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Volvieron este verano las tradicionales colonias de vacaciones a los clubes y otros centros recreativos de Formosa. Miles de niños, niñas y adolescentes concurren a natatorios de toda la provincia llevados por familiares que, en algunos casos, los esperan a un costado de la pileta o del campo de juego.

Estas actividades tienen connotaciones recreativas, pero como además se realizan al aire libre y conllevan la práctica de uno o más deportes, el objetivo también apunta a la salud de las y los chicos.

Sin embargo, hay adultos que se esmeran por dar el mal ejemplo en medio, por ejemplo, de una clase de natación infantil. Un hecho puntual ocurrió esta semana en el Club Don Bosco de esta capital, cuando un padre se puso a fumar a un costado de la piscina mientras su hijo pequeño aprendía a nadar. Felizmente, el profesor a cargo de la clase advirtió el desatino y le pidió al hombre que se retirara con su vicio a la calle.

La actitud desubicada de este fumador viene a confirmar que debe seguirse trabajando en la concienciación sobre los efectos nocivos y letales que produce el consumo de tabaco, tratando de disuadir a personas como la apuntada, que además creen que por estar al aire libre no perjudican a su entorno.

El tabaco es la primera causa de muerte prevenible y mata por año, a nivel mundial, a casi seis millones de personas, una cifra que, según las previsiones, aumentará a ocho millones en 2030 si no se toman medidas.

La última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) arrojó que el 22,2 por ciento de los adultos fuma en la Argentina. Por su parte, un estudio realizado por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) concluyó que el tabaco provoca en el país 123 fallecimientos diarios.

Además del centenar de miles de casos de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), el cigarrillo es responsable de decenas de miles de muertes cada año, a las que deben sumarse las causadas por el tabaquismo pasivo.

Pero eso no es todo. Un nuevo estudio científico confirmó que el tabaquismo es un factor de riesgo significativo para las infecciones virales y bacterianas del sistema respiratorio, y que los fumadores tienen cinco veces más probabilidades de desarrollar influenza y dos veces más probabilidades de tener neumonía, por lo que definitivamente, como viene comprobándose desde el inicio de la pandemia, es un importante factor de empeoramiento ante el coronavirus.

En este contexto, la preocupación por los efectos del cigarrillo se incrementa por los riesgos aumentados del coronavirus en fumadores, justo en un momento en el que dado el estrés, la incertidumbre y la angustia provocados por la crisis sanitaria, su consumo también aumenta.

No hace falta ser demasiado inteligente para concluir que la mejor decisión, siempre, es dejar el consumo de tabaco, especialmente para prevenir la infección o evitar complicaciones de COVID-19.

La verdad es dura: el tabaco es el único producto que mata a la mitad de las personas que lo consumen. Por eso vaya hoy nuestro reconocimiento al profe de Don Bosco que le sacó tarjeta roja al padre fumador. Que su ejemplo cunda en otros ámbitos.



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