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"NOREC"

Arder en la llama sagrada



* Por Héctor Washington

Fotos: David Lescano

Desde siempre, desde tiempos remotos, la humanidad se ha pensado a sí misma desde vastas aristas intentando dar con las primeras causas que expliquen su génesis y la del universo inabarcable que habita, donde el fuego como ente transformador y purificador ha echado algo de luz en las diferentes culturas que le dieron un rol preponderante como uno de los cuatro elementos indispensables del mundo, aun con connotaciones divinas: la fragua y los volcanes de Hefesto, la osadía de Prometeo al robar el fuego a los dioses, las divinidades solares de los egipcios y sus sacrificios, la zarza que arde ante Moisés en el Éxodo

Más aun… la cosmovisión Qom refiere que antiguamente la humanidad no contaba con el fuego y no podía cocinar los alimentos. Cautiva en una gran isla, un viborón enorme cuidaba desde las aguas que la rodeaban que nadie pudiera entrar para socorrerlos. Fue entonces que alguien logró escapar en busca de ayuda y, después de mucho caminar, dio con el carancho, quien accedió a ir en su auxilio.

Las aguas, cómplices de la gran serpiente que reinaba en el lugar, se opusieron a que el ave los asistiera con el fuego bajo amenaza de muerte. La astucia del carancho le permitió ingresar a la isla y encender una hoguera frotando unas ramas secas, enseñando a los humanos cómo crear las llamas. Finalmente, sometió una punta de lanza al calor extremo. Tanta fue la temperatura alcanzada por el arma de caza, que al contacto con el agua en derredor, logró evaporarla por completo, matar a la enorme serpiente y liberar a la gente de su sometimiento.

“El arte genera la creatividad, la sensación de libertad. Podemos reconocerlo en el mundo cotidiano y aun más en el contexto local”. Para los integrantes de “Norec”, esa hoguera purificadora que ilumina y libera parece traducirse en el sonido, una traslación inmediata que les permitió establecer un vínculo más fuerte desde lo artístico y lo humano cuando decidieron sentar las bases de una nueva banda.

El proceso -aseguran- fue lento, pero muy acompasado. Los últimos años los encontraron trabajando en lograr el perfil sonoro que ahora conocemos. Así, Agustín Garay (bajo/voz), Juanmi Castellani (guitarras) y Juanma Ramírez (batería/programaciones) acaban de encender la mecha de un proyecto musical que se gestó al calor de la espera y la calma: “Tiene que ver también con los procesos personales, cada uno tenía sus propios procesos. Y también nos comprometemos con gente que le da el tiempo y la ‘onda’. Por eso se fue cocinando lento. Todo se dio naturalmente: nos juntamos a tocar y arrancó fluyendo con algunos temas. En ‘Pu Rec’ -estudio de grabación- teníamos la posibilidad de juntarnos para tocar, para ver qué onda. No nos fijamos de entrada armar la banda. Pero también hubo mucho aliento de nuestros amigos, que tiraron buena onda y les pareció algo copado. Entonces sí: queríamos armarla. Pero todos estábamos en un proceso personal y llevó tiempo superarlo”, refieren acerca de esta suerte de crisis creativa en la que se encontraban por entonces.

Los integrantes de la banda -recuerdan- también fueron un gran soporte emocional para cada uno y la pandemia tuvo un rol determinante en este proceso interno que refieren. Con todo -es cierto-, la conexión también estaba dada de antemano: vienen tocando juntos desde hace tiempo y fueron parte de la última formación de “Guauchos”. Sí a mediados de 2020 emprendieron una búsqueda, de la que “rápido salieron varios temas con el perfil sonoro. Encontramos una conexión con los pibes, y fue lento por eso”.

Si bien la finalidad principal no era en un principio armar una banda sino juntarse a explorar nuevos sonidos para afianzar el vínculo artístico y también humano, trabajar en dos covers de un Robi Draco Rosa en su costado más rockero detonó la maquinaria creativa y marcó en cierta forma la dirección por donde ir, porque los temas “eran algo folk y oscuro, algo que en nosotros es bastante natural. Y así también surgió la idea de ir haciendo temas propios. Y empezamos a armar unas pistas”.

El resultado es más que elocuente: un EP de cinco canciones, con dos covers de Draco que se irán dando a conocer sucesivamente. Uno de ellos, “Llanto subterráneo”, evoca en cierta forma el escenario intimista que les sirvió de punto de partida: el artista de origen puertorriqueño evocando los versos de Jaime Sabines, poeta mexicano en estado de emergencia constante: “Recién parido en el lecho de la muerte, / criatura de la paz, inmóvil, tierno, / recién niño del sol de rostro negro, / arrullado en la cuna del silencio, / mamando obscuridad, boca vacía, / ojo apagado, corazón desierto. / (…) Voy a volverme un llanto subterráneo / para echarte mis ojos en tu pecho”.

