No sin esfuerzo, la Municipalidad de Formosa sigue tratando de mejorar los servicios de remises y colectivos; tarea que debería contribuir a descongestionar el tránsito en el centro y, a la vez, paliar los problemas de estacionamiento.
El creciente número de automotores que ingresa al sector céntrico de nuestra ciudad constituye una preocupación que, desde hace ya muchos años, no sólo desvela a los formoseños/as, sino que desafía la imaginación de las autoridades en torno a uno de los problemas urbanísticos más complejos que se presentan.
Distintas administraciones comunales, en las últimas décadas, han estudiado planes en este sentido, pero ninguno de los que llegaron a tomar impulso resultó exitoso. Como la cantidad de vehículos crece año tras año en forma ostensible mientras que las áreas de circulación siguen siendo prácticamente las mismas, cualquier medida coyuntural queda neutralizada en poco tiempo debido al incesante incremento del parque automotor.
En ese contexto, que no ha variado sino que, como decimos, se agudiza en forma inexorable, debe ponderarse una tendencia existente en el mundo, en el sentido de reducir el número de automóviles que circulan por los cascos céntricos de las ciudades.
Desalentar el ingreso de autos al centro, explorar el uso de medios de transporte alternativos, rediseñar los espacios públicos y priorizar la situación del peatón integran, entre otras, el cuerpo de medidas que hoy promueven diseñadores y urbanistas en numerosos países.
En consonancia con ello, algunos municipios de la Argentina han comenzado a restringir el tránsito automotor dentro del radio céntrico, concentrando el paso de colectivos y taxis por las avenidas y destinando algunas calles a la exclusiva circulación de peatones; con bicisendas o ciclovías perfectamente delimitadas.
En Formosa es poco lo que se ha hecho en esta materia hasta ahora, de lo que resulta un tránsito insufrible en el centro con semáforos que actúan como tapones, y conductores/as dando vueltas y más vueltas en sus autos buscando un lugar para estacionar.
El tema amerita ser abordado con seriedad, pero también con ideas claras y realizables. Desalentar el ingreso de autos particulares al centro implica que sólo puedan transitar vehículos de frentistas, de clientes de garajes y servicios de emergencia. Pero un programa de estas características sería inviable si no se lo complementa con la construcción de playas de estacionamiento en distintos puntos de la ciudad, distribuidas antes del acceso al macrocentro, por ejemplo.
Al margen de las singularidades propias de cada caso, resulta evidente que el problema del exceso de automóviles es común a todas las ciudades y que no aparecen a la vista más alternativas que la de enfrentar la conflictiva cuestión y resolverla con la mayor racionalidad posible.
En este orden, es de esperar que en Formosa se analicen variantes que apunten a lograr el mejor uso de la vía pública. Sería ideal, para ello, acudir al concurso de urbanistas y especialistas en la materia para que aporten lo mejor de sus conocimientos profesionales.