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Paso a paso



Dos iniciativas alentadoras con un mismo objetivo común: la reducción de estruendos innecesarios en la provincia. La primera, el lanzamiento de la campaña municipal contra el uso de pirotecnia “Más luces, menos ruidos”, en esta capital; la otra, la decisión de la Comuna de Herradura de prohibir el uso y la venta de artefactos explosivos, que entró en vigencia en junio último y que estaría dando resultados positivos.

Empero, no es esta una pelea que pueda considerarse ganada fácilmente. Como dijo el intendente de la localidad turística, la “prueba de fuego” serán las fiestas de fin de año; aunque también está el Mundial de fútbol, y los festejos sonoros, que ya estallaron con los primeros triunfos importantes de nuestro seleccionado.

En rigor, el uso de pirotecnia en nuestro país no se limita a los últimos días de diciembre ni tiene que ver solamente con el más popular de los deportes. Las protestas sociales, los actos partidarios, las inauguraciones políticas, los reclamos gremiales y hasta celebraciones en honor a algún patrono o patrona sirven frecuentemente de excusa para romper la tranquilidad de personas y animales con estallidos intensos.

No está de más recordar que el ruido es considerado un sonido molesto y puede tener efectos nocivos a largo plazo en un ser humano, no sólo a nivel biológico -por ejemplo, afectando el aparato auditivo-, sino también a nivel psicológico, afectando nuestra calidad de vida.

En el mundo se tienen en cuenta hoy conceptos tales como contaminación sonora”, o aspectos más específicos, como “nivel sonoro de ruido equivalente”, medido en “decibeles compensados A”, donde los ruidos son calculados por la variable física de decibeles, pero además se tiene en cuenta la variable psicológica, esto es, el modo en que el ruido molesto puede afectar la psiquis de las personas.

La gama pasa a ser entonces muy amplia, ya que comprende distintas contaminaciones acústicas, desde la causada por el tránsito automotor, hasta la que generan las alarmas en general, pasando por bares y locales bailables que exceden los niveles sonoros permitidos. Todo ello afecta la tranquilidad y el descanso de las y los ciudadanos.

El oído humano no es inmune a la agresión acústica. Por el contrario, padece sobremanera la exposición a elevados niveles de ruido. Y entre los más altos se encuentran indudablemente los provenientes de la pirotécnica sonora que hoy se trata de combatir con ordenanzas y campañas de concienciación específicas.

Hablando de fútbol, hace unos años, un conocido técnico sacó campeón a un equipo argentino repitiendo luego de cada partido una frase que quedó popularmente grabada: “paso a paso”. Parafraseándolo podemos decir que la batalla contra la contaminación sonora debe ir también paso a paso. Y el primer paso es desterrar la pirotecnia de las manifestaciones públicas, sean éstas de alegría, de queja o religiosas. Por nuestros enfermos/as y discapacitados/as, por nuestros animales, por el bien de nuestras comunidades.

Recién después será posible avanzar sobre contaminaciones sonoras mucho más difíciles de combatir.



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