luego, el desafío es convertir esa construcción de sentido en una experiencia colectiva entre autor y lectores, que puede darse a diferentes niveles: una lectura superficial donde hay una historia, una anécdota que recupera particularidades de determinados personajes; una lectura profunda, que reflexiona, denuncia, alerta sobre problemáticas sociales compartidas”.

Estos dos relatos que integran “Confines de la Patria” se aventuran a desarticular ciertos discursos ya consensuados: desarmar la lógica del relato policial, desarmar a Shakespeare… incluso al lenguaje desde lo normativo. Pareciera no haber nada estable que la literatura no pueda trastocar, cuestionar… ¿Lo creés así?
- “Considero que como toda expresión artística, eso está en su genética, en su razón de existir. Los buenos textos se construyen desde las inestabilidades, las incertidumbres, lo no resuelto, las penumbras, los entresijos de la vida, para nombrarlos, traerlos a la existencia, más allá de la comprensión o la incomprensión. Al fin y al cabo, de eso se trata crear”.



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