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Cuando la receta no funciona

Una columna de opinión de Enrique Zanín



Desde el Gobierno nacional, incluido el propio Presidente, se ensayan fórmulas, se dictan recetas y se formulan pronósticos, con la intención de inyectar optimismo en la gente ante la percepción "per se" de que todo está muy complicado para la economía en general, pero que se resiente sensiblemente en el bolsillo de la gente, cuando percibe que sus ingresos ya no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas. 

Con una canasta básica de casi $ 20.000, con las alzas permanentes de tarifas de servicios públicos, de energía eléctrica, gas, transporte, créditos UVA, medicina prepaga, educación y medicamentos, por mencionar los más importantes, se ha reducido seriamente la capacidad de la familia para vivir dignamente. Las estadísticas oficiales son lapidarias y pintan un sombrío panorama que se contradice con el discurso "positivista" de quien pretende convertirse en el "alquimista" de una Argentina que atraviesa una crisis difícil, compleja y profunda. Estamos en un momento de extrema debilidad y los números de la economía así lo confirman. Las soluciones propuestas por la dirigencia del oficialismo y sus funcionarios, pasan por "más propinas", más "changas", "caminar" para buscar precios y, por último, para remate del disparate, si la energía eléctrica es cara, "cambiemos" por gas.
El dato más preocupante es la desaceleración de la industria y el menor ritmo de la construcción, que dan por resultado una caída interanual del 8,1%, según el INDEC. Es la mayor caída de los últimos dos años que tendrá su efecto de arrastre para el segundo semestre. Automóviles, industria metal mecánica, industria textil, alimentos, construcción y otros sectores representan las caídas más importantes, que involucran a su vez a todas las economías regionales.

Se necesitará la concurrencia de varios factores para que la economía salga de esta recesión: una cosecha de trigo que se proyecta como muy importante, el efecto Brasil, que no se produzca temor a la inversión en los países emergentes y el cuarto factor que es interno, y es la esperada estabilización y reacción de la economía. 

Los principales economistas del país, en el informe del Banco Central, para el mes de julio, tienen una perspectiva muy pesimista sobre este año, estimando una contracción del 0,3% del PBI, número que cayó desde el súper optimista del 1,5%, al 0,5% y ahora al negativo 0,3%. Mientras tanto la inflación, desde aquél 10%, luego al 15% y admitido un 25%, tiene ahora un horizonte del 32%. 

El valor de la divisa norteamericana luego del salto a $ 28, 72,3% interanual, tiene por su parte un pronóstico de $ 31 para fin de año, y de $ 36 para diciembre de 2019 - 18% interanual, según relevamiento del BCRA. 

La inflación sigue trepando hasta alcanzar en diciembre un valor cercano al 32% estimada por el FMI. Es que los nuevos aumentos de tarifas, combustibles y alimentos nos dejan al borde del abismo, sin posibilidad de reacción y con el ánimo por el suelo. La demanda del Fondo Monetario de reducir el déficit al 1,5% del PBI, obliga al Gobierno nacional, con acuerdos parciales con las provincias de recortar gastos por 300 mil millones de pesos, asumiendo el 66% del recorte el Gobierno nacional y el resto los gobiernos provinciales, recortes que impactarán en obras públicas principalmente, atención de la salud, educación, infraestructura urbana y social. 

No creo que sea el camino correcto, si bien el Gobierno debe ajustar el gasto público salido de cauce, la clave está en la reactivación del mercado como factor de crecimiento, mayor recaudación y estabilidad. Bonos, inflación, mercado cambiario, riesgo país, déficit público y balanza comercial, serán las claves de la estabilidad futura del país. El Gobierno nacional, y esto lo digo con un prudente criterio resultado del análisis de la economía, de las políticas financieras, diseña un país para 10 millones de habitantes, el resto conformaremos la periferia del progreso, el descarte del crecimiento y un costo que se asume como necesario. Espero de verdad equivocarme, pero hasta ahora todo indica que vamos transitando el lento pero inexorable camino de la decadencia. 


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