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HABLEMOS DE IGUALDAD

Que los flashes no sigan tapando la violencia

Una columna por Heliana Guirado



El mundo de la moda es uno de los más intrigantes. Está compuesto por los productos que se comercializan y por todo lo que se genera alrededor: programas de televisión, revistas dedicadas al rubro, desfiles, figuras que se vuelven íconos e imperios a los que pocos pueden acceder.

En esa industria que mueve millones, les modelos son quienes se ponen las ropas, joyas o zapatos que se intentan vender o posicionar en el mercado. Son la cara visible de un mundo complejo, donde el maltrato también está presente, pero se silencia.

¿Qué sucede en las famosas agencias? ¿Cómo impactan los estereotipos de belleza? ¿Qué cambios son necesarios? Para responder estas y otras preguntas, La Mañana habló con la modelo formoseña Alejandra Levin, quien hace diez años trabaja en Buenos Aires, donde comenzó sus apariciones en el viejo canal Utilísima, y a lo largo de su carrera trabajó para marcas como Natura, Falabella, Yagmour, Beldent, Ossira, Dafiti y Anastasia Mónaco.

Su activismo feminista la lleva a destapar una olla que esconde diferentes tipos de violencias, mientras el mundo mira a este ambiente como un lecho de rosas. A través de su relato, se ve que esto no sólo no es así, sino que el silencio y la falta de información son los principales responsables del abuso y el destrato.

“Me animo a decirte que todo el ambiente es muy violento”, comienza diciendo, y piensa en “la cantidad de veces” que le pasó y no se dio cuenta. Esto va “desde las agencias que son manejadas por hombres en un 90%, hasta en que te pagan lo que quieren y cuando quieren, de los directores (tanto hombres como mujeres), el ambiente de los fotógrafos y ni hablar de la violencia psicológica que existe, porque todo el tiempo te dicen: ‘Tenés que estar perfecta, tenés que bajar la cadera, tenés dos kilos de más, mirá cómo tenés la nariz y fíjate si te la podés cambiar’. Desde eso, hasta lo que quieras”.

Recuerda una situación puntual en Italia, donde a un director “le tuve que mostrar las tetas (estábamos los dos solos en un cuarto), porque quería ver cómo tenía las cicatrices, ya que yo las tengo operadas. Alejandra le dijo “que estaban bien, que no se notaban”, pero él insistió. Le mostró un poco, pero ese hombre seguía diciendo que tenía que ver todo.

Mientras, ella pensaba: “Bueno, le muestro y me voy”. Después de eso, el director la agarró de las costillas, mientras la miraba a una distancia de dos centímetros.

“Obviamente no se lo conté a nadie”, asegura. “En ese momento yo estaba saliendo con alguien que era muy celoso, y la realidad es que se iba a agarrar con el director o me iba a culpar a mí, así que preferí callar”.

Después de vivir esa experiencia en la que se sintió incómoda y rara, se fue de esa agencia y hoy todavía se acuerda “de la mano agarrándome”.

“Una amiga tuvo que escaparse de un test fotográfico, porque sino no salía. El fotógrafo, a quien se lo escrachó el año pasado (pero no hubo mucho revuelo), la apretó mientras le sacaba fotos”, recuerda.

“Hay mucho acoso, mucho abuso de poder. Hay fotógrafos que es sabido que son muy grosos, pero en todas las producciones hacen llorar a les modelos, sigue.

Sobre la delgadez que deben alcanzar quienes aspiran a formar parte de este mundo, explica que “hay directores que te dicen que estás gorda cuando no es así y terminan enfermando a las pibas”.

“En vez de ser empáticos eligen destruir y después te vas a un casting o a un desfile y están todas comiendo una manzana. No podés estar ocho horas dentro de un lugar con una manzana, las pibas se desmayan”.

Generan eso, crean pibas enfermas, que no creen en su vida, que no creen que pueden llegar a ningún lado” y que “encima, después que te enferman, generan competencia dentro de la agencia”.

