El destacado bailarín clásico Gerardo Merlo, nacido en Formosa el 8 de febrero de 1994, hijo de una chaqueña, María Gladys Merlo, cursó sus estudios primarios en el Colegio Don Bosco de nuestra ciudad y el Secundario en el Centro Polivalente de Arte, donde a muy temprana edad se inclinó por la Danza Clásica y Contemporánea.

Llevado por el impulso de perfeccionar sus conocimientos sobre la danza, viajó a la Capital Federal, donde comenzó a visitar los principales escenarios en que se desarrollan las clases, como por ejemplo el Teatro “San Martín” y el Complejo Teatral Buenos Aires.

Fue así que comenzó a encontrar su estilo como bailarín clásico con el reconocido director Oscar Araiz, quien decidió incorporarlo a su elenco estable para participar en diferentes festivales y teatros de la Provincia de Buenos Aires.

Con el paso de los días y los meses, fue acrecentando sus conocimientos, perfeccionó sus cualidades de bailarín clásico y ya fue tenido en cuenta a la hora de contrataciones para integrar grupos de ballet clásico. Fue así que dio numerosas actuaciones en San Luis, Santa Fe y en Mar del Plata.

Hoy, a los 28 años de edad, este bailarín clásico formoseño es destacada figura en el Teatro “Colón”, donde sólo pueden actuar figuras consagradas dentro de su especialidad.

Gerardo Merlo es en la actualidad una de las figuras como bailarín clásico en la obra “Nabucco”, la opera que salvó a Giusseppe Verdi del fracaso, y pudo estrenar estos días el Teatro “Colón” de la Capital Federal, tras dos años de espera por la pandemia, mostrando grandes aciertos en la conducción de Stefano Poda, como autor de la puesta en escena, escenografía, vestuario, iluminación y coreografía.

Gerardo Merlo, ese jovencito lleno de ilusiones que un día dejó Formosa para ser lo que quería ser en la vida, ahora, con un presente lleno de ilusiones que se van cumpliendo, gracias a su vitalidad, ensayos y perseverancia, logró otro deseo, como es el de invitar a su madre María Gladys para viajar a Buenos Aires el viernes 10 de junio a presenciar la actuación de su hijo, con la satisfacción de aplaudir a ese ser querido al que le dio vida para ser su motivo de gran orgullo.