El presidente Tayyip Erdogan admitió el miércoles que hubo problemas con la respuesta inicial de su Gobierno al devastador terremoto en el sur de Turquía, tras la indignación y frustración de los damnificados por la lenta llegada de los equipos de rescate.
Erdogan, que se presenta a las elecciones de mayo, dijo en una visita a la zona de la catástrofe que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar. El número total de muertos en Turquía y la vecina Siria superaba los 11.500.
En toda una franja del sur de Turquía, la gente buscaba refugio temporal y comida en un clima invernal gélido, y esperaba angustiada junto a montones de escombros donde familiares y amigos podrían yacer aún enterrados.
Los equipos de rescate seguían sacando a algunas personas con vida y encontrando a otras muertas. Pero muchos turcos se han quejado de la falta de equipos, experiencia y apoyo para rescatar a los atrapados, cuyos gritos de auxilio a veces se oían.