De este EP inicial se desprenden también “El recuerdo”-ya disponible desde hace unas semanas en plataformas como Spotify, iTunes, YouTube, Deezer y Amazonmusic- y “El desierto” -con el percusionista correntino Uli Gómez como invitado-, que aún está premezclado, de pronta difusión.

"Lo que más nos gustó de este proceso es que se generó un clima esencial para determinar una banda: que estábamos sonando los tres. Y eso hizo que todo fuera más fácil, porque un trío es difícil que ‘suene’, pero nos conectamos bastante”, refieren. “Estamos encontrando el camino. Tardamos mucho en cocinarlo; se cocinó lento y finalmente sacamos el producto. Tenemos un video, tenemos una session que hicimos en Herradura… hay material”.

Aun así, los roles dentro de la formación llevan su proceso y su acomodamiento, donde Agustín asume un papel de frontman aun más comprometido y expuesto: “Para mí fue todo un desafío ser cantante y bajista. Yo todavía creo que no me metí por completo en ese rol y no caigo todavía en la ‘ficha’ de cantar y tocar al mismo tiempo, porque nunca fui cantante, siempre fui bajista de otras bandas o hice coros. Pero ponerme al frente es otro escenario, sólo por el hecho de sentirme tan expuesto y analizar a lo que te llevan las energías también: yo toda la vida los admiré como músicos y nunca pensé que iba a tocar con ellos. Es algo que deseás tanto, que se logra algún día”, afirma convencido.

Al fragor de este proceso de transformación y cambio constante en el que se abrían paso como banda, bautizar la formación requería de una disposición reflexiva, para dar finalmente con “Norec”: “Cuando estábamos buscando nombre para la banda, le consultamos a Ema Cuañeri y le comentamos acerca del concepto que queríamos abarcar: algo que tuviera identidad, que también tuviera una mística, como lo que nos mantiene vivos, porque el fuego sagrado, el norec, en definitiva es eso: el fuego que te da la música. Teníamos muchos nombres y Ema nos sugirió el que adoptamos”, cuentan.

Consultado por Cronopio acerca del vocablo, el poeta qom Víctor Zárate nos amplía: “‘Norec’ significa fuego, pero desde nuestra concepción de mundo es mucho más que eso. Es uno de los elementos mitológicos de mayor importancia. El norec es complejo de explicar, porque se asemeja a la visión de mundo, simboliza la fuerza dorada a través del sol y la luz que se opone a las fuerzas oscuras. Se cree que hay un felino con forma de fuego, combativo y espiritual. El término alude a la grandeza y fortaleza que persiste y subsiste en el antes, el presente y el futuro. No todos entienden estos relatos porque son algo reservado a la cosmovisión de nuestros ancestros. Con el norec, el fuego, se produce una reunión colectiva para escuchar los relatos con gente alrededor en forma circular y -por qué no- también ver rituales inesperados o inoportunos”.

Hasta determinar el perfil del proyecto en sus diferentes facetas -reconocen-, “fue muy lento el proceso, hasta que publicamos ‘El recuerdo’, que es el pie para seguir trabajando. Tenemos bien en claro que lo importante es sacar un material y lo demás comienza a suceder, empiezan a pasar las cosas. Ahora apuntamos a tocar en vivo, porque en realidad lo hicimos muy poco, en muy pocas ocasiones. Venimos con muchas ganas de tocar, porque por diversas circunstancias o dificultades, no podíamos hacerlo. También solemos ser autoexigentes con el sonido, con las condiciones. Nos gusta tocar con pistas, que los graves suenen… y para eso hay que tener un sistema, una presión sonora para que la banda pueda dar lo mejor. Nosotros apuntamos a un buen sonido, el mejor que pueda lograrse, para sonar lo más profesional posible”.

Respecto del proceso de creación de los temas que componen este EP inicial, su motor fueron los viajes sucesivos a la localidad de Herradura, donde se permitían la introspección en mayor libertad, no sólo desde la experimentación sonora sino también desde la estimulación que decantara en la faceta lírica: “No teníamos canciones hechas previamente. Todos los temas fueron compuestos en medio del proceso. La inspiración surgía ahí en los ensayos entre los tres, las bases que ‘tirábamos’ y lo que salía. De pronto, nos instalábamos frente a la compu y así surgió el tema ‘El recuerdo’. Fuimos a Herradura y a partir de unas notas de Agustín, fuimos dándole forma. Habíamos llevado unos libros y nos pusimos a leer mucho y a volcar las letras de los temas. En un principio, lo que tenían las canciones era más que nada las estructuras, las melodías. Lo que no habíamos pulido eran las letras y algunas eran algo genéricas. Pero las melodías siempre estaban firmes. Todo se dio muy precipitado al final, porque las letras llevaban más tiempo y de pronto la música iba más rápido”, explican.

