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La peor invitada



Anomia: tendencia a desobedecer la ley o no respetar ningún tipo de limitación o pauta social de convivencia. La definición es clara, por lo que, a tenor de lo sucedido durante la semana en el Puente Blanco del Acceso Norte, la anomia tiene manifestaciones evidentes en Formosa.

Tras varios días de corte de la ruta 11, la jueza federal María Belén López Macé libró una orden de desalojo a la Gendarmería Nacional, pero la conducción de esta fuerza a nivel local respondió que no cuenta con la “capacidad operativa” para llevar a cabo esa tarea.

Es más, se argumentó que “las unidades dependientes de la Agrupación VI sólo pueden actuar en funciones preventivas y de seguridad”, no de represión, y que por lo tanto se viera la posibilidad de dar intervención a un destacamento supuestamente especializado con asiento en Santiago del Estero.

Lo más curioso, sin embargo, fue que las autoridades de Gendarmería Nacional recomendaron “se busque otra alternativa en la solución del conflicto”. Es decir, se hizo caso omiso a la orden de la jueza, por lo que las actuaciones pasaron a la Fiscalía Federal, para que ésta evalúe la posible comisión de delitos de acción pública ante el incumplimiento de la orden judicial por parte de la fuerza nacional.

¿Qué sucedió mientras tanto? Ayer, pasado el mediodía, se vivieron horas de tensión en el Puente Blanco, cuando vecinas y vecinos del Circuito 5 se autoconvocaron en el lugar con la intención de desalojarlo y se enfrentaron cara a cara con las y los piqueteros, que hace tiempo vienen reclamando módulos habitacionales sin obtener respuesta.

Solo la providencia y la entrada en razón de las partes evitaron la violencia, ya que Gendarmería se limitó a hacer acto de presencia y sus miembros a evadir las consultas del periodismo sobre su inaudita inacción. También estuvo la Policía de la Provincia, pero nada más que por las dudas.

De tal manera que la discusión quedó entre referentes del piquete, por un lado, y del grupo autoconvocado que defiende su derecho a la libre circulación, por otro. Fue un mano a mano tenso, sin mediadores/as, que a punto estuvo de salirse de cauce varias veces por los ánimos exaltados, pero que al final dio sus frutos, pues hubo acuerdo. Un acuerdo precario, pero acuerdo al fin: levantar el corte y retomarlo mañana, pero sólo en media calzada.

Ergo, el conflicto persiste, con una Justicia Federal que tardó en emitir la orden de desalojo, y cuando finalmente la emitió tropezó con las excusas de una Gendarmería díscola que, asumiendo un rol político, se atreve a proponer soluciones “alternativas”.

¿Los representantes o autoridades correspondientes de la Provincia? Siguen sin tomar cartas en el asunto, como si las demandas que están en el tapete no fueran lo suficientemente preocupantes como para ameritar que alguien se ocupe de las cuestiones urgentes que hacen a la pacífica convivencia de las y los formoseños.

Cuando hay derechos en disputa, cuando se viola la ley, cuando se está al límite de la violencia física, la anomia es la peor invitada, porque detrás suele presentarse el caos.



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