Algunos análisis que se conocieron en las últimas semanas acerca del escenario económico que se presentaría este año en el país marcan la importancia de que más allá del proceso electoral que se atravesará, las autoridades trabajen con seriedad para estabilizar la economía y lograr que aquella gestión que asuma en diciembre pueda encarar con éxito un proceso de recuperación sostenida.
El Instituto para el Desarrollo Social Argentino evaluó que la Argentina tendrá un 2023 marcado por el cronograma electoral, y que considerando lo ocurrido en el 2019 tras las PASO, donde el dólar escaló un 50% en una jornada y la inflación pasó de cerca del 2% al 6% mensual, es factible que cualquier sorpresa política dictamine el rumbo de la economía.
Sin embargo, el IDESA aseveró que se puede trazar un escenario base sobre el cual pensar la economía del año, teniendo en cuenta algunas cuestiones relevantes. En principio, respecto de la inflación, las estimaciones privadas coinciden en que se mantendrá en torno al 100% anual, muy lejana al 60% que se incluyó en el presupuesto. Esto quiere decir que se estima una inflación promedio cercana al 6% mensual.
Además, las proyecciones nacionales esperan que el crecimiento económico se estanque en un 0,5% durante el 2023. El Banco Mundial espera que la actividad crezca un 2%, ambos muy por debajo del 5,2% de 2022, año en que todavía la actividad económica se recuperaba de la crisis de la pandemia.
Por otra parte, en lo concerniente al dólar, las proyecciones estipulan para fines de diciembre del 2023 un dólar “oficial” de $ 330, lo cual significa una variación del 85% anual. Si la actual brecha cambiaria se mantuviera tal y como está en torno al casi 100%, entonces el 2023 cerraría con un dólar paralelo cercano a los $ 650.
Por lo tanto, se espera un 2023 con el 100% de inflación como nueva realidad y no como episodio coyuntural, con una economía que ya recuperó todo lo que pudo tras la pandemia, y con un dólar “oficial” que nuevamente perdería competitividad, ya que seguiría creciendo por debajo de la inflación.
Estas proyecciones subrayan la necesidad de que los funcionarios y funcionarias de la cartera económica nacional no apuesten a mantener las medidas de corto plazo durante 2023, y que apunten a elaborar un plan económico sustentable, tendiente a evitar un agravamiento de la situación económica y del escenario social, en el marco del proceso electoral que se desarrollará este año. Ello implica dejar de lado los intereses partidarios o personales, y pensar en hacer todo lo posible para impedir que en los próximos meses la realidad de las PyMEs y de los sectores asalariados llegue a un nivel de gravedad extrema.
En síntesis, el proceso electoral no tiene que ser una excusa para que las autoridades no se hagan cargo de su responsabilidad de conducir los destinos del país de la mejor manera posible, y de ofrecer una perspectiva de futuro a una sociedad cada vez más perjudicada por la caída de ingresos, la escasez de empleo de calidad y la falta de un rumbo claro, en materia económica y en otros aspectos.