Se conmemora el Día del Camarógrafo en esta fecha debido al reportero argentino Leonardo Henrichsen que trabajando y colaborando como corresponsal del Canal 13 y a su vez de la televisión sueca, sería fusilado en Santiago de Chile en 1973 para esta fecha.
Leonardo cubrió 21 golpes de Estado y acontecimientos claves del continente, como los últimos dos meses de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, la muerte de Robert Kennedy, o los célebres secuestros del empresario Oberdan Sallustro, en Argentina, y los de embajadores de las repúblicas de Alemania y Suiza, en Brasil y Guatemala.
Para Leonardo Henrichsen, periodista argentino de ascendencia irlandesa y 55 años, que cubría los hechos para la televisión sueca y el Canal 15 de Buenos Aires, fue el último golpe que pudo filmar.
Leonardo Henrichsen: la trágica historia del hombre que filmó su propia muerte
La mañana del 29 de junio del año 1973, fue el día que mataron a Leonardo Henrichsen.
En Chile se escucharon gritos, tiros, frenazos de autos y la corrida angustiosa de mucha gente.
Esa mañana, cientos de mujeres y hombres, jóvenes en su mayoría, se avalancharon sobre la posición de Henrichsen.
Todos huían de los primeros disparos del pelotón de asalto que tomó la calle, al extremo opuesto al periodista. Leonardo filmaba a unos 150 metros.
Es ahí cuando apareció otro carro militar, y con una media se estacionó una esquina, casi a una cuadra de donde estaba el camarógrafo
El chofer abrió con fuerza su puerta y comenzó a apuntar cuando descubrió a Leonardo que lo tenía atrapado con el ojo de la cámara-
Henrichsen tomó estos movimientos paso a paso, reguló con cuidado el lente hasta tener precisa la escena: el cuerpo firme del soldado apuntándole cuidadosamente, la calle nerviosa, la autoridad del carro militar estacionado donde le dio su perra gana, el clima gris
Posteriormente, el uniformado que se acercó al cuerpo de Henrichsen cortó el cable del sistema de batería y corrió con la máquina unos metros. Levantó una tapa de alcantarilla y tiró la filmadora portátil. Puso la tapa, subió al camión y huyeron.
Un grupo de compañeros bajaron por el ascensor del edificio. Como pudieron, tomaron un auto de la escolta y lo pusieron sobre la rejilla del alcantarillado. Esto, con el fin de que los militares no pudiesen encontrar la cámara en caso de volver. Esa misma tarde, volvieron a buscarla.
Así fue como el periodista argentino filmó su propia muerte.