El problema de identificar a los infractores de los códigos sociales ha turbado a los legisladores desde los primeros tiempos. Durante siglos, el enfoque del asunto fue negativo, los criminales o personas sospechosas –muchas veces inocentes- eran estigmatizados o mutilados parcialmente como castigo, para que pudieran ser fácilmente reconocidos.
Esa terrorífica tortura, signo de evidente retraso, es anulada completamente merced a la brillante creación de Don Juan Vucetich, un argentino, un modesto policía sin recursos, quien por la acción exclusiva de energía y su talento crea e inaugura, el 1º de Septiembre de 1891, un medio nuevo de identificación personal eficaz e infalible, utilizando para ello las impresiones digitales: Se trata del Sistema Dactiloscópico Argentino que cumple hoy 131 años.
Así, la Policía Argentina descartó definitivamente todo otro sistema aberrante, y se convirtió en la primera Nación del mundo que adopto la dactiloscopia como único sistema de identificación humana, en un principio en el aspecto criminal y luego en lo social.
En 1892 recibió la compensación de todos sus esfuerzos, cuando la Policía Argentina fue la primera en resolver un crimen por medio de las huellas dactilares. Rápidamente se convierte en un sistema universal.
Vucetich ha aportado a los nombres el evangelio de la verdad inconclusa, inalterable, irrebatible, de la existencia del yo individual y su garantía colectiva.
En 1899, se inicia la expedición de la Cedula de Identidad. Por primera vez en el curso de la vida humana se entrega al ciudadano un documento oficial que garantiza, en forma absoluta, la identidad de su portador. No es signo de sugestión sino escudo defensivo.
Cuando se cumplía el centenario de la revolución de Mayo, el Estado emprendió la ambiciosa y sin precedente tarea de identificar a toda la población masculina. En 1911 creo la Libreta de Enrolamiento, documento obligatorio para todo varón argentino mayor de dieciocho años. A diferencia de los documentos policiales, que eran de carácter local, ese fue nacional. Vucetich estuvo a cargo del gabinete de identificación dactiloscópica del Ministerio de Guerra, sede del padrón militar también usado como padrón electoral y organizo un archivo de más de un millón de fichas individuales dactiloscópicas correspondientes a ciudadanos afincados en todo el territorio argentino. Provistos de la nueva Libreta de Enrolamiento, los votantes concurrieron a las urnas a partir de la sanción, en 1912, de la Ley de Saenz Peña de voto secreto y obligatorio.
El uso de las tecnologías digitales y de la genética abre nuevas posibilidades de identificación, vigilancia, archivo e intercambio de información. Hoy la ciencia ha encontrado otras formas de identificación biométrica, como la determinación de particularidades del ADN o del iris. Además, las últimas generaciones de documentos contienen datos que pueden ser leídos en forma automática, y dan a su vez acceso a vastas bases de datos. No obstante, el uso de la identificación a través de las huellas digitales, se seguirá utilizando siempre. Una mirada al pasado nos recuerda que estas transformaciones, que pueden resultar tan novedosas, forman parte de un largo proceso histórico y que, al igual que hoy, a principios del siglo XX se discutieron acaloradamente la legitimidad, los alcances y los límites de las prácticas de identificación.
Nicolás Ramón Núñez – Comisario General (R) Policía de Formosa -Licenciado en Criminalística Mat STJ 110– Ex Profesor de La Universidad de la Pol. Nacional de la República del Paraguay, Instituto de Formación Superior Policial e Instituto de Capacitación Superior.-