El aumento del desempleo que se observa en la actualidad se registra en paralelo con el estancamiento en el trabajo formal en empresas privadas y el sostenido aumento de la informalidad que existe desde hace una década. Para revertir este deterioro, se necesita ordenar la economía y reducir los gastos de las pequeñas y medianas empresas del país.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos informó que en el segundo trimestre del 2024 la fuerza laboral en los 31 grandes aglomerados urbanos creció en 400 mil personas respecto a igual período del año anterior. De este aumento, 200 mil consiguieron ocupación y otras 200 mil se mantuvieron desempleadas, esto es, buscando activamente un trabajo pero no consiguiéndolo. Así, la tasa de desempleo en el segundo trimestre de este año fue de 7,6% de la fuerza laboral, lo que implica un aumento respecto al 6,2% registrado en igual período de 2023.
De acuerdo al Instituto para el Desarrollo Social Argentino, el nivel de desempleo actual no es alto, porque si se toman los últimos 20 años, la tasa de desempleo promedio fue de 8,5%, incluyendo picos en los períodos 2004-2006 y 2019-2020 que fueron de dos dígitos. Esto no significa que no existan severos problemas laborales sino que, en mercados laborales con alta informalidad como el argentino, esos inconvenientes se manifiestan por otras vías.
Para analizar este fenómeno, el Instituto detalló que observando la dinámica laboral de la última década, con datos del INDEC, en los últimos 10 años (2014-2024), la fuerza laboral en Argentina creció en 3,2 millones de personas, de las cuales el 92% consiguió empleo y el 8% se registra como desempleado. De las que consiguieron empleo, la descomposición es la siguiente: el 5% se insertó en relación de dependencia registrado en una empresa privada: el 20% se insertó como empleado público nacional, provincial o municipal; y el 75% restante se insertó como empleado “en negro” o cuentapropista.
Para el IDESA, estos datos demuestran que los déficits del mercado laboral no se reflejan tanto en la desocupación como en el deterioro en la calidad de los empleos. En los últimos 10 años, apenas una de cada 20 personas que se incorporó al mercado laboral lo hizo en relación de dependencia registrada en una empresa privada. Esto quiere decir que el empleo registrado en empresas privadas prácticamente no creció, manteniéndose en el orden de los seis millones de trabajadores, que representan menos de un tercio del total de los ocupados. La enorme mayoría de las personas que se incorpora a la fuerza laboral lo hace en la informalidad como empleado en relación de dependencia no registrado o auto-empleado.
Por estos motivos, es recomendable que las autoridades nacionales y provinciales tomen medidas para lograr que las empresas privadas aumenten el empleo asalariado registrado, como reducciones de los impuestos y de las contribuciones patronales, entre otras acciones que se pueden debatir en mesas de diálogo conformadas por funcionarios y por representantes del sector PyME, que es el principal generador de empleo “en blanco” en el país. También, se deben analizar alternativas para ofrecer créditos a tasas bajas a los emprendedores. Existen varias opciones que se pueden proponer para conseguir que haya más trabajo de calidad y reducir los niveles de pobreza y de indigencia.