La Mañana cumple hoy 63 años. En nuestra larga y reconocida trayectoria, no sin fuerte convicción, hemos defendido causas importantes para mejorar la calidad de vida de las y los formoseños, entre ellas el cuidado de los espacios verdes en una ciudad que durante décadas se despreocupó por ellos y directamente los atacó con los peores hábitos.
Aunque como rezaba un lema oficial hasta hace poco, aún “queda mucho por hacer” en esta materia también, no podemos dejar de reconocer lo mucho que ha avanzado Formosa en tiempos recientes. Alcanza con mencionar el Paseo Ferroviario, un amplio espacio a orillas del río Paraguay recuperado hace siete años por la Municipalidad, que hoy tiene vida propia y que cuenta con chances ciertas de seguir extendiéndose entre la Costanera y la avenida Ribereña.
Los sitios verdes son considerados imprescindibles para la vida humana por la Organización Mundial para la Salud (OMS) debido a la utilidad que proporcionan a la salud y el bienestar físico y emocional de las personas.
Arquitectos/as, paisajistas y urbanistas de todo el mundo proponen ciudades concebidas a la medida del árbol, los jardines, los prados y otros elementos que nos permiten vivir pese a las temperaturas agobiantes del estío, que como el que se avecina, anticipa marcas récord de calor. De hecho, el invierno formoseño ya empieza a despedirse con canículas importantes.
Pero hay algo más que revaloriza el logro de la Comuna capitalina: la recuperación de un espacio, el de la vieja estación de trenes, que es signo de abandono en otras ciudades del país, y que también afea a varias localidades de nuestro interior. Desde el cierre de numerosos ramales en la década del noventa, muchos de estos predios quedaron en ruinas y fueron invadidos por yuyales. En Formosa, contrariamente, la antigua estación se convirtió en sede de la Intendencia, para luego darse un proceso de limpieza y reacondicionamiento de las instalaciones más cercanas, con la apertura de un museo que mantiene viva la memoria ferroviaria exhibiendo, tanto dentro como fuera, vestigios de una época que la juventud formoseña no vivió.
Las grandes ciudades se construyen con un desafío permanente: equilibrar su crecimiento de manera integral. Es decir, asociar el desarrollo inmobiliario -por ejemplo- con el cultural, el físico y de recreación de sus habitantes. Sin embargo, a veces pasa de largo el objetivo de la planificación urbana, que es mejorar la calidad de vida de la gente y sus relaciones. Es el caso de urbes del país que no han sabido aprovechar sus zonas estratégicas, ferroviarias muchas de ellas, abandonadas desde hace tres décadas, con edificios emblemáticos y espacios verdes desaprovechados.
La ciudad de Formosa, por suerte, aparece hoy en otra sintonía, iluminando no sólo una zona deslucida como lo fue hasta hace poco el predio ferroviario, sino también poniéndole color -con el apoyo de la Provincia- al sector de la “ciudad deportiva” con nuevas y modernas instalaciones para la práctica de padel y hockey sobre césped sintético. Una buena senda que en este 63° aniversario invitamos a seguir transitando.