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Tendencia mundial



La primera ciclovía importante de la ciudad de Formosa data de fines del siglo pasado y es la que iba del microcentro de la ciudad (25 de Mayo y San Martín) hasta el barrio San Agustín. Y decimos iba -y no va- porque en la actualidad, en muchos tramos, luce deterioros de tal magnitud que la han vuelto intransitable.

El abandono de dicho trazado no es, sin embargo, signo de desinterés por las ciclovías. Por el contrario, se han diseñado otras en las últimas dos décadas, e incluso la actual gestión municipal apostó por ellas destinando una franja de las plazoletas de la avenida 25 de Mayo a la circulación de biciclos.

Aun con observaciones puntuales como la del comienzo -que sólo apuntan a recuperar lo que alguna vez funcionó y bien- podemos decir que Formosa se ha incorporado hace ya un tiempo a una tendencia global: aumentar la cantidad de bicicletas en las zonas urbanas.

Este cambio tiene en consideración los notables beneficios del uso de dichos vehículos para la salud humana y las ganancias ambientales en lo que concierne al mejoramiento de la calidad del aire, bajar los flujos de tránsito y atemperar los inconvenientes para estacionar y el ruido ambiental que producen los automóviles particulares y los ómnibus del servicio público de transporte.

Este diario se inclina decididamente por mantener las estructuras ya existentes e insistir con la apertura de nuevos carriles para la marcha de los biciclos, porque de esa forma se hará una contribución, no total pero sí importante, a una ciudad a escala más humana y saludable.

Algo debe hacerse, por otra parte, en la complicada materia que es el tránsito, a todas luces caótico por estos tiempos. Quienes están en contra de las ciclovías o de que haya más gente pedaleando en la ciudad esgrimen, cuanto menos, que eso tiene un impacto mínimo en el ordenamiento de la ciudad. Los más críticos, por su lado, sostienen que a mayor pedaleo urbano, mayores problemas para circular en otros vehículos.

Nadie en su sano juicio puede estar a favor de empeorar el tránsito en Formosa. Si las bicicletas fueran enemigas del ordenamiento urbano no habrían proliferado como lo han hecho en el mundo desarrollado, donde las ciudades más modernas cuentan con ciclovías de distinto tipo, desde aquellas que obedecen al concepto del uso recreativo/deportivo de la bicicleta, hasta otras vinculadas a la movilidad de las personas para llegar a destinos laborales, de estudio o áreas de trámites.

Ahora bien, ampliar el circuito de bicisendas, no solo para entretenimiento y paseo sino como medio de transporte, es una tarea muy ardua, de mucho estudio previo, pues demanda que se angosten algunas calzadas, limita los sobrepasos y hasta puede verse entorpecido el estacionamiento.

No rechazamos ninguna postura, pero sí entendemos que con un mínimo aporte a la comprensión y al respeto por los demás se podrían contemplar avances que satisfagan al conjunto y contribuyan a un tránsito más sano y seguro.

Es cuestión de poner el tema en consideración, de hacer las consultas necesarias con especialistas, de realizar los estudios que hagan falta, y luego sí, manos a la obra.



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