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“Sin emoción no hay decisión” -Desarrollo Humano-

Una columna de Tona Galvaliz



Las personas muchas veces podrán olvidar lo que dijimos o hicimos, pero difícilmente olvidarán cómo les hicimos sentir.

La sabiduría emocional acumulada por las experiencias pasadas y las sensaciones viscerales influyen en la toma de decisiones; la inteligencia emocional es dos veces más importante que las destrezas técnicas o que el coeficiente intelectual para determinar el desempeño en los altos mandos, gerencias, actividades o en la vida misma.

Quienes hacen publicidad conocen bien cómo es el proceso emocional a la hora de tomar una decisión respecto de los clientes, también los especialistas en marketing saben que para vender un producto o servicio no alcanza con mostrar las ventajas del mismo (esto sería la parte racional), sino que tienen que apelar a la parte emocional de la persona, ya que para poder decidir por la compra, la información tiene que haber entrado por los dos canales; uno, el racional; y otro, el emocional. El de más peso es el canal emocional.

Lo que entra por la vía emocional, eso que toca las fibras sensibles de los sentimientos, de los recuerdos de la memoria emocional, se instala en nuestra memoria por largo tiempo.

La dimensión social de las emociones no sólo refiere al percibir, comprender o regular nuestras emociones, sino también las de los demás. Y podemos hacerlo porque nuestro cerebro está diseñado para ser regulado no sólo internamente sino también externamente.

Se trata del llamado circuito abierto del sistema límbico; es un circuito cerebral que funciona inconscientemente y está preparado para emitir nuestras emociones y captar las que nos rodean. ¡Por esta razón las emociones son contagiosas!

La emoción más contagiosa es la alegría y su excreción más contundente es la risa.

La actitud negativa tiene un impacto muy fuerte en nuestra calidad de vida y salud, en la cooperación, en el rendimiento, anulando la creatividad.

Una investigación científica realizada respecto del funcionamiento del circuito abierto del sistema límbico, monitoreando respuestas fisiológicas, como ser el ritmo cardíaco, finalizado el examen, concluyó: Es el caso de dos personas que se encontraban involucradas en una conversación amigable; durante la interacción de estas personas hablando amablemente, a los quince minutos ambos ritmos cardíacos se sincronizaron. Se considera esto una forma de contagio emocional, poniendo en evidencia la sincronización emocional.

La persona que más contagia es quien más intensamente vive y expresa sus emociones.

Es muy importante registrar y tomar conciencia de las emociones en que habitamos cotidianamente, ahora que sabemos que son contagiosas. También es primordial saber que no es saludable reprimir nuestras emociones, siendo perjudicial para nuestra buena salud.

Nuestras emociones rigen todos los sistemas del organismo: las válvulas del corazón, los esfínteres del aparato digestivo que se abren y cierran, la digestión misma, los músculos del cuerpo con cada órgano, todo está regido por las moléculas de la emoción, que tienen una acción física.

Si reprimimos la manifestación de nuestras emociones, también reprimimos nuestras funciones orgánicas, lo que a la larga produce enfermedades, malestar y un sinfín de dolencias, síntomas disfuncionales intrínsecos a la articulación bio-física-emocional-energética-espiritual.

La e de emoción significa energía y motion viene de mover o movimiento. Al no liberar de manera natural esa energía acumulada porque está reprimida, repercute directamente sobre el estado físico, creándose un bloqueo, un atasco energético, afectando lo morfológico y estructural integral del orgánico.

Es importante aprender a gestionar nuestras emociones para decidir bien.

Las emociones son una brújula y nos guían a la hora de tomar decisiones, nos conducen a mejores acciones, conjugándose lo racional con lo emocional; pero las emociones dejan de ser sanas cuando ellas se apoderan de nosotros, cuando las magnificamos o las ignoramos o no las escuchamos, o no entendemos para qué sirven. Y esto conlleva a la falta de compromiso con la acción.

Por ejemplo, la tristeza nos invita a la quietud, el reposo, al balance personal, a cerrar ciclos, el enojo nos invita a poner límites, a abrir una conversación necesaria, la alegría nos invita a celebrar.

No hay emociones buenas o malas, sí hay emociones positivas o negativas. Todas las emociones son útiles y tienen su finalidad particular, hay que entenderlas y gestionarlas porque cada una nos invita y predispone para algo.

  • Cinco pasos para trabajar las emociones:

1- Autoconciencia: ¿Qué siento?

2- Autoaceptacion: Acepto lo que siento, sin juzgar la emoción.

3- Autoregulacion: Demorar la satisfacción, controlar los impulsos. Pausa, respiro, elijo.

4- Autoanálisis: ¿Cuál es la historia que me cuento detrás de la emoción? ¿Cuáles son los hechos? Observa pensamiento y palabras.

5- Expresión: ¿Cómo puedo decir lo que me pasa de acuerdo con mis valores y con efectividad? Expresa.

Una buena pregunta cuando surge una emoción seria: ¿Por qué surge esa emoción, a qué acción me está invitando, qué beneficio recibo cuando realizo esa acción y qué costo pago por no hacerla?

Te mando un beso inmenso.

IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación- Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.



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