“Yo tengo 29 años y creé una personalidad que me ayuda a que no me afecten muchas cosas, pero a una piba de 16 años la destruyen y generalmente, en este ambiente, empezás de muy chica”, cuenta.

Cuando vos entrás a una agencia, ellos ven un número y no una persona con sentimientos. Y desde ahí arranca toda la violencia”. Esas situaciones se ven en un lugar común para cualquier persona que haga esto: los famosos castings, para “los que vos te preparás, te maquillás, le ponés onda, porque vas a ganarte un trabajo, y llegás y cuando están mirando tu book con vos en frente, hacen cara de asco. Eso te genera humillación, el abuso de poder está todo el tiempo”.

¿Qué pasa con quienes rodean a les modelos? ¿Se tocan estos temas? Alejandra cuenta: “Nunca me preguntaron cómo es todo en este ambiente, porque también se ve todo muy lindo desde afuera, pero la realidad es que no lo es”.

El sistema patriarcal en el que vivimos exige a las mujeres alcanzar estándares de belleza y quienes no encajen ahí están condenadas al “fracaso”. Sobre esto, detalla: “La modelo (mal llamada así, porque la realidad es que no somos modelos de nada) tiene que encajar dentro del sistema patriarcal, y a la vez dentro de lo que quiera cada agencia. Es decir, el mundo te quiere flaca, linda, sumisa, sonriente y de poca habla. Y las agencias te quieren así y encima te quieren el triple de callada, el triple de flaca, que no salgas (hay muchas que te lo prohíben) y si no cumplís con eso vas directamente al fracaso”.

“Yo siento que siempre fui feminista, pero desde que me puse la camiseta sé que perdí mucho trabajo”, cuenta, aunque también destaca esos espacios “que están buenísimos, con gente copada, donde podemos hablar libremente de feminismo” o incluso “publicidades que nombran a las cosas como son o que muestran a la sangre roja, y desde ese lado hay una felicidad”. “Pero todavía está todo muy callado, con miedo, porque si hablás no hay trabajo”, afirma.

Los varones también forman parte de este oficio y no están exentos de los malos tratos: “La subestimación al modelo y la idea de que es tonto y lo único que sabe hacer es estar frente a una cámara, la sufrimos ambos sexos”, asegura Alejandra, y agrega: “También hay mucho abuso hacia los varones, obviamente no voy a poner en la misma escala a que nosotras vayamos a la casa de un fotógrafo y que corramos el riesgo de ser violadas o asesinadas. No quita que a ellos no les pueda pasar, pero nosotras estamos mucho más a la intemperie”.

“Ellos sufren otras violencias, también tienen que estar perfectos. Me animo a decir que corren el mismo riesgo que nosotras. Por ejemplo: en el exterior, hay un fotógrafo (uno de los más prestigiosos del mundo) que es conocido porque no te saca fotos si no pasás por su cama. Tiene más o menos 60 años y está con pibes muy jóvenes. Todo se sabe, pero nadie hace nada”, cuenta.

En un mundo donde el silencio pregona, que sus propios integrantes hablen y rompan con esta costumbre es fundamental. Ante esto Alejandra es muy clara: Quiero que esto cambie, que se sigan abriendo las puertas a todos los cuerpos, a todas las personas que quieran ser modelos, independientemente de su género o su cuerpo, que no tengan que estar siguiendo tantas reglas”. Cree fundamental “romper esos estándares de belleza” y que las personas “sean lo que quieran ser”.

Sin embargo, deja en claro que “es fundamental para este cambio que haya más información, que haya figuras más públicas de este medio que hagan visible todo lo que pasa adentro, que se quiera construir algo bueno, con compañerismo, que se termine la violencia, que se valore más nuestro laburo”.

Para finalizar, devela un problema gravísimo que no puede pasar desapercibido: El modelaje está muy de la mano de la trata de personas y eso es muy peligroso. Si no hay información y regulación no se puede, va a ser siempre así, desastroso, porque esta súper invisibilizado”.



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