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Jueves 25 de Abril de 2024

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Estrés térmico



Los veranos cada vez más calientes no producen sólo problemas eléctricos. Hay otras consecuencias que se derivan del incremento de la temperatura y de la alteración del régimen de lluvias. El consabido cambio climático pone a prueba, además, la salud de la población.

Las olas de calor en América Latina pueden incrementar la mortalidad de las personas de mayor edad en las próximas décadas. Los efectos desastrosos de las sequías ya los conocemos; pero el fenómeno inverso y menos abordado, el de las grandes precipitaciones pluviales, también es malo, pues puede multiplicar la incidencia de las enfermedades transmitidas por mosquitos como la malaria y la leishmaniasis, incluso en ciudades donde éstas ya habían sido erradicadas.

En la región tenemos el dengue, al acecho hace años. Ataca sobre todo en los meses más calientes, pero puede llegar a registrarse durante todo el año. Los lugares sin lluvias, por su lado, corren el riesgo de verse afectados por una mayor cantidad de enfermedades respiratorias y de asma.

Todo esto ya fue advertido oportunamente por la Red de Investigaciones sobre el Cambio Climático Urbano, un organismo internacional cuya sede latinoamericana está en Río de Janeiro, Brasil; que estudió cómo el cambio climático puede alterar el escenario de ciudades en todo el mundo.

La intensidad de las olas de calor es uno de los principales problemas, especialmente cuando se consideran sus efectos en el cuerpo de las personas de mayor edad, más vulnerables. Se conoce como estrés térmico.

Otro desafío para las autoridades, como decíamos, es el rebrote de enfermedades en regiones en que ya estaban extintas. Por ende, los gobiernos necesitan invertir en control sanitario para limitar ese desplazamiento.

La sequía actual es producto del fenómeno natural “La Niña”, que afecta a gran parte de la Argentina y a otros países de la región. Pues bien, la mencionada Red anticipó en su momento que, debido a dicho fenómeno, se darían no sólo “los veranos más caliente de la historia”, sino que además éstos serían “totalmente imprevisibles”.

Las ciudades, según este grupo de especialistas, no podrán evitar totalmente los fenómenos climáticos extremos. Por eso, consideran que el riesgo latente o los daños de los desastres pueden llevar a enfermedades como la depresión y el estrés. Estas patologías tienen un impacto directo en la economía, ya que disminuyen el número de horas de trabajo y la consecuente productividad.

Como conclusión, podemos decir que se requieren nuevas y más eficaces políticas públicas centradas en la reducción del impacto del clima en la población. Porque como advirtió también un informe internacional publicado hace un tiempo en la revista científica The Lancet -donde se analiza cuánto aumentará en la población mundial el riesgo de padecer olas de calor, inundaciones, sequías y otras consecuencias indirectas como la contaminación del aire, la propagación de enfermedades transmitidas por vectores y las hambrunas-, el cambio climático amenaza con borrar 50 años de avances en salud pública.



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