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Bestias al acecho



Finalmente resultaron dos las personas muertas tras un siniestro vial en la ruta nacional 86 causado por la presencia de dos caballos sueltos sobre la cinta asfáltica.

El hecho se registró el pasado 17 de septiembre y ocasionó la muerte instantánea del exfutbolista Néstor “Cachito” Espinoza, mientras que su joven acompañante sobrevivió con graves heridas hasta su deceso, producido el jueves último en el Hospital de Alta Complejidad.

Tragedia repetida en una provincia cuyas rutas, además de encontrarse en mal estado muchas de ellas, funcionan como un catálogo desordenado de cuadrúpedos de distintas especies que atraviesan los caminos a cualquier hora del día poniendo en peligro a quienes transitan por ellos.

Muchas veces se trata de animales silvestres, pero muchas otras no. Basta internarse un poco para encontrar vacas, equinos, ovejas, cerdos y chivos en manada, en la banquina o sobre el asfalto mismo.

Es sabido, por otra parte, que cuando una bestia invade una vía rápida de circulación puede generar accidentes difíciles de evitar. Los nuevos pavimentos y la creciente velocidad de algunos vehículos contrastan fuertemente con la invasión de animales que, como seres irracionales que son, tienen conductas imprevisibles.

El Código Civil no deja margen de duda acerca de la responsabilidad del propietario/a del animal por los daños que éste causare a terceros en rutas y caminos, pero es verdad que no siempre es fácil ubicar a ese dueño/a, generalmente reacio/a a presentarse después de un hecho dañoso provocado por su propiedad.

Después está la responsabilidad de los puestos de control de fuerzas públicas en las carreteras, que no debería estar limitada a carteles con leyendas alusivas a la presencia de animales sueltos en un determinado tramo. Si un policía ve, o si un conductor/a le avisa que hay una vaca o un caballo cerca, por ejemplo, su obligación es ocuparse de hacer cesar el peligro y no quedarse de brazos cruzados con cara de preocupación, como suele ocurrir.

En Formosa, hasta ahora, no hay peajes. No obstante cabe aclarar que las responsabilidades pueden ir más allá del Estado nacional o provincial, según el caso, por incumplimiento del deber de cuidar la seguridad de las rutas y autopistas. Con el sistema de concesiones, la situación tendió a modificarse y, además de sostenerse la vieja doctrina de la responsabilidad exclusiva del propietario/a y de la policía por los daños causados por los animales sueltos en las vías de tránsito, se abrió paso la posición que considera que el concesionario también es responsable por los daños causados por una bestia en el tramo de su concesión.

Tanto el Estado como los concesionarios prestan en definitiva un servicio, y ese servicio incluye la obligación de mantener las rutas en condiciones de transitabilidad segura.

Las y los contribuyentes tiene derecho no sólo a no encontrar deficiencias constructivas o de mantenimiento que hagan riesgosa la circulación, sino también a no toparse con animales sueltos que son mucho más peligrosos que un bache, una mala señalización o un estrechamiento sorpresivo.



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