pixel facebook
Sábado 20 de Abril de 2024

16 ° C Clima

Logo Editorial


Columna vertebral



La tragedia educativa argentina tiene distintos escenarios y despierta varios interrogantes. ¿Qué está fallando en la educación para que tantos chicos y chicas de todos los niveles de enseñanza no alcancen los objetivos planteados? ¿Cuál es la verdadera brecha que hoy separa a los/as estudiantes de los/as docentes? ¿Es sólo falta de presupuesto? ¿Son sólo educadores/as con salarios bajos?

Hace rato que el tema viene siendo un dolor de cabeza para las autoridades. De hecho, Guillermo Jaim Etcheverry, ex rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), planteó la gravedad de la situación hace ya un cuarto de siglo, en un libro cuyo título parafraseamos al comenzar esta columna.

Un nivel particularmente crítico es el universitario, donde las tasas de deserción en los primeros años son altas, al tiempo que son bajas las tasas de graduación. El problema cobra otra dimensión cuando se analiza el acceso a la educación superior de los sectores más vulnerables. Hace mucho que la universidad pública en la Argentina está abierta a todas las clases sociales; tan cierto como el hecho de que a ese nivel no llegan la mayoría de los hijos de las familias más humildes. Las dificultades suelen ser económicas, pero también hay trabas culturales.

Quienes mejor conocen la situación son las autoridades y docentes de escuelas secundarias en toda la Argentina. Ellos/as saben que muchos de sus egresados/as no tienen ninguna chance de seguir estudiando. Es que el salto de la escuela a la universidad para esos alumnos/as no es grande: es gigante. No es sólo una cuestión económica: los chicos/as saben que el nivel superior es otro mundo. Es otra cultura. Por eso ni siquiera se plantean esa posibilidad de capacitación, que les haría más fácil encontrar trabajo -y de calidad- el día de mañana.

En momentos socialmente críticos como el que atravesamos, con entornos vulnerables cada vez más grandes, las universidades y los centros de educación superior deberían dar un paso histórico de igualdad, calidad e inclusión. Entre otras cosas porque una casa de altos estudios deja de ser pública y gratuita cuando sus alumnos/as tienen que trasladarse cientos de kilómetros para poder cursar una carrera y sus familiares deben pagar alquiler, comida, transporte, etc.

La educación a distancia de calidad es la gran deuda que tienen muchas universidades públicas del país, sobre todo con aquellos sectores más vulnerables. Porque lo que viene es la profundización de la expansión de la educación superior a través de los campus virtuales. Las instituciones educativas privadas hace mucho descubrieron esta herramienta y les llevan años luz de ventaja a las casas de estudios estatales.

Otra de las cuestiones que desvelan a las autoridades tiene que ver con el cursado de las carreras; no se trata sólo de poder ingresar a la universidad: el desafío es permanecer en ella. Las cifras de deserción en el primer bienio -ya no de chicos/as de escasos recursos solamente- son alarmantes y alimentan cada año la voraz tragedia educativa argentina, constituida a esta altura en columna vertebral de la decadencia nacional.



Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer