Con la entrevista personal a quienes no lo hayan hecho anticipadamente por vía digital y el retiro casa por casa de los cuestionarios en los casos de quienes sí lo han hecho, finaliza hoy el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas, un proceso que comenzó el 16 de marzo con la habilitación de la plataforma online.

Después de una interrupción de dos años por la pandemia de coronavirus, se aguardan con expectativa los nuevos datos, ya que permitirán conocer cuánto ha crecido la población en la última docena de años, cómo viven las familias argentinas, cuál es el nivel de instrucción de sus integrantes, etc.

Para que las cifras sean fiel reflejo de la realidad nacional es imprescindible que las y los ciudadanos se tomen con seriedad el Censo nacional y no como una cosa que puede eludirse o tomarse a la ligera.

En un país donde el voto es obligatorio y aun así se registra un alto nivel de inasistencia al cuarto oscuro cada dos años, sin que esta falta sea castigada como dice la normativa vigente, cabe cuanto menos la sospecha de que algunas personas puedan estar predispuestas hoy a salir de paseo, aprovechando el feriado, antes que a esperar a los censistas en su hogar como es su deber, al menos entre quienes no respondieron con anticipación el cuestionario digital.

Un censo tan amplio como el que está en marcha permite tomar decisiones sobre cómo trabajar los temas más preocupantes y corregir puntos para mejorar la calidad de vida de la población; esto es, sirve para mejorar las políticas públicas. De ahí su importancia.

Más allá de cuestiones partidarias políticas, la ciudadanía debe entender que quienes gobiernan la Nación, las provincias y los municipios, como en cualquier país, necesitan contar con este cuadro fundamental para formular diagnósticos y estrategias específicos.

El Censo nacional no sólo permitirá actualizar el número de habitantes sino que, simultáneamente, dará precisiones sobre el envejecimiento poblacional, como consecuencia de otro fenómeno de las últimas décadas que es el aumento de la expectativa de vida en razón de los progresos de la medicina. Esto sin contar el panorama laboral, con sus sombras tan dolorosas e impactantes sobre la pobreza.

Este es un llamado a tomar conciencia. Quienes estén pensando en la manera de zafar de la responsabilidad que implica atender a los censistas y contestar con precisión las preguntas previstas, sin falsear datos, deben tomar nota de que un censo de estas características es, como ya hemos advertido, una gran radiografía nacional. Y, tal como ocurre en el ámbito médico, permitirá visualizar la existencia de males en el cuerpo social para, a partir de ello -y suponiendo que quienes gobiernan no vuelvan a caer en repetidas malas praxis políticas-, poner en marcha remedios efectivos para erradicar o atenuar esas dolencias.

La organización de cada censo nacional representa un desafío, pero el presente tiene características más serias, por la crisis que atraviesa el país.

La apatía que pueda expresar durante esta jornada una parte de la población será uno de los escollos que deberán salvar los censistas.