Aventurando un análisis de la escena local y definiendo su propuesta artística, aseguran ser “conscientes también de que la escena hoy en día está apuntada muy a otro lado de donde nosotros estamos proyectando. Pero aun así nos adaptamos y le buscamos la vuelta. Si bien nuestro principal estilo es el folk rock, también tenemos algunas incursiones en el indie soul, más tranqui. Por eso tampoco tenemos una identidad definida ni límites establecidos hacia donde movernos para definir lo que estamos haciendo. Podemos empezar con un funk y de pronto pasar a una zamba”. Y amplían: “Hay algunas canciones en las que se nota un salto sonoro muy importante. Incluso en la manera de cantar y la forma de tocar, donde a veces estamos más o menos rockeros. No tenemos prejuicios, límites ni problemas en abarcar otros géneros o estilos. Sentimos que en el momento va fluyendo y a veces te ponés más rockero, a veces más chill y abrimos más el espectro. La música también tiene eso de abrirte el ‘bocho’”.

Como el fuego que evocan desde su origen como trío, la música se abre paso para “Norec” y les allana el camino, los orienta en esta difícil tarea de la autogestión y el crecimiento artístico en un contexto complejo como la escena local. Al respecto, reflexionan: “Quizás en otro momento estábamos pendientes de que las cosas pasaran y se dieran de determinada forma. Ahora estamos más relajados al respecto, estamos más tranquilos. A veces es mejor vivir con la música y que ella te ponga los tiempos y te tenga que colocar donde ella decida. Y siempre nos colocó en un lugar al que seguimos apostando. Para los tres, la música fue esencial porque nos impulsó a hacer un montón de cosas a las que uno no está habituado a hacer, incluso fuera de ella. Porque también te hace ser mejor persona. Hacer música nos hace mejores”.

“Nosotros sentimos que la conexión que tuvimos cada uno entre los tres fue la salvadora, por los procesos personales que cada uno tenía en su vida cotidiana. Y un poco te olvidás de eso. Hacíamos música entre los tres y eso era algo muy sano, muy terapéutico”, confiesan para cerrar.

Cómo negar que “Norec” nació del cambio, la transmutación, al calor de la hoguera que puede derretir el metal, que evapora las aguas de ríos enteros y acaba con las más feroces criaturas mitológicas, nuestros propios miedos en la hora más oscura cuando el primer destello se abre paso. Y, de una u otra forma, comenzamos a arder en la llama sagrada.

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“El recuerdo”

ES TU CANCIÓN PARTE DE MI FUEGO...

Ya disponible en las plataformas digitales, “El recuerdo” es el primer corte de difusión que se desprende del EP inicial de “Norec”. Grabado por José Busso y Juan Manuel Ramírez en Pu Rec Estudio (Formosa), contó con colaboraciones de lujo: Juan Cruz Torres en charango, Lucas Gordillo en ronrroco, Reinaldo Mamani en quenacho, chuli, sikus y zanka; grabado por Lucas Gordillo en Chakana Estudio, Tilcara, Jujuy. Además, participan Javier Casalla en arreglos de cuerdas, violín y viola, y Nicolás Rainone en cello; grabado por Casalla en El Sapo Manso Estudio Ingeniero Maschwitz, Provincia de Buenos Aires. Mezclado y masterizado por Mariano Bilinkis en Kame House Estudio (Buenos Aires); en tanto, el diseño de portada estuvo a cargo de Marcos Ramírez.

“Respecto de las colaboraciones -cuenta Juanma-, yo en el 2018 fui con Barbarita (Palacios) y Javi (Casalla) una semana a la quebrada en Jujuy. Y ahí conocí a Juan Cruz Torres, hijo de Jaime, que tiene un centro cultural que había inaugurado su padre. En esas reuniones surgió la propuesta y se coparon. También queremos apuntar a las colaboraciones: nos gusta la idea de invitar a gente a tocar, a grabar”.

“‘El recuerdo’ habla mucho de toda esta secuencia interna que pasamos. De pronto, Agustín se ausentaba y estaba bajo un árbol; escribía como tres o cuatro horas tratando de encontrar las palabras adecuadas”, recuerdan.

“También hay que destacar a Javier Saporiti, que colabora en el proceso de algunas letras de los temas nuevos y le dio mucho empuje también a la banda a la hora de su concreción, porque tiene una energía ‘sarpada’. También fue con nosotros a Herradura y actuó en nuestro videoclip de ‘El recuerdo’, que lo tenemos que trabajar para que salga. Ya está filmado y falta editarlo”, de la mano de Marcos Ramírez.

El equipo se completa con una gran lista de colaboradores en la que se encuentran además en la primera línea Leo Malgarini en iluminación y David Lescano en forografía